Estrenos online: crítica de «Volcanes: la tragedia de Katia y Maurice Krafft (Disney+)
Este premiado documental, uno de los más fuertes candidatos al Oscar en su categoría, se centra en una pareja de volcanólogos que recorrieron el mundo filmando sus impresionantes y peligrosas erupciones. En Disney+.
Prefiero una vida corta e intensa que una larga y monótona», dice –palabras más, palabras menos–, Maurice Krafft, un hombre francés con una cierta tendencia a acercarse a los volcanes en erupción más de lo indicado por la lógica y la precaución, alguien que se anima a meterse en un lago lleno de ácido sulfúrico con una lancha barata y que sueña con construir algún tipo de embarcación por la que pueda navegar, literalmente, en ríos de lava. Junto a su mujer, Katia, fueron una famosa pareja de volcanólogos que se dedicó durante décadas a recorrer el mundo estudiando, filmando y fotografiando erupciones volcánicas allí donde se produjeran. ¿El objetivo? Uno de ellos, la belleza y la fascinación que esos fenómenos les producían. Otro, enseñar a la gente la ciencia de dichas explosiones para que estén preparados en el momento que una de ellas ocurra y evitar grandes pérdidas humanas. Y un tercero, acaso más inexplicable, que tiene que ver con la frase del principio.
La que cuenta el premiado documental de Sara Dosa es, además, una historia de amor, casi un indirecto e innombrable pacto suicida. Maurice y Katia se conocieron en los años ’60, se enamoraron y, fascinados con los volcanes y a la vez desencantados con el estado del mundo (la época de la guerra de Vietnam y las revueltas políticas reprimidas) decidieron dedicar sus vidas a explorarlos. Una tarea que tiene ciertas similitudes a la de Jacques Cousteau –sus gorros rojos y el constante filmarse a sí mismos dejan en claro esa influencia– pero en otro territorio, aún más peligroso: a los pies de los volcanes, poniendo sus vidas en riesgo permanentemente y, a la vez, capturando las imágenes más sublimes y dramáticamente bellas que se conocen de estas erupciones.
El documental de Dosa –que es uno de los dos que se estrenaron en festivales este año sobre la misma pareja, el otro dirigido nada menos que por Werner Herzog, una suerte de alma gemela de ambos– consiste fundamentalmente en contar su historia de vida y si se quiere romántica, pero quizás su mayor impacto esté producido por las imágenes en sí. Restauradas y prístinas (la gran mayoría parecen estar en 16mm.), capturan en toda su terrorífica espectacularidad muchísimos de los volcanes en actividad que hay en el mundo y que, explican ellos en muchas de las entrevistas que dieron, se dividen en dos: los rojos y los grises.
Los primeros, los más bellos de color anaranjado, con sus característicos ríos de lava, son los más predecibles y hasta manejables. Los otros, los grises, son explosiones devastadoras, inquietantes, de esas que se convierten en una invasora nube de alta velocidad que se lleva todo a su paso. VOLCANES (en inglés la película tiene el más poético título de FIRE OF LOVE) muestra, analiza y explica sus características, pero de todos modos el principal atractivo del film está puesto en los materiales en sí. Y, claro, en tratar de entender qué movilizó a ambos a llegar a algo que, como adelanta el título local de la película, no terminó bien. O sí, de acuerdo a los deseos de Maurice.
La pareja tenía sus diferencias. El era un geólogo, un tanto más arriesgado, impetuoso y fascinado por la espectacularidad de todo el proceso. Ella, geoquímica, se interesaba más por los detalles y era más precavida en ciertas cosas. Y esas diferencias serán fundamentales para entender no solo algunos momentos específicos de sus vidas sino también cómo servían para balancear su relación. Otro interesante logro de la película es que, a diferencia de muchas que trabajan temáticas similares, se centra en el terreno científico. Este tipo de fenómenos se lo presenta casi siempre ligado a cuestiones espirituales o mitológicas, pero la pareja jamás se vio tentada por entrar esos terrenos. Eran investigadores. No necesariamente con los pies del todo sobre la tierra, pero investigadores al fin.
La película de Dosa –distribuida por National Geographic y una de las más fuertes candidatas a quedarse con el Oscar en su categoría– está narrada, de principio a fin, por Miranda July. Y si bien hay aspectos de esa voz en off que son inteligentes y poéticos, por momentos la necesidad de tener a alguien hablando casi todo el tiempo sobre las imágenes es un tanto agotadora, lo mismo que algunas otras (innecesarias) metáforas visuales animadas. El material filmado por los Krafft es tan potente que por momentos casi todo lo demás se siente como superfluo, innecesario, más allá de lo mínimo indispensable para contextualizar lo que vemos.
De todas maneras, la historia es tan apasionante y las imágenes tan sorprendentes que esos problemas que suelen caracterizar a los documentales norteamericanos (ese subrayado, esa necesidad de explicar y darle sentido a cosas que son bastante más ambiguas que como se las suele analizar) son más tolerables que lo usual. Quizás los Krafft no hayan conseguido del todo desentrañar los misterios de las profundidades de la Tierra pero en sus décadas de exploración llegaron a encontrar –y compartir, en imágenes, con todo el mundo– su desgarradora belleza. Y, sobre todo, a vivir sus vidas como siempre quisieron hacerlo. Hasta el anunciado pero igualmente trágico final.