Series: crítica de «1923», de Taylor Sheridan (Paramount+)

Series: crítica de «1923», de Taylor Sheridan (Paramount+)

Esta serie con formato de western, protagonizada por Harrison Ford y Helen Mirren, es una precuela de «Yellowstone» y se centra en lo que sucedió en ese rancho de Montana hace exactamente un siglo. En Paramount+, desde el domingo 5 de febrero.

Una serie, al tener como protagonistas a Harrison Ford y Helen Mirren, pone las expectativas muy altas, acaso demasiado. Desde esa perspectiva, se puede decir que 1923 no está a la altura de ese elenco, que su mezcla de western y soap opera no entra dentro de la categoría de «TV de prestigio» tan en boga en los últimos años. Pero si uno logra no pensar en esos términos y entender que, en realidad, la serie es parte de la saga iniciada con YELLOWSTONE y funciona a modo de precuela de aquella, hay que reconocer que es un producto efectivo, noble y bastante atractivo. No se llevará premios ni calificará en los rankings a mejor serie del año, pero si uno ama los géneros clásicos estadounidense en su versión más tradicional se topará con un producto más que agradable, con los temas clásicos del género.

Si no están al día con el «universo de Taylor Sheridan» quizás haga falta una puesta en contexto. El actor, guionista y director que se hizo conocido por sus guiones para SICARIO y, especialmente, SIN NADA QUE PERDER, está teniendo un enorme éxito con la serie YELLOWSTONE, protagonizada por Kevin Costner, una historia de rancheros en Montana que es uno de los mayores éxitos de la TV actual y ya va por su quinta temporada. Y a partir de ese éxito Sheridan ha armado una verdadera factoría en la cadena Paramount, con precuelas de esa serie (1883 fue la primera, 1923 es la segunda) y otros éxitos como TULSA KING o THE MAYOR OF KINGSTOWN, ambas de reciente estreno y no ligadas a esa historia troncal. Además, estrenará varias otras series nuevas a lo largo de 2023, tanto dentro del mundo YELLOWSTONE como por fuera de él.

No hace falta haber visto esa serie y tampoco 1883 para entender qué sucede acá, pero sin dudas sirve para establecer algunas conexiones emocionales con los personajes, que son familiares (tatarabuelos o más) del Clan Dutton que conocemos en la actualidad, y conocer más en detalle las relaciones entre los personajes. Las precuelas intentan contar cómo la familia llegó a ser una de las más poderosas de la región, empezando literalmente «de abajo». Para la época de 1923 los Dutton ya tienen un importante poder político y comercial en la región de Montana, donde controlan el rancho más grande de la zona.

Ford interpreta a Jacob Dutton, el patriarca de la familia, un cowboy veterano, duro y con pocas pulgas que no duda enfrentar de modo violento a todos los que intentan entrometerse, por distintos motivos, en su amplio territorio. Mirren es Cara Dutton, su igualmente tozuda y fuerte esposa. La pareja no ha tenido hijos pero funcionan como tales para sus sobrinos, que perdieron a sus padres. Uno de ellos, Spencer (Brandon Sklenar), ha vivido duras experiencias en la Primera Guerra, decidió no volver al rancho familiar y se dedica a cazar animales salvajes en Africa, donde vive también algunas aventuras un tanto peligrosas. El otro, John, sigue viviendo y trabajando en el rancho.

Armada con un formato de relatos paralelos, los cuatro primeros episodios de 1923 (los únicos estrenados hasta el momento, la temporada se completa con otros cuatro que arrancarán a verse en Estados Unidos a partir del 5 de febrero) se centran, por un lado, en el conflicto que Jacob tiene con Banner Creighton (Jerome Flynn), un ranchero con el que tiene una agria disputa territorial que se torna muy violenta y, por otro, en las experiencias de Spencer en Africa, lidiando con exploradores británicos y viviendo aventuras románticas con Alexandra –una excéntrica mujer inglesa que se enamora de él, interpretada por Julia Schlaepfer–, además de otras más violentas, con animales salvajes.

La tercera pata, un tanto menos desarrollada hasta el momento, se centra en las experiencias de Teonna Rainwater (Aminah Nieves), una joven nativo-americana que, maltratada en una institución religiosa cristiana que intenta imponerle violentamente sus hábitos y costumbres, responde agresivamente defendiendo sus costumbres y tradiciones. Hay otras historias más en paralelo, pero estas tres son las principales. Y todas ellas tienen la particularidad de ser llamativamente violentas, en especial en función del tipo de serie clásica, casi a la antigua, que es 1923. Es que si bien el formato puede ser un poco anticuado, Sheridan –que escribe todos los episodios, como acostumbra– actualiza la propuesta a partir de la decisión de ser frontal respecto a lo que era la vida en el Oeste norteamericano en la década de 1920.

La serie por momentos tiene un estilo un tanto en desuso, ligado al tono ampuloso de ciertas escenas románticas o de sexo (con escenas que parecen sacadas de los años ’90) y a un gusto un tanto excesivo por mostrar la belleza de los paisajes, además de los trabajados cuerpos de los más jóvenes protagonistas. Ese costado más «novelístico», en plan LEYENDAS DE PASION, por momentos le quita gravedad al asunto, como si Sheridan y Ben Richardson –director de los cuatro episodios– no pudieran evitar vender su serie como si fuera un romántico best seller cuando en realidad no es necesario hacerlo así. Los personajes y sus conflictos tienen los suficientes atractivos; y la serie no precisa ese costado soap opera para funcionar. Es un recurso que está en muchos otros productos televisivos de Sheridan y si existe es porque comercialmente le funciona: hay un objetivo puesto ahí en convocar a espectadores que quizás no mirarían un western puro y duro. Si uno logra pasar por alto esos momentos y escenas se topará con que 1923 tiene todo para ser un muy buen western moderno, con los temas que son omnipresentes en el género: las tradiciones del siglo XIX enfrentadas a los cambios culturales y tecnológicos del XX, las disputas territoriales y económicas, la corrupción política, el poder de la iglesia y hasta el maltrato de los pueblos originarios.

Pero, especialmente, tiene a una dupla carismática que funciona muy bien entre sí como es la que integran Ford y Mirren, que ya interpretaron a una pareja allá lejos y hace tiempo en la versión cinematográfica de LA COSTA MOSQUITO dirigida por Peter Weir. Al ver la naturalidad con la que Ford se conduce en estos escenarios uno se pregunta por qué el actor de la saga INDIANA JONES casi no ha hecho westerns, si bien algunas de sus películas tienen escenas que califican como tal. Su Jacob Dutton es un patriarca agresivo, por momentos furioso, que no teme ser cruel para defender a su familia y a su territorio. Y Ford lo encarna a la perfección. Y lo mismo pasa con Mirren, quien pese a ser británica (su personaje también lo es) parece haber crecido entre las vacas y las ovejas de un rancho de Montana. A falta de cuatro episodios de la primera temporada (se especula que 1923 tendrá solamente dos) es difícil saber si finalmente la serie estará a la altura de las expectativas. Por ahora, el crédito está más que abierto.