Festival de Mar del Plata 2022: crítica de «Hace mucho que no duermo», de Agustín Godoy
Un oficinista insomne se topa con una misteriosa mochila a la que todos buscan y se mete en problemas en esta comedia romántica que se presenta en la Competencia Argentina del festival marplatense.
A las corridas por Buenos Aires, recorriendo cada barrio –desde los más céntricos a los más alejados, de los coquetos a los portuarios, en tren, auto, bicicleta, bondi o, fundamentalmente, a pie– los protagonistas de HACE MUCHO QUE NO DUERMO se pasan algo, buscan algo, se pelean por algo a lo largo de los 90 minutos que dura el primer largo de Agustín Godoy. La cacofonía del texto previo no es casual: mientras corren, investigan y se pasan o pelean por una misteriosa mochila, algunos de los personajes del film hablan en verso, se enamoran y desenamoran, se reencuentran y se desencuentran para volver a empezar todo otra vez.
Un juego, un ejercicio coreográfico-cinéfilo embebido en la tradición de la primer Nouvelle Vague (ver gente correr por la ciudad lleva a pensar en Godard y Truffaut, aunque aquí el misterio es más de corte «rivettiano») y cuyo antecedente local más evidente es CASTRO y un poco toda la filmografía de Alejo Moguillanski (para quien Godoy trabajó y cuya influencia es más que visible), HACE MUCHO QUE NO DUERMO posee energía, vitalidad, un cierto grado de intriga, mucho absurdo y una sensibilidad poética que une todas esas partes para lograr una película por momentos encantadora.
Todo empieza con un grupo de jóvenes que van pasándose una literal «pesada mochila» de unos a otros, algunos corriendo y otros en transportes variados, en un arranque de perfecta coreografía física y de paralelo recorrido urbano. A la vez, un aburrido oficinista al que le dicen Mapache (Agustín Gagliardi) y que tiene problemas para dormir, sigue con su vida cotidiana y se va a sentar a un banco del parque con el sueño y una aparente depresión pegada en el rostro. Por error de uno de los «corredores» que la transportan, la mochila le cae a él, que no entiende mucho qué hacer con ella. Se la lleva a su casa, trata de abrirla y no puede. Pronto se dará cuenta que quedó en el medio de, bueno, de la trama de una película.
Los «corredores» (entre los que están Ailín Salas y Julián Larquier) quieren saber quién se quedó con la mochila, una banda de ladronzuelos con acento caribeño la roba para sacar un beneficio económico y una chica un tanto extraña que dice ser una gitana tarotista (Agustina Rudi) se le acerca a Mapache con intenciones un tanto misteriosas. Pero ambos arman equipo, empiezan a enamorarse (o eso parece) y dialogan en simpáticos versos mientras escapan con el bolso, pierden el bolso, se vuelven a topar con el bolso pero se pierden entre ellos.
Usando un misterio propio del cine negro (el bolso radioactivo de KISS ME DEADLY revisado por PULP FICTION), un espíritu que homenajea de modo evidente a INVASION, de Hugo Santiago (la empresa en la que un personaje trabaja se llama Aquilea, por si caben dudas) y lo que en el fondo son varias historias de amor en paralelo que se van desarrollando mientras los personajes se persiguen entre sí, HACE MUCHO QUE NO DUERMO es en realidad una comedia romántica en la que las peripecias lo único que hacen es dificultar que los personajes alcancen ese objeto de deseo que se escapa, constantemente, de sus manos. Y no me refiero al bolso.
El film de Godoy (cuya CARTA A LOS MARCIANOS es un muy poco visto y muy buen mediometraje rodado en Colombia, donde el realizador vivió buena parte de su vida) tiene muchos de los tics de algunos films de la FUC que todos más o menos conocen: la idea del misterio, de la persecución, de la ciudad como protagonista, de la ficción por la ficción misma. Por momentos, en sus un tanto largos 90 minutos, la película empieza un poco a dar giros sobre sí misma, pero cuando parece que el chiste se empieza a agotar, las cosas toman un nuevo rumbo cuando el aspecto romántico reaparece y cobra más fuerza. Ese elemento, mezclado con el espíritu de dibujo animado del Correcaminos que tiene el film, es el que marca la diferencia. Más allá de todas las peripecias, caídas, confusiones y accidentes, HACE MUCHO QUE NO DUERMO es una película sobre el deseo, el amor y lo que muchos son capaces de hacer para llegar a él.