Premios Oscar: crítica de «To Leslie», de Michael Morris
Este drama trata sobre una mujer alcohólica que trata de rearmar su vida en medio de muchas dificultades. Controversia de por medio, Andrea Riseborough fue nominada al Oscar a mejor actriz por este papel.
Una de las grandes sorpresas del anuncio de los Oscars fue la nominación a mejor actriz de la británica Andrea Riseborough. Si bien algunos ya anticipaban que podía acercarse a las cinco finalistas, recién empezó a estar en los cálculos de muchos cuando una serie de colegas actores empezaron, hace unas pocas semanas, a escribir posteos en redes sociales hablando de lo buena que era su actuación en esta película que se había estrenado en salas unos meses atrás sin demasiada repercusión. No queda claro si fue una movida de prensa armada y paga tipo las que se hacen con «influencers» o algo más orgánico, generado a partir de la apreciación de la obra y la amistad de esos colegas con Riseborough, pero lo cierto es que esa cadena de favores empujada por nombres como Gwyneth Paltrow, Kate Winslet, Amy Adams, Cate Blanchett, Demi Moore, Mia Farrow, Charlize Theron, Edward Norton, Jennifer Aniston y Jane Fonda, entre otros, terminó dándole la nominación a la actriz de POSSESSOR, THE DEATH OF STALIN y la serie ZEROZEROZERO.
Su aparición en la terna generó controversias un tanto extrañas. Muchos se enojaron porque al ocupar ese lugar lo perdieron Viola Davis (THE WOMAN KING) y/o Danielle Deadwyler (TILL), lo que hizo que finalmente no quedara ninguna afroamericana nominada. Y la otra está más ligada al supuesto «privilegio» de tener actores famosos que apoyen tu candidatura y sean seguidos y leídos por miles de votantes de la Academia. En mi opinión, no le veo ningún problema a su modo de hacer campaña sin utilizar los métodos tradicionales de los avisos, las proyecciones con eventos, los regalitos y otros yeites que usan los estudios para que los votantes presten atención a sus candidatos. Y tampoco estaría en la cabeza de la actriz o de quienes llevaron su campaña adelante que, al promoverla, sí o sí se generaría un problema con el supuesto cupo racial de la categoría. Utilizaron medios actuales de difusión, les funcionó y listo.
La pregunta es otra: ¿es justificada la nominación? Sin entrar en comparaciones con las demás, creo que el trabajo de Riseborough aquí es notable, uno que podría haber caído en todos los clichés del género «película indie intensa» pero que no lo hace. O bien, logra pegar un giro interesante cuando parece que lo va a hacer. Opera prima en cine de Morris, un realizador inglés con mucha experiencia en series, incluyendo varios episodios de BETTER CALL SAUL, la película cuenta la historia de Leslie, una mujer de Texas de clase baja que –según se ve en imágenes televisivas al comenzar el film– ha ganado la lotería local, quedándose con 190 mil dólares con los que piensa reencauzar su vida. A juzgar por el tono y el desmedido entusiasmo de la chica, uno puede imaginarse que eso no sucedió.
Morris retoma el personaje seis años después. Leslie es ahora una mujer alcohólica, echada del motel en el que vive por falta de pago y que se va a vivir a un de su hijo James, un joven de 20 años al que dejó de ver todo ese tiempo. El chico la recibe con aprehensión, le pone como condición que no beba y se busque un trabajo o un plan de vida, pero apenas queda sola busca y roba dinero del roommate de su hijo y se va a comprar alcohol. Así sigue que hasta que James la descubre, la echa y la mujer vuelve a vivir en la calle.
Pronto la recibe una amiga de antes, Nancy (Alison Janney) con su pareja Dutch (Stephen Root), quienes tienen una incómoda relación con ella por algo que, evidentemente, sucedió en esos años en los que la mujer dilapidó todo su dinero y que se revelará más adelante. La relación empieza tensa y, apenas la encuentran otra vez bebiendo, la dejan afuera de su casa, obligándola otra vez a vivir en la calle, lo cual la lleva a atravesar otros inconvenientes más peligrosos.
Cuando todo parece empeorar por las circunstancias y por la imposibilidad de Leslie de cortar con su adicción, un tal Sweenie (el comediante y podcaster Marc Maron) la ve en mal estado –la mujer venía de una noche complicada–, le ofrece un trabajo limpiando cuartos en el motel del que él es encargado junto al extravagante Royal (André Royo, el mítico Bubbles de THE WIRE) y ella acepta. De allí en adelante, TO LESLIE lidiará con las dificultades que la mujer tendrá para salir de ese pozo, tratar de mantener el trabajo, tolerar las agresiones de algunas personas que la conocieron en su peor época (incluyendo a Nancy, Dutch y un tal Pete), no volver a beber e intentar, de alguna manera, rearmar su vida gracias al apoyo y la paciencia de sus llamativamente amables nuevos jefes.
Morris parte de un planteo visto varias veces en el cine independiente: la vida del alcohólico que lo ha perdido todo, que vive en las calles y al que le cuesta salir de esa vida y recuperar algo de lo que supo ser. Es un tipo de personaje que, en versión masculina, se retrotrae al de Dustin Hoffman en PERDIDOS EN LA NOCHE o ejemplos como el de Harry Dean Stanton en PARIS, TEXAS y hasta el personaje de Riley Keough en THE FLORIDA PROJECT. La Leslie de Riseborough entra en ese formato. Y cuando empieza la película uno teme que Leslie bordee el cliché de ese personaje white trash –alcohólico, gritón, malhablado y muy gesticulador– repetido en tantos otros films. Pero cuando todo parece ir por ese lado, el personaje empieza a cambiar y la actuación de la británica alcanza, ahí sí, niveles superlativos.
Es que el recorrido de Leslie es más complicado de lo que parece. Si uno ve la primera media hora de TO LESLIE pensará que la nominación a Riseborough no es otra cosa que la celebración de una actuación desbordada, brusca, desgarrada y un tanto excesiva, de esas que los actores gustan premiarse entre sí. Y si bien ese elemento no desaparece del todo, una vez que la mujer acepta ese trabajo en el motel lo que destaca es su lucha interna, la sensación que transmite de querer y no poder, de combatir contra demonios internos que no le permiten escapar a la adicción. Y ahí sí el personaje y la actuación alcanzan otros niveles.
La película no reinventa la pólvora ni presenta algo que no hayamos visto antes en mucho cine independiente sobre este mundo de bares de música country, peleas familiares, alcoholismo rampante y un clima de violencia siempre a punto de explotar. Pero la aparición de Sweeney (y la actuación de Maron) le da un giro a la historia y también al tipo de relato, haciéndolo más humano y menos brutal, más compasivo y menos cínico. Moore entiende a estos personajes y sabe que, pese a las tremendas cosas que pueden haber hecho o siguen haciendo, en ellos sigue latiendo el deseo de estar mejor, de salir de ese pozo. Pero raramente encuentran a personas que le extiendan una mano para hacerlo y que se las sostengan en las recaídas. Ese ángulo es el que convierte a TO LESLIE en una mejor película y a la de Riseborough en una actuación que bien merece estar nominada al Oscar, más allá de toda controversia…