Series: crítica de «Star Wars: Andor – Temporada 1», de Tony Gilroy (Disney+)

Series: crítica de «Star Wars: Andor – Temporada 1», de Tony Gilroy (Disney+)

La serie creada por el guionista de la saga Bourne es de lo mejor que ha dado la saga creada por George Lucas en mucho tiempo. Protagonizada por Diego Luna, se centra más en los conflictos políticos y económicos del universo en el que transcurre que en su aspecto mitológico. Por Disney+.

De todas las series que intentan hacer crecer al infinito y más allá la factoría STAR WARS, ANDOR es la mejor desde MANDALORIAN. Hay una verdad, una tensión y una inteligencia puestas en juego aquí que le son propias y que, a diferencia de las anteriores (aún de la protagonizada por Pedro Pascal abajo de un casco), le permiten correrse un poco a los márgenes del universo creado por George Lucas. La serie de Tony Gilroy no rompe ni quiebra nada dentro de ese mundo pero se aleja bastante del prototipo y de algunos de los tropos y personajes más vistos allí, sean jedis, siths, skywalkers, lightsabers o cualquier cosa que se relacione con «la fuerza».

No hay misticismo ni nada sobrenatural en ANDOR. Como ROGUE ONE, la película de la que funciona como larga precuela (sí, es la precuela de una precuela), la serie va a las bases de la rebelión, a las guerras y luchas de personas comunes por liberarse de los abusos de poder de un régimen político dictatorial, en paralelo a la conexión de todos ellos con el mundo de Leia, Luke y compañía. Es un relato clásico acerca de un sobreviviente, un ladrón sin ideales aparentes llamado Cassian Andor (Diego Luna), quien a partir de una serie de complicadas circunstancias que le toca atravesar, va pasando de ser un marginal a participar en algo que empieza a tomar la forma de una revolución.

SPOILERS DE ACA EN ADELANTE

La serie tiene doce episodios (más sobre eso luego) y, más que una larga película, puede describirse casi como cuatro películas en una. La primera de ellas está ligada a un crimen –en plan legítima defensa– cometido por Andor, su persecución por parte de los esbirros del Imperio y su fuga. La segunda está ligada a su implicación, en plan en principio puramente económico, en un grupo rebelde que intenta robar dinero de una unidad del Imperio ubicada en el planeta Aldhani. La tercera tendrá que ver con su caída en una curiosa prisión que funciona a la vez como fábrica. Y la cuarta, bueno, la que implica lo que sucede después de su fuga de allí…

Todo este viaje del héroe de Cassian incluye además algunos flashbacks a su pasado infantil (en el invadido planeta Kenari) y, gracias al tiempo que dan esos doce episodios, a poder explorar muchos otros personajes y mundos que se manejan a su alrededor, empezando por los manejos políticos y económicos en el imperio, la vida en el planeta Ferrix –casi un mundo entero de clase trabajadora– en donde él vive; sus amigos y «familiares» allí, diversos personajes de la Alianza Rebelde y los que funcionan como contactos políticos y económicos que se manejan por detrás, sin que se sepa muy bien para quién juegan.

Hay más de una veintena de personajes relativamente importantes a lo largo de la temporada, lo que permite la extensa participación de actores como Stellan Skarsgård, Adria Arjona, Fiona Shaw, Andy Serkis, Forest Whitaker y muchos otros, entre los que se destaca Denise Gough como la rival más directa de Andor, la que lo tiene entre ceja y ceja. Y si bien por momentos pueden ser demasiados, es una característica que sirve para darle a ANDOR la sensación de ser un universo formado por completo, con un creador que se ha preocupado por todos y cada uno de los detalles.

Gracias al realismo que maneja (dentro de lo posible en una serie de STAR WARS) y a un tipo de diseño de producción que la acerca más a un relato de ciencia ficción futurista con tintes más bélicos que épicos, más callejeros que intergalácticos, ANDOR logra también que las escenas de acción y suspenso funcionen más «pegadas a la Tierra» sin excesos de efectos especiales, evitando varios de los clichés de la saga. Sin ir más lejos, hasta los Stormtroopers –que usualmente son casi una broma por su torpeza e incapacidad de acertar un tiro– son efectivos y liquidan fríamente a bastantes personajes.

El único problema de ANDOR es el mismo problema de buena parte de las series: es demasiado larga. No necesita doce episodios para desarrollar su historia (que es la primera de dos temporadas), hay largas secuencias que se reiteran, personajes que pierden peso durante media docena de capítulos para luego regresar como si nada, secuencias de acción que se desarrollan a lo largo de tres episodios cada una (la preparación y el robo, por un lado, y la situación en la cárcel y la fuga posterior, por otro, podrían ser bastante más breves) y si bien la longitud permite la profundidad que busca Gilroy a la vez le genera a la serie una baja de tensión que se extiende más de lo aceptable en este tipo de estructuras. Con ocho episodios (diez, como máximo) podría haber sido una serie excelente. Así como está pierde unos puntos en esa caprichosa calificación.

De todos modos estamos ante una mirada y una forma de entender el universo STAR WARS que a mí es el que más me convence. Reconozco que lo que menos me interesa de la saga es su grandilocuente y un tanto bizarra mitología. Y que, en cambio, su costado de acción y aventuras con condimentos políticos y económicos me parece mucho más rico. Si uno tuviera en sus manos la posibilidad de darle a alguien las llaves del pack STAR WARS yo tendría a Tony Gilroy (director de MICHAEL CLAYTON, guionista de casi toda la saga BOURNE) entre los candidatos más fuertes para hacerlo. Es alguien que entiende que, en su núcleo más profundo, la saga creada por George Lucas puede transcurrir «hace mucho tiempo en una galaxia muy lejana» pero que, más que ninguna que otra cosa, habla del mundo en el que vivimos hoy.