Festival de Mar del Plata 2022: crítica de «Náufrago», de Martín Farina y Willy Villalobos

Festival de Mar del Plata 2022: crítica de «Náufrago», de Martín Farina y Willy Villalobos

por - cine, Críticas, Festivales
09 Nov, 2022 02:52 | 1 comentario

Este ensayo documental recupera las experiencias personales de Villalobos, un ex militante de los ’70 que actualmente vive en una casa entre las dunas en Cabo Polonio.

Tres películas en una, o una que lentamente se va convirtiendo en otra y luego en otra, hay en NAUFRAGO, la nueva película del prolífico Farina esta vez acompañado por el protagonista del film, Willy Villalobos. Lo que comienza como una película oscura, pesadillesca, de corte casi experimental se va transformando en la biografía de un hombre en apariencia solitario que vive en una playa alejado de todo el mundo y concluye como una suerte de reunión (debate, reencuentro) de Villalobos con viejos compañeros de militancia con los que rememora algunos hechos clave de sus vidas.

El comienzo es visualmente asombroso. En imágenes de baja resolución vamos viendo cómo aparece una vista de la ciudad de Buenos Aires desde el río para luego ir internándonos en escenas de lo que parece ser una casa inundada. La voz en off, del propio Villalobos en un tono algo zombie, habla de sus pesadillas, de ciertas visiones e historias sacadas de su más tenebrosa y posiblemente traumatizada imaginación. Es difícil saber qué sucede acá pero la construcción es por momentos subyugante.

De a poco aparecen procedimientos más claros. La cámara se aleja, vemos que estamos en una playa, las imágenes son más limpias y de mejor calidad. Y los relatos de Willy se hacen más claros. Sabemos que fue militante peronista siendo muy joven, que lo metieron preso, que estuvo un tiempo en la cárcel y que luego logró salir para irse del país. No es un relato periodístico sino una suerte de poético y reflexivo análisis de esa época que le hace pensar, por ejemplo, que se sentía mejor adentro de la cárcel que afuera, y de cosas que se arrepiente haber hecho. También se lo ve cocinar, limpiar, sacar arena, dedicarse a su vida en apariencia casi ermitaña.

La tercera parte, cuyos detalles específicos y anecdóticos no conviene adelantar, lo muestra con dos personas más, compañeros de militancia de entonces, en una reunión que tienen en esa misma casa. El trío conversa sobre la época de la dictadura y analiza algunos hechos de aquel momento, entre densas anécdotas que hoy, ellos mismos dicen, pueden recordar hasta con humor aún habiendo sido amargas y dolorosas.

Allí, NAUFRAGO termina por cerrar este inquietante y visualmente enigmático recorrido por la vida de Villalobos, de aquel joven militante arriesgado y no del todo preparado para lo que se venía a este adulto solitario, perturbado pero activo y vital, que ha elegido otro tipo de vida para sí mismo y que recuerda con una curiosa mezcla de emociones (sigue siendo un hombre de izquierda, politizado, pero se cuestiona fuertemente cómo se manejaba la militancia entonces) aquellos años de plomo. Su vida se mezcla con la historia política argentina de los ’70 y cuenta ambas desde la más pura subjetividad. Lejos del dogma, cerca de la experiencia.