Series: reseña de «Bienvenidos al Chippendales – Episodios 1/2», de Robert Siegel (Star+)

Series: reseña de «Bienvenidos al Chippendales – Episodios 1/2», de Robert Siegel (Star+)

Esta serie se centra en la controvertida y explosiva historia real del fundador del show de strippers masculino en la Los Angeles de 1980. Con Kumail Nanjiani, Murray Bartlett y Juliette Lewis. Todos los martes, un nuevo episodio en Star+.

Uno de los nichos más interesantes de la producción serial de los últimos años está ligado a los años ’70 y principios de los ’80 y, especialmente, a meterse en los mundos del sexo, la pornografía, la prostitución, todo aquello que hacía tan particular (hoy se diría tóxica) a esa época. Claro que para ser recuperada se le tuvo que cambiar el punto de vista y verla desde cierta perspectiva liberadora, pansexual, de empoderamiento femenino, de minorías, etcétera. BIENVENIDOS AL CHIPPENDALES se suma, en ese sentido, a series como THE DEUCE, MINX, GLOW y hasta a WINNING TIME, la historia de Los Angeles Lakers. Todas ellas compactan ese aspecto entre sórdido, pecaminoso, salvaje, descontrolado y un tanto peligroso de una década en la que la sexualidad estaba, por decirlo de algún modo, menos «regulada» y se movía en un territorio más riesgoso. A todo eso hay que sumarle aquí un costado, si se quiere, policial.

El primer episodio deja todos esos puntos en claro. Basada en la historia real de Somen «Steve» Banerjee (Kumail Nanjiani), arranca como la clásica historia de un enterpreneur que surge de la nada para lograr un impensado éxito. Somen era el gerente de una gasolinera en California con buenas ideas para los negocios que decidió dejar todo eso tras ahorrar 44 mil dólares y con ellos poner el lugar de sus sueños: un club de backgammon en Los Angeles. Admirador de Hugh Hefner (el creador de Playboy) y con ganas de convertirse en alguien como él, Steve (se cambió de nombre por los maltratos que recibía por su origen indio) creyó que con eso conseguiría el éxito deseado, pero no funcionó.

Allí aparecen dos personajes que le cambiarán la cara al negocio y a su vida: la modelo y Chica Playboy Dorothy Stratten (Nicola Peltz) y su marido Paul Snider (Dan Stevens), un buscavidas que se mete en el negocio con él acumulando fracasos. Dos cosas clave pasan en el primer episodio. Steve va con ellos a un boliche gay en California y se le ocurre la idea que definirá Chippendales: hacer un strip club para mujeres. Dorothy cree que será un gran negocio y se lanzan a ello. Y funciona muy bien. En un estilo más brusco y no el «sofisticado» (digamos) con el que se hizo famoso después, el plan funciona.

Lo que no funciona es la relación entre Stratten y Snider. Y si algo conocen de la historia oscura del Hollywood de esa época –o de la vida del cineasta Peter Bogdanovich– sabrán a qué me refiero. Si no lo saben, pueden chequearlo aquí o sorprenderse al ver la serie. La serie pasa, demasiado rápidamente para mí gusto, por ese episodio, y pronto se lo ve a Steve de vuelta en lo suyo, como si nada hubiera pasado. Y quien empieza a cobrar más peso aquí es Nick De Noia (Murray Bartlett, el conserje del hotel de la primera temporada de THE WHITE LOTUS), un coreógrafo que Steve contrata para hacer un poco más presentable y «elegante» su show, alguien que a su manera se adueñará del producto y tendrá lo que aparenta ser una competitiva relación con el dueño del lugar.

En su segundo episodio la serie da entrada a otros personajes que se suponen importantes. Por un lado, una joven mujer, Irene (Annaleigh Ashford), que se transforma en la contadora del lugar y evidente interés romántico de Steve; una diseñadora de ropa (Juliette Lewis, intensa como siempre) cuyo rol seguramente crecerá en los siguientes episodios y Otis (Quentin Plair), un bailarín y actor afroamericano que se transforma rápidamente en la gran estrella del lugar (las mujeres deliran por él), pero el hombre quiere algo más allí que ese rol de fetiche sexual.

En algún punto, hasta el título de la novela en la que se basó la serie puede funcionar como spoiler. Ya saben: gran parte de esto sucedió en la vida real y lo pueden encontrar con un par de clicks en Wikipedia. Pero quizás lo mejor sea no hacerlo y dejarse sorprender por cómo las cosas se van volviendo más complejas y oscuras. En estos dos episodios todo parece encaminado al éxito, pero las pistas de que algo más complicado hay por ahí no solo ya se vieron con lo sucedido entre Stratten y Snider (cuyo conflicto no tiene relación directa con Chippendales, aunque tampoco se lo explica mucho) sino a partir de las miradas, las tensiones y las formas en las que los personajes se conducen aún en «tiempos de vacas gordas». Si esto es así ahora, uno puede imaginarse lo que será después.

Una historia de ascenso y caída en el mundo del show business con un toque que hace recordar a los mundos de Martin Scorsese, al Paul Thomas Anderson de BOOGIE NIGHTS y LICORICE PIZZA y hasta el David O. Russell de AMERICAN HUSTLE, BIENVENIDOS AL CHIPPENDALES arranca de una manera más que promisoria. Más allá de cierto apuro en llegar a los «momentos claves» de la historia (el temor de las plataformas a perder espectadores de entrada llevan a meter demasiadas cosas de entrada), la miniserie creada por el guionista de EL LUCHADOR y creador de PAM & TOMMY, tiene todo para convertirse en uno de los éxitos de la temporada. Nostálgica y crítica a la vez, divertida y provocadora, nos vuelve a meter en ese universo desatado de música disco, excesos de cocaína, deseo sexual despreocupado (pre-HIV) y, sí, de violencia y abusos de todo tipo que fueron esos años.


NOTA: Les dejo otro plus de la serie, su banda sonora. Por ahora, solo de sus primeros dos episodios. Iré agregando los demás mientras vayan apareciendo.