Estrenos online: crítica de «Abrázame fuerte», de Mathieu Amalric (MUBI)

Estrenos online: crítica de «Abrázame fuerte», de Mathieu Amalric (MUBI)

Una mujer se separa de su familia y comienza un viaje que va de la realidad a la fantasía para lidiar con los cambios en este fascinante drama del actor y realizador francés. Estreno de MUBI.

El cine ha buscado muchas maneras de trabajar formalmente ciertas situaciones traumáticas. En ABRAZAME FUERTE, por ejemplo, el actor y director francés elige estructurar su relato haciendo una tenue y cambiante separación entre lo real y lo imaginario, una que podría calificarse como «impresionista»: cuando algo fuerte pasa en la vida de la protagonista, eso que llamamos realidad puede resquebrajarse, y ni ella ni los espectadores saben muy bien donde están parados. Aquí eso se refleja en procedimientos formales que intentan dar cuenta de esa fractura, tanto desde lo narrativo como desde lo audiovisual. Amalric hace aquí una película sobre la fragilidad mental desprovista de cualquier afectación «psicologista» más o menos convencional. Es la forma de la película la que da cuenta del trauma.

Es por eso, también, que es una película cuya trama es difícil de resumir en unos pocos párrafos ya que Amalric la va construyendo como piezas de un rompecabezas que solo sobre el final se pueden más o menos acomodar en la cabeza del espectador. Durante gran parte de sus 96 minutos, la película va metiéndose en la mente de una mujer llamada Clarisse (Vicky Krieps) a la que vemos, de entrada, abandonar a su familia, dejando a sus dos hijos –la mayor, Lucie y Paul, el menor– al cuidado de su marido Marc, con quienes vivía en una aparentemente tranquila casona en un pequeño pueblo.

Pero de a poco vamos notando que lo que vemos no es tan simple como parece. La línea narrativa de ella no coincide nunca con la de los otros tres: los chicos no parecen preocupados por su ausencia, las cosas que le van pasando a ella no tienen demasiada lógica espacio-temporal, los chicos crecen una cantidad de años un tanto desmesurada en función de lo que se observa y, en algún momento, hasta la doble línea narrativa empezará a cruzarse de modos que solo puede describirse como fantásticos. ¿Qué es lo que realmente está pasando acá? ¿Estamos viendo cosas en tiempos distintos? ¿O nos hemos metido tan adentro de la cabeza de Clarisse que ya no tenemos muy claro qué es real y qué no?

Amalric sostiene este puzzle bastante más que lo imaginable en éste, su sexto largometraje de ficción. Y lo más conveniente es que el espectador se entregue a las sensaciones que la película intenta transmitir en lugar de tratar de atar constantemente cabos ya que, es claro luego de un tiempo, lo fragmentado de la experiencia no es un capricho formal ni narrativo sino una serie de decisiones de montaje y puesta en escena que intentan reflejar esa disociación que Clarisse parece tener con lo que le pasó y le está pasando.

ABRAZAME FUERTE evita que ese lado, si se quiere, potencialmente psiquiátrico de su relato se vuelva obvio o subrayado. Al contrario, hasta cierto punto al menos el espectador bien puede tener la sensación de que la única rareza de la película tiene que ver con algo temporal, ligado a su propia estructura. Pero de a poco –a partir de algunas actitudes un tanto extrañas de Clarisse y de situaciones que claramente solo pueden existir en su perturbada cabeza–, Amalric nos permite ir viendo cómo su mundo termina por caerse a pedazos hasta literalmente desarmarse ante nuestros ojos.

A lo largo de su carrera como director, el actor de MUNICH y REYES Y REINA –entre muchísimas otras películas a ambos lados del Atlántico– ha siempre trabajado en esa zona un tanto gris en la que se mezclan la realidad y la fantasía, muchas veces mediante películas que dejan en evidencia su propia estructura. Films como LE STADE DE WIMBLEDON, TOURNEE, EL CUARTO AZUL y, especialmente, BARBARA trabajan en, mayor o menor medida, en esos márgenes del relato. Y lo hacen de un modo siempre muy creativo. Aquí, si bien por momentos los dispositivos puestos en juego amenazan con abrumar y llevarse puesto el núcleo dramático de la historia, la actuación nerviosa y hasta inquietante de Krieps, en plan Gena Rowlands en UNA MUJER BAJO INFLUENCIA, funciona como un misterio a resolver. El centro de un enigma existencial, la inestable conductora de un viaje al interior de nuestros temores más profundos.