Series: crítica de «Tulsa King», de Taylor Sheridan y Terence Winter (Paramount+)

Series: crítica de «Tulsa King», de Taylor Sheridan y Terence Winter (Paramount+)

El actor de «Rocky» interpreta a un veterano mafioso neoyorquino que, tras salir de la cárcel, es forzado a irse a Tulsa, Oklahoma, y establecer allí su «imperio criminal». Estreno: 25 de diciembre por Paramount+.

La cara y la contextura física de Sylvester Stallone significa muchas cosas distintas para distintas generaciones. Para los que lo conocimos en su punto de máxima fama –a lo largo de los años ’80, entre las secuelas de ROCKY y RAMBO, apareciendo en películas como COBRA o HALCON— nos queda la impresión de ese tipo duro, hosco pero en el fondo sensible, un actor limitado en recursos pero carismático a su manera. En los ’90 hizo películas de acción con más presupuesto (RIESGO TOTAL, EL DEMOLEDOR, EL ESPECIALISTA) pero a la vez comedias y secuelas cada vez más anémicas de sus clásicos que lo hicieron ir perdiendo «mercado». Para la época de los grandes multiversos, Stallone era una mezcla de broma nostálgica y simpático recuerdo del pasado, por más esfuerzos puestos en darle continuidad a su carrera.

Pero luego llegó ROCKY BALBOA, CREED y con eso una nueva generación descubrió distintas facetas de este ícono del cine, alguien que se toma en serio y a la vez parodia un poco su pasado como violenta super-estrella de Hollywood, incluyendo tomarse en broma sus limitaciones actorales. Ese Stallone que es suma de todos los Stallone y que se logró ver en la reciente película NEMESIS vuelve acá con todo en TULSA KING, serie en la que juega con su imagen icónica y violenta pero a la vez lo introduce en un escenario distinto y un tipo de personajes que, pese a ser de origen italiano, hizo muy pocas veces: un capo mafioso.

Sylvester Stallone, TULSA KING

El punto de partida de esta serie de Taylor Sheridan –excelente guionista de HELL OR HIGH WATER y SICARIO, hoy convertido en el más exitoso showrunner de la TV estadounidense gracias a la épica mezcla de saga familiar y western YELLOWSTONE, protagonizada por Kevin Costner– es tan simple como efectivo. Stallone encarna a Dwight Manfredi, un capo mafioso italiano que se pasó 25 años en la cárcel guardando silencio sin delatar cómplices. Al salir y regresar a Nueva Jersey descubre que la nueva generación de líderes mafiosos no solo no lo valora ni respeta sino que lo mandan a Tulsa, Oklahoma, en el medio de la nada pero a la vez una tierra, a su manera, tan o más «salvaje» que Nueva York, a abrir un mercado allí para la «Cosa Nostra». Furioso con sus nuevos jefes (algo que deja en claro de entrada) viaja hacia allí.

Con sus trajes old fashioned, una manera de actuar que no se corresponde mucho con los actuales modelos masculinos pero a la vez con una rara apertura mental (él mismo comenta que en sus años de cárcel leyó mucho y da cierta gracia verlo a Sly con ediciones de Goethe y Shakespeare en su celda), Dwight va forjándose un camino en Tulsa como si fuera Brooklyn, armando un grupo de colaboradores –en algunos casos un tanto forzados– que viven de la venta ahora legal de marihuana. Otra cosa que la serie activa, pero por suerte no abusa, pasa por el hecho de que al estar 25 años en prisión, Dwight no está muy familiarizado con la tecnología actual, dándole al concepto de la serie un doble situación de «pez fuera del agua».

Se podría decir que triple, ya que esas zonas del país hoy están copadas por milicias de ultra-derecha que operan más o menos libremente mientras las autoridades miran para otro lado. Esos grupos también tienen intereses en los negocios en los que este extraño personaje que parece salido de SCARFACE o BUENOS MUCHACHOS viene a entrometerse. Es así que Stallone y su banda de aparentemente ineptos colaboradores (su improvisado chofer/asistente afroamericano, su asustado socio fumeta, otro ex convicto que es dueño de un bar, encarnados por Jay Will, Martin Starr y Garrett Hedlund, respectivamente) deberán lidiar con ellos, con las autoridades locales (Andrea Savage encarna a Stacy, una agente federal que tiene una relación con él y a la vez debe perseguirlo) y hasta con los capos mafiosos de Nueva York (allí aparece Domenick Lombardozzi, un veterano de THE WIRE), con los que sigue metiéndose en cada vez más serios problemas.

Jay Will, Stallone & Martin Starr, TULSA KING

A eso hay que sumarle el lado sentimental que es inevitable en un proyecto de este tipo en el que Stallone está metido. Un cuarto de siglo en la cárcel ha dejado sus daños familiares y hoy su hija (Tatiana Zappardino) no le habla ni atiende el teléfono, algunos amigos o familiares están muy enfermos o mueren, su hermana (Annabella Sciorra) tiene una relación ambigua con él y el hombre por momentos se plantea si seguir con esta vida o tratar de recuperar esas relaciones. Pero se sabe cómo son estas cosas: una vez metido con un pie adentro no hay muchas más formas de salir que no sean con los dos pies para afuera.

TULSA KING es una serie de gángsters pero también una comedia y muchas de las escenas de acción –al menos en los primeros cuatro episodios– están jugadas para ese lado, con enfrentamientos y golpizas graciosas, las citadas confusiones temporales, la broma de que Sly está muy viejo para ciertas cosas y la química que se da en el grupo protagonista. Pero a partir del quinto episodio (vi seis de los diez, los que ya se estrenaron en Estados Unidos), las cosas empiezan a tomar un cariz un tanto más serio, cruento y violento. Y uno supone que seguirá yendo para ese lado.

Se trata de una serie entretenida, simpática, clásica en su formato (como todo lo que hace Sheridan, que acá cuenta con Terence Winter, creador de BOARDWALK EMPIRE y veterano guionista de LOS SOPRANO, además de EL LOBO DE WALL STREET, como co-showrunner) que funciona muy bien en casi todo lo que se propone. No busca ser original ni dar nuevas vueltas de tuerca a ningún género: es un repaso canónico de distintos modelos del policial norteamericano (la película de gángsters, el western, el policial ochentoso a lo Walter Hill, la buddy movie, el melodrama familiar) para contar esta historia de segundas oportunidades, del viejo «luchador» (mafioso, en este caso) que intenta dar una última batalla cuando cree estar en mejores condiciones que sus más jóvenes rivales. Bah, en el fondo, quizás lo esté.

Sylvester Stallone, TULSA KING

Es un magnífico rol para Stallone, que pone todo su extraño carisma a disposición, conformando un personaje simpático pero también un tanto odioso, que se maneja con viejos códigos de honor y algunas conceptos un tanto arcaicos (se ve a sí mismo como el «hombre protector» y se mete en problemas por eso) pero alguien que a la vez reconoce que algunos cambios en el mundo tienen sentido. Pese a sus muy diferentes personalidades cinematográficas, el personaje de Sly bien podría haberlo hecho Clint Eastwood (quizás no serie un mafioso italiano, pero me entienden a lo que voy), ya que TULSA KING se conecta con las últimas películas de ese actor/realizador: historias de veteranos y cansados luchadores que todavía están dispuestos a demostrarles a los más jóvenes cómo se hacen las cosas. Para bien o para mal, así en la ficción como en la realidad, son tipos que no piensan dar el brazo a torcer.