Festival de Mar del Plata 2022: crítica de «El visitante», de Martín Boulocq
La nueva película del realizador boliviano se centra en un ex convicto que vuelve a buscar a su hija que vive con sus abuelos, quienes manejan una iglesia evangelista y no quieren saber nada con él.
El peso de las iglesias evangélicas en América Latina no solo es creciente sino que se ha transformado en una importante fuerza política en varios países, especialmente en Brasil pero extendiéndose al resto del continente. En la película boliviana EL VISITANTE ese peso se hace notar de entrada, ya que cuenta la historia de un hombre que empieza a vincularse con esta iglesia de manera un tanto forzada pero cuya posición luego cambia en función de las particulares circunstancias que le toca atravesar.
Humberto (Enrique Aráoz) es un ex alcohólico que ha salido recientemente de la cárcel e intenta recomponer lazos con su hija Aleida, que vive en Cochabamba con sus abuelos, ya que la madre de la niña ha muerto en circunstancias poco claras. Los intentos del hombre de restablecer esa relación no son sencillos ya que su suegro, Carlos (César Troncoso), es un importante pastor evangélico de la zona que no quiere saber nada con él ni con su presencia. Pero teniendo su objetivo claro, Humberto –que se dedica a cantar en funerales– empieza a integrarse a las actividades religiosas de la familia, en pos de convencer a su suegro de que ya no es la persona que era antes.
Es así que, mientras se van revelando asuntos del conflictivo pasado familiar, Humberto se va ganando la confianza de Carlos, cuyo peso en la comunidad es importante, y empieza a usar algunas de sus técnicas en su propio trabajo. Y Carlos, a la vez, lo utiliza para mostrar el poder curativo de la fe y la religión, haciéndolo cantar ante su congregación y mostrando su «conversión» y salvación. Se trata, finalmente, de una batalla entre estos dos hombres, cínicos y astutos, mientras en el medio hay una pequeña que termina funcionando como víctima de esta compleja y tirante situación familiar que ya viene desde mucho antes.
El poder del pastor y su iglesia va tironeando la situación hasta límites cada vez más complicados en una película que funciona a mitad de camino entre el drama y el suspenso pero siempre con una posición clara de denuncia a las actividades más comerciales y tramposas de este tipo de entidades que se dedican a la manipulación económica a partir de excusas religiosa. Quizás algunos de los puntos que toca la película del realizador de LO MAS BONITO Y MIS MEJORES AÑOS y EUGENIA pueden ser obvios o conocidos, pero de todos modos Boulocq va encontrando la forma de generar tensión e interés a partir de una situación que no parece tener una salida fácil, cualquiera que ella sea.