Festival de Mar del Plata 2022: crítica de «Réduit», de Leon Schwitter
Un padre se lleva a su hijo de vacaciones a una cabaña en los Alpes y una vez allí el niño descubre que quizás el hombre tenga otros planes e ideas al respecto. En la Competencia Internacional.
Esta opera prima suiza, que tuvo su estreno mundial en el Festival de Mar del Plata, es un minimalista drama de montaña centrado en la relación entre un padre y su hijo. Si bien no parece de entrada ir por ese carril, en el fondo la opera prima de Schwitter tiene tanto que ver con un drama familiar como con títulos más apocalípticos como LA CARRETERA, basada en la novela de Cormac McCarthy.
El planteo narrativo parece (y es, de hecho) muy simple, ideal para rodaje pandémico. Todo parece bastante normal, casi inocente. Un padre separado viaja con su hijo a una cabaña que tiene en medio de los Alpes suizos a pasar lo que, parece, serán unos días de vacaciones. Todo aparenta ir dentro de los carriles esperados hasta que empezamos a sospechar que el padre quizás tenga otros objetivos. No se trata, necesariamente, de algún problema familiar (no es un secuestro, o al menos no en ese sentido) sino con algo más complejo, general.
En la casa el hombre tiene una suerte de búnker lleno de latas de comida y hasta máscaras de gas. Y pronto le está pidiendo a su hijo quedarse con él más tiempo, mientras le enseña a cazar y a disparar. A partir de comentarios sueltos vamos adivinando que el hombre está convencido que en cualquier momento llegará el fin del mundo –en apariencia, vía el cambio climático– y se está atrincherando para poder atravesarlo ahí junto a su hijo, al que quiere proteger.
El chico pasa de la comodidad vacacional al miedo ante lo que ve alrededor suyo y su primera reacción es intentar irse, escaparse. Pero luego, obligado a quedarse, empieza a preocuparse por un padre que no parece estar del todo bien de salud, ni física ni mentalmente. En este drama tan minimalista que no tiene a más personajes ni casi extras que ellos dos, RÉDUIT apuesta a hablar de la relación padre-hijo pero también de las angustias y los problemas de salud mental que pueden generar temas como el calentamiento global y la desesperación que rodea a muchas personas en función de un apocalipsis que, imaginan, será inminente.
Breve, seco, de pocas palabras y con suficientes idas, vueltas y cambios en los personajes como para no volverse monótono (aunque ese riesgo siempre está), esta película suiza no será una gran revelación ni un descubrimiento pero funciona bastante bien en relación a lo que se propone. Con un presupuesto bajo, un lugar que atrapa y abruma visualmente por sí solo, y dos personajes enredados en un problema que no tiene una solución del todo satisfactoria, Schwitter logra armar un pequeño pero inquietante drama que, de alguna manera, habla sobre el fin del mundo tal como lo conocemos.