Festival de Mar del Plata 2022: crítica de «Notas para una película», de Ignacio Agüero
Este híbrido entre documental y ficción se centra en los diarios de un ingeniero belga que llegó a Chile a construir ferrocarriles y fue testigo del genocidio del pueblo mapuche.
Promediando NOTAS PARA UNA PELICULA hay una escena, un plano largo y único, que se extiende por casi quince minutos, que resume a la perfección el film y a la vez le produce un problema. Allí, un líder de una comunidad mapuche de la Araucanía (Miguel Melin de la comunidad de Boroa Forrowe, Ralipitra) relata cómo fue, según fue pasando de generación en generación, la invasión a la comunidad por la fuerza, los robos, saqueos, violencia y las obligaciones que les fueron impuestas a sus bisabuelos, que de ahí en adelante deberían aprender y hablar solamente español, además de abandonar otras tradiciones para convertirse en «chilenos». Es un testimonio, una historia, que el hombre cuenta a un grupo de gente reunida a su alrededor. Pero es más que nada la cámara su objetivo y nosotros su destinatario.
La escena es tan fuerte y poderosa –habrá un par más, no tan contundentes pero similares, a lo largo del film– que un poco anula o hace pasar a segundo plano el complejo operativo armado por Agüero para esta película. Dicho de otro modo: al ver este tipo de testimonios, el juego de historias, leyendas y aventuras que se cuenta en un tono semificcional en el resto del film (a modo de los ensayos para una supuesta película a la que hace referencia el título) pierde bastante su interés y uno no hace más que esperar que las cosas vuelvan a contarse de esa manera tan directa, brutal y contundente.
Es un problema curioso, como tener a un Messi en tu equipo y anular el interés por el resto de los jugadores por su presencia. Imagino que es similar, por usar un ejemplo más cinematográfico, a tener en una ficción un actor o actriz tan magnético que hace que cuando él o ella no está en cámara lo demás se convierte en algo menor, casi superfluo. No debería serlo, pero lo es. Especialmente porque aquí lo demás es ingenioso en términos de estructura y formato, pero no tanto desde lo anecdótico. O, al menos, no se lo logra transmitir con la potencia suficiente.
Agüero ejercita con lo que sería un falso banco de pruebas cinematográfico (algo que ya ha hecho José Luis Torres Leiva, con su colaboración, en EL VIENTO SABE QUE VUELVO A CASA), una mezcla de ensayos para una película que nunca se hará en la que un actor interpreta a un personaje, el propio director aparece, se repiten escenas, se corta, se vuelve a probar y se va contando una historia que combina el pasado y el presente sin caer en las tradiciones del relato de época.
La historia aquí tiene que ver con un tal Gustave Verniory, un ingeniero belga que escribió unos diarios de su viaje por Chile a fines del siglo XIX, país al que había llegado para construir un tramo del ferrocarril en el sur del país. En ese diario, Verniory iría dando cuenta también de la ocupación de las tierras por parte del ejército chileno, un proceso violento que se conoció como pacificación y que, sinceramente, es más claro y directo contado a cámara por un descendiente de las víctimas de ese genocidio. A la vez le agregará observaciones sobre la vida, la comida y otras costumbres que fue viendo en ese, para él, lejano y misterioso país.
El realizador de CIEN NIÑOS ESPERANDO UN TREN narra esto con un complejo repertorio de técnicas, lo cual por momentos es más interesante como procedimiento en sí que por sus resultados. Y ese es un de los potenciales inconvenientes de estas operaciones narrativas, ya que el espectador muchas veces se pierde o prefiere atender a los «gestos técnicos» (perdón por las metáforas futbolísticas, pero estamos cerca del Mundial) de cómo se estructuran y combinan los formatos que seguir una voz en off que se vuelve un tanto reiterativa.
Pero más allá de esos problemas, y especialmente cuando va más directamente al grano, NOTAS PARA UNA PELICULA es un detallado y brutal recuento de una época y de una herida no cerrada que aún sigue siendo un tema candente en Chile y también en algunas regiones de la Argentina. Agüero aporta material fotográfico de la época, imágenes de la llegada del tren filmada por los Lumiere (casi coincidentes en fecha y tema con las tareas del protagonista, interpretado por Alexis Mespreuve) y otros materiales de archivo, pero siempre manteniendo un pie en el tiempo presente, desde donde se filma, se cuenta, se vive y analiza esta historia. Ese ejercicio, además de generar un sistema narrativo, sirve fundamentalmente para entender que lo que se cuenta no es una historia de época sino que sigue siendo un tema clave que resuena en la vida actual.