Festival de Mar del Plata 2022: crítica de «So Much Tenderness», de Lina Rodríguez
Este drama de la realizadora colombiana radicada en Canadá se centra en una madre y su hija de Bogotá que tratan de adaptarse a una nueva vida en Toronto. En la Competencia Internacional.
La realizadora colombiana radicada en Colombia, directora de notables títulos como SEÑORITAS y MAÑANA A ESTA HORA, trata de aplicar su estilo observacional y naturalista a un tipo de historia de corte más tradicional, algo que en otras manos hasta podría haber sido un thriller sobre las peripecias de una familia de inmigrantes colombianos a Canadá que llegan allí huyendo de la violencia en su país. SO MUCH TENDERNESS es una película sobre distintos modos de adaptación: la de la madre y la hija que cambian de vida tras el asesinato de su padre y la de una realizadora que se mueve, un poco al menos, a territorios narrativos un tanto más clásicos.
Ya desde la primera escena esas adaptaciones están planteadas. Se trata de una secuencia que ocupa 20 minutos de los 120 que dura el film en la que se muestra cómo Aurora escapa a Canadá desde lo que parecen ser los Estados Unidos, escondida adentro del baúl de un auto. Es una serie de escenas propias de un thriller pero Rodríguez las narra distendiendo la tensión o bien organizándola de una manera aún más angustiante, con una curiosa conexión con las ideas del suspenso hitchockiano. Esconder a alguien en el baúl de un auto ya predispone a que toda traba, inconveniente y banal conversación estará atravesada por el miedo y los nervios.
Aurora (Noëlle Schönwald) logra entrar a Canadá y en la siguiente escena explica –también, con lujo de detalles– porqué se escapó de su país, cómo asesinaron a su marido, por qué motivos y su dolor por tener que haber dejado a su hija allí. Pero cuando todo parece ir por ese carril, SO MUCH TENDERNESS pegará un salto temporal un tanto difuso (son cinco años, quizás algunos más) y ya vemos a Aurora instalada en Toronto, hablando muy bien inglés, con muchos amigos expatriados y también locales, enseñando castellano, trabajando en un jardín de infantes y, sobre todo, con su hija ahora adolescente ya viviendo con ella.
De ahí en adelante la película seguirá en paralelo las vidas de ambas allí, con sus novios, problemas personales, amistades, vidas cotidianas y trabajos. Lucía (Natalia Aranguren) habla bien el idioma y tiene amigas, pero parece transmitir desde su mirada y postura física una profunda tristeza, casi existencial, ligada seguramente al trauma de la muerte de su padre y a tener que irse forzadamente de su país. Su madre, en cambio, parece más adaptada y hasta alegre.
Sin embargo un día, mientras viaja en el metro, Aurora se topa con un familiar que, ella cree, estuvo involucrado en la muerte de su marido. Su eje cambia, empieza a angustiarse, a preocuparse, a seguirlo y a tratar de pensar cómo manejar esa complicada situación. Es un elemento propio de un thriller que Rodríguez manejará desde un lugar humano, sin abandonar del todo los beats más propios de una película de suspenso. Si bien la película sigue siendo sobre las vidas cotidianas de madre e hija colombianas en Toronto, de vuelta hay una amenaza rondándolo todo. Oscureciéndolo.
SO MUCH TENDERNESS –estrenado en el Festival de Toronto y segundo film de 2022 de la directora tras el documental MIS DOS VOCES, conectado a este, que se vio en la Berlinale– transmite a partir de ese sistema una suerte de paralelo con los traumas de las protagonistas. Sean reales o no estas amenazas o más o menos vívidas sus pesadillas, el exilio forzoso lleva aparejado un permanente estado de angustia existencial. Se puede ver a las protagonistas viviendo buenos momentos, relacionándose con gente nueva, pero esa «espada de Damocles» es difícil quitársela. Y eso afecta además la relación entre la madre y la hija, ya que allí hay que lidiar con culpas y reproches acerca de lo que pasó.
El de Rodríguez es un drama inmigratorio diferente, ya que sostiene la mirada de una manera mucho más observacional que la mayoría de los films sobre personajes que viven este tipo de conflicto. Vemos situaciones cotidianas de la madre y la hija en extenso, a veces sobre temas completamente casuales y menores, algo que tenían las anteriores películas de la realizadora. Y eso, algunas veces, choca con la sensación de potencial peligro que las rodea. No todas las veces el drama observacional y el suspenso funcionan bien juntos y aquí la película tiene que manejarse en ese estrecho margen de acción.
Es una apuesta valiosa la que hace Rodríguez al elegir separarse de los modos tradicionales del relato de inmigrantes ligados a la violencia política. Están los temas pero el modo es propio, muy personal. De algún modo, lo que transmite SO MUCH TENDERNESS es que ese miedo, ese suspenso, ese trauma, está en la mente de las protagonistas (o de los que emigran forzosamente en general) y no podrán nunca sacárselo de encima del todo, por más «adaptados» que parezcan a sus nuevas vidas. Una parte importante de ellos se quedó allá, en el pasado, en Colombia, en casa. Y el dolor, el miedo y la angustia por lo que vivieron jamás se irán del todo.