Estrenos: crítica de «M3GAN», de George Johnstone
Esta exitosa comedia de terror y ciencia ficción se centra en una muñeca con inteligencia artificial que se toma demasiadas atribuciones a la hora de proteger a su «dueña». Estreno: jueves 19.
Mezcla de comedia negra, relato de ciencia ficción y film de horror sobre los peligros de la tecnología, M3GAN imagina una suerte de muñeca-robot que cuida y entretiene a una niña con problemas hasta que se torna, digamos, un tanto sobreprotectora de la criatura. Este exitoso film de la productora Blumhouse –su recaudación sorprendió a todo el mundo al arrimarse a los 100 millones de dólares en solo diez días con un costo de apenas 12 millones– apuesta, combinando humor y suspenso, a observar las relaciones y los miedos que existen respecto a los avances de la tecnología, particularmente en lo que tiene que ver con la inteligencia artificial y su uso por los niños.
El film del neocelandés Johnstone comienza con la publicidad de los llamados «PurrpetualPetz», unas mascotas manejadas vía iPad que fascinan a los chicos, una especie de Furbys que se venden por millones. Una de las obsesionadas por estos muñecos es la pequeña Cady (Violet McGraw), que va con sus padres a esquiar pero solo le interesa jugar con su bastante grosera mascota con inteligencia artificial. Un brutal accidente en una ruta sin visibilidad mata a sus padres y la niña queda, súbitamente, al cuidado de su tía Gemma (Allison Williams, la actriz de GIRLS y HUYE!), quien trabaja en la empresa que fabrica estos muñecos –ella se lo regaló a su sobrina, de hecho– y que no tiene mucho tiempo para dedicarle a esta pequeña perturbada y dolida que se siente más sola que nunca.
Gemma está trabajando en una muñeca robot mucho más realista que las mascotas llamada «M3GAN», pero las pruebas con el prototipo fallan una y otra vez, metiéndola en problemas con los dueños de la empresa, a quienes lo único que preocupa es sacar una versión más barata de los Petz para competir con sus imitadores. Obsesionada con seguir mejorando a M3GAN, Gemma se la lleva a su casa y la empieza a usar para que la ayude con el cuidado y entretenimiento de la niña. Gemma no le limita a su sobrina el tiempo para pasar con la tecnología. Al contrario, con tal de que la deje trabajar tranquila (como sucede con muchos padres) ella está feliz con que la chica esté entretenida, actitud que una psicóloga que las visita para ver la adaptación de la niña a su nueva vida cuestiona.
M3GAN es un muy impresionante robot hecho vía «animatronics» pero con varias escenas interpretadas por la actriz Amie Donald. Con la voz de Jenna Davis y la ayuda de efectos digitales, tiene un realismo llamativo aunque simpáticamente exagerado. Y sus comentarios, que se van volviendo más inteligentes y perspicaces al recibir más y más información sobre sus dueños, la van convirtiendo en una más de esa especie de familia. Pronto Cady y M3GAN se vuelven inseparables (juegan, bailan, saltan, cantan), pero la satisfacción de Gemma se empieza a transformar en preocupación cuando se da cuenta que el perro de la vecina que mordió a la pequeña aparece muerto. Y poco después lo mismo pasa con un niño que molesta a Cady en un campamento. ¿Será que M3GAN empezó a tomar decisiones por su cuenta y que estas no son muy «educativas» ni legales que digamos?
M3GAN no pretende volverse una seria exploración sobre el tema de la inteligencia artificial sino que usa los miedos típicos ligados al temor de que los productos y objetos con sistemas de veloz acopio de información empiecen a actuar a su antojo, un poco como sucedía en TERMINATOR pero en un plan más parecido, digamos, a Chucky. Y la película funciona porque la criatura es un gran logro, tanto desde su diseño hasta en su manera de moverse, pasando por cómo incorpora terminología de moda, canciones pop y pronto se vuelve irónica y maliciosa. Williams, una actriz que parece tener una misma mueca a lo largo de todo su carrera (una suerte de media risa tipo la Mona Lisa, que la hace parecer todo el tiempo un tanto fuera de la situación), también funciona porque ese desinterés que proyecta funciona muy bien con un personaje que, durante un buen tiempo al menos, no quiere tener que ocuparse de su sobrina y termina generando, en parte al menos, el problema en el que todos se meten.
Pero lo mejor de M3GAN es que no se toma nunca muy en serio a sí misma y que aún en los momentos más intensos y violentos mantiene el humor (negro, pero humor al fin) y un tono un tanto kitsch que la vuelve encantadora aún cuando la trama vaya por caminos previsibles. Se trata de una película –bah, de un personaje– que tendrá seguramente infinidad de secuelas y podría apostar a que dentro de una década estaremos todos agotados de los productos derivados de la factoría M3GAN. Pero por ahora disfrutamos de su novedosa aparición en un mercado que pocas veces apuesta por personajes y criaturas nuevas. El robot asesino no será del todo algo nuevo como concepto, pero la forma en la que M3GAN hace propio el concepto la vuelve espantosamente encantadora.