Clásicos: crítica de «Jeanne Dielman, 23, Quai du Commerce, 1080 Bruxelles», de Chantal Akerman
Sorpresiva ganadora de la encuesta de la revista Sight & Sound que elige las mejores películas de la historia, este film de 1975 sigue las rutinas cotidianas de una ama de casa viuda que vive con su hijo.
En su pequeño departamento de Bruselas, Jeanne Dielman trabaja, acciona, hace cosas sin parar. A lo largo de 200 minutos, esta mujer viuda que vive con su hijo adolescente ha encontrado en la rutina metódica de las tareas domésticas un cierto orden, de esos que alejan angustias y tapan ansiedades. Al borde del TOC, Jeanne no se detiene nunca y repite sus pasos como si se estuviera de algún modo programada. El despertador que suena a la misma hora cada mañana, la preparación del café, prender la estufa, sacar a su hijo de la cama, ir a hacer las compras, lavar los platos, bañarse, cocinar, cuidar al bebé de una vecina, salir, tomar un café sola en un bar, volver, preparar la mesa, esperar a que el hijo vuelva, comer juntos, hacer la cama y así, todo de vuelta, todos los días hasta que el tiempo se acabe.
En medio de todo eso, sí, hay algo inusual, fuera de lo común, que Jeanne hace con la misma y mecánica precisión. A una hora determinada de la tarde la mujer recibe a un cliente, lo lleva a su cuarto y en el tiempo que tardan unas papas en hervir, tiene sexo por dinero. La prostitución es su modo de ganarse la vida y también una porción de tiempo marcada en su agenda diaria. El sistema es tan preciso y está tan fríamente calculado que, al despedir a sus clientes, ya sabe que es hora de sacar las papas del fuego y empezar a preparar la cena para esperar a su hijo.
Las actividades diarias de Jeanne pueden parecer intrascendentes –y acaso, en cierto sentido, lo sean– pero a la vez son las que sostienen la arquitectura emocional de esa familia sola, rota, en la que los miedos y angustias se tapan con procedimientos. Madre e hijo casi nunca hablan y, cuando él lo hace, sus comentarios resultan un tanto incómodos, de curiosa –entre inocente y enfermiza– temática sexual. Lo mismo pasa con la gente que la rodea: los diálogos que tiene con ellos son pocos, raros y sus interlocutores casi invisibles. El mundo de Jeanne es cerrado, asfixiante para los que lo miramos de afuera pero curiosamente tranquilizador para ella.
Akerman estructura la película a lo largo de tres días en la vida de la protagonista. Y lo hace de un modo que hoy es habitual en el cine de autor y de festivales pero que en 1975, cuando JEANNE DIELMAN se estrenó –en la Quincena de Realizadores de Cannes– era inusual, con sus modos más cercanos a los del cine experimental que a los del más «convencional» y dramático. Usando recursos que algunos calificarían como «contemplativos», la realizadora filma cada escena en tiempo real, con la cámara fija e inmóvil –aún cuando ella entra o sale de cuadro mientras hace sus tareas–, sosteniendo los planos por un tiempo más largo de lo que dura la acción en sí y manteniendo siempre una similar distancia con el personaje. La realizadora también pone énfasis, amplificándolo, en el sonido de las cosas: del agua corriendo, del gas saliendo de las hornallas y de la estufa, de los utensilios al cocinar o comer, de las puertas al abrirse y cerrarse, y hasta del click que hace al prender y apagar las luces cada vez que entra o sale de uno de los cuartos.
Promediando el film, lo que parece un registro documental/experimental sobre la vida cotidiana de una ama de casa empieza de a poco a enrarecerse. Por motivos que parecen nimios o intrascendentes (la comida que se pasa y una compra que hay que hacer de urgencia para reemplazarla, un botón que falta en un saco, una leche quizás en mal estado, una alarma puesta a la hora equivocada), Jeanne empieza a perder la robótica calma con la que procedía hasta entonces. Dentro de la minimalista propuesta ese brote de nerviosismo y ansiedad tiene la fuerza de un huracán. De ahí en adelante sabremos que las cosas no harán más que seguir enredándose, con consecuencias acaso imprevisibles. ¿Cuáles? ¿Cómo? No lo sabemos, pero en un momento determinado JEANNE DIELMAN pasa a convertirse en la más metódica y angustiante película de suspenso.
Estrenada en plena segunda ola del feminismo, la película de Akerman fue vista y analizada dentro de ese contexto, pensada como una suerte de «via crucis» de una mujer controlada por los deseos y necesidades de los hombres: sus clientes, su hijo que la ignora o incomoda, las presiones familiares para volverse a casar (tiene una prima en Canadá que le escribe insistente al respecto) y hasta algún casual bullying en la calle. Su manera de «liberarse» de ese yugo patriarcal no será del todo convencional –ni socialmente aceptable–, pero es el modo que encuentra cuando se da cuenta que esa dominación invade sus zonas más íntimas, las que no parece estar dispuesta a compartir con nadie.
Akerman ha dicho más de una vez que no necesariamente ve a su protagonista como una heroína feminista, que de algún modo Jeanne es un homenaje a las mujeres que trabajan en sus casas, recordando rutinas similares de su madre y su abuela, a las que ella veía hacer lo mismo cuando era pequeña. Lo que parecía interesarle más que nada a la realizadora de NEWS FROM HOME y LA CAUTIVA–que se suicidó a los 65 años, en 2015– eran los estrictos procedimientos formales, cómo contar una historia sin «contar una historia», cómo utilizar precisos y rigurosos mecanismos de puesta en escena para hacer entrar al espectador en un mundo táctil, palpable e hiperrealista.
Despojada de cualquier resabio literario o teatral –tampoco existe interés aquí por interpretar psicológicamente a la protagonista–, JEANNE DIELMAN es cine en estado puro: radical, exigente, desafiante. Y su influencia –que puede reconocerse en el cine de Abbas Kiarostami, Gus van Sant, Pedro Costa, Apichatpong Weerasethakul, Lisandro Alonso, Lav Diaz o Tsai Ming-liang, entre muchos otros– pasa fundamentalmente por ahí. Más allá de los rankings, las votaciones y las revaluaciones históricas (si merece o no el primer lugar en la encuesta de Sight & Sound es, en el fondo, irrelevante), la película de Akerman es un pilar incuestionable de un modo de entender el cine como un arte que trabaja, fundamentalmente, con el tiempo y el espacio.
Me parece exagerada que sea nombrada la mejor pelicula de la historia !!! un filme con diálogos vacíos o casi inexistentes, con tomas largas y aburridas que no conducen a nada, bueno en fin así son los críticos del cine, en mi opinión una pelicula mala.
Los pseudo intelectuales de hoy en día, voceros de la dictadura progre, diseñan su hipócrita superioridad moral a partir de premiar películas que son realmente intrascendentes e insoportables, excepto para ellos mismos.
Película infumable, malísima, desesperante.
Una película terriblemente densa, aburrida y que no REPRESENTA PARA NADA a las mujeres . Ni siquiera pensándola en el.contexto social y hemporal en que se ubica. Muestra una persona con grave desorden emocional, no puede considerarse película feminista ni ahí. Nombrarla mejor película!! Es de progresia culturosa de gente que podrá entender de cine ( dudo) pero seguro no entiende nada sobre personas y menos sobre mujeres.
Un fiasco. Inmirable.
En principio me parece bien que a la hora de elegir las mejores películas de la historia del cine se tengan en cuenta a las mujeres directoras que han generado grandes películas.
El tema de cuál es la mejor película de todos los tiempos es más complejo porque los gustos de les espectadores varían con el tiempo y están condicionados por la historia.
La película de casi 200 minutos trata del aburrimiento que tiene la protagonista, que se transmite al espectador, en una puesta minimalista con escenas donde una mujer realiza tareas hogareñas como lavar, cocinar, bañarse y limpiar todos los lugares que utiliza de su casa, que se tornan insoportables.
El relato estructurado en tres días (el primero que es introductorio dura 40 minutos y los dos que le siguen 80 minutos cada uno) recorre la gris y rutinaria existencia de Jeanne Dielman, una mujer cercana a los 50 años, viuda y con un hijo adolescente
El primer día se centra en la rutina de la casa y la relación casi sin diálogos entre madre e hijo generando la pregunta sobre cuál es el sustento económico de ese hogar.
El segundo día responde a esa pregunta y se ve a Jeanne relacionarse con un hombre que le paga por tener sexo con ella. Aquí la pregunta pasa a ser hasta cuándo va a seguir soportando esta miserable y alienante vida advirtiéndose que la protagonista está al borde de estallar a partir de la gestualidad de Jeanne, muy bien interpretada por la actriz Delphine Seyrig.
El tercer día es el estallido de Jeannea que no necesariamente es una solución a lo que sufre
Dicho todo esto no estoy de acuerdo que la película de la talentosa directora Chantal Akerman sea la mejor de la historia. Me pareció una buena película(7/10) aunque sobredimensionada. Me parece que LA LECCIÓN DE PIANO de Jane Campion es lo mejor que ha filmado en cine una mujer.
Vale lo mismo para la Argentina donde la inteligente y talentosa Lucrecias Martel filmó una buena película como LA CIÉNAGA (7/10) también sobredimensionada. Para mi la mejor película dirigida por una mujer en la Argentina por lejos es CAMILA de la enorme María Luisa Bemberg.
En cine tuvimos hace unos años La Guerra de las Patentes, y ahora nos llega la de las Listas de mejores películas, que promete ser tan dramática; incluso intritante como la Final Argentina vs. Francia. Pues sí, ¡menudo revuelo/revolución ha generado Jeanne Dielman! Respecto al tema un amigo me mencionó hace unos días El Gran Silencio, ¡y zas!, ¡bombillita! Porque para los católicos ésta sería la n. 1, para los luteranos Ordet, para los comunistas La Huelga, para los nazis Triunfo de la Voluntad, para los musulmanes El Mensajero de Dios, para los capitalistas Atlas Shrugged, para los budistas Pequeño Buda, para los Amish Único Testigo, para los existencialistas El Extranjero, para los hindúes Gandhi, para los fascistas Escipión el Africano etc.etc. ¿Por qué Jeanne Dielman en Sight & Sound? Porque al parecer entre sus votantes hay una mayoría de apologistas del Feminismo, y en esa obra se manifiestaría el aplastamiento de la mujer en la economía de mercado. Pero si somos democráticos tendríamos que considerar otras doctrinas sociales/políticas/económicas … Sólo que el Postulado sería: el feminismo (antes marxismo) es, según la izquierda brahmán, no una más de esas doctrinas que encubren la opresión, sino la Verdad, absoluta, que la desvela; además así se inicia el camino para su erradicación, para la Revolución. Por mi parte insisto, machaconamente, en estética/técnica/pintura/forma/ritmo en el Cine, y en base a ello afirmo que son posibles criterios objetivos para medir la excelencia en este dominio. De este modo se han elaborado durante decenios Listas, que han logrado el consenso de católicos, musulmanes, izquierdistas, jainas, presbiterianos, judíos, metodistas, sintoístas, budistas y demás.
No es fácil ver hoy una película tan transgresora en su momento sin tener en cuenta su contexto histórico y sociológico. Con esta carencia es de muy atrevidos valorar a la ligera este tipo de cine experimental de 1975.
No por ello, resulta evidente que es una película feminista que refleja una situación tan actual como el de las familias monoparentales. Tal vez, algo que ha existido siempre pero que hoy se da con tanta frecuencia que incluso existe apoyo estatal en países como España. Señal que algo hemos progresado.
En la película vemos a una mujer actuando como una máquina de precisión como muchos hemos visto a nuestras madres, tías y abuelas, capaces de llevar adelante ellas solas un imperio, sin pestañear. Hasta que se rompían. Todo por los suyos. Ellas, las últimas