Series: crítica de «Shrinking», de Bill Lawrence y Brett Goldstein (Apple TV+)
Esta comedia dramática protagonizada por Jason Segel y Harrison Ford se centra en un psicólogo deprimido que utiliza peculiares mecanismos para tratar a sus pacientes. En Apple TV+ desde el viernes 27 de enero.
A mitad de camino entre una sitcom clásica y una película indie de los 2000, SHRINKING es una amable comedia dramática centrada en un psicólogo en crisis que no logra superar el duelo tras la muerte de su esposa. Es cierto, las palabras «comedia» y «muerte de su esposa» no suelen ir juntas en el mismo párrafo, pero ese suele ser el secreto de este tipo de historias, que pueden ser graciosas un segundo y emotivas al otro, siempre al borde de caer en lo sentimental pero sabiendo, la mayoría de las veces, donde y cuando cortar todo con una apropiada broma.
Todo empieza con un excelente gag. Un hombre se la pasa hasta la madrugada bebiendo (y más) con un par de prostitutas a los gritos en la piscina de su casa, en Pasadena, California. Al otro día, se levanta con una resaca fatal, sale de la cama, tiene una enorme cantidad de accidentes en la casa y andando en bicicleta hasta que llega a un centro de salud mental en el que atienden psicólogos. Corte al consultorio y vemos que el tipo no es el paciente sino el terapeuta. De algún modo esa secuencia resume tonalmente esta nueva serie de los creadores de TED LASSO, otro show que se caracteriza por una combinación similar de humor y eso que los griegos llaman pathos.
Jimmy Laird (el comediante Jason Segel, de HOW I MET YOUR MOTHER) es el psicólogo en cuestión, un tipo que vive en una pendiente de descontrol desde que su mujer murió, un año antes del comienzo de la serie. Tiene una hija adolescente llamada Alice (Lukita Maxwell) que está enojada con él por su manera de procesar el duelo y lo ignora por completo, y una pareja de vecinos, Liz y Derek (Christa Miller y Ted McGinley), que también está bastante harta pero que le tiene paciencia por la situación que atraviesa. De algún modo un tanto inexplicable, Jimmy sigue atendiendo pacientes aunque se quede dormido en las sesiones, se fastidie con lo que le cuentan y tienda a hablar más él de sus problemas con ellos que al revés.
El grupo se complementa con los colegas de Jimmy en el trabajo. Por un lado está Gaby (Jessica Williams), una simpática terapeuta afroamericana que atraviesa una complicada relación con su pareja alcohólica, y el jefe y mentor de ambos, Paul Rhoades (nada menos que Harrison Ford, que aparece en dos series a la vez –la otra es 1923— después de 45 años sin trabajar en televisión), un veterano psicólogo que está atravesando los inicios de la enfermedad de Parkinson. Sí, leyeron bien: un viudo, la mujer de un adicto y un tipo con Parkinson. A eso hay que sumarle a Sean (Luke Tennie), uno de los pacientes de Jimmy –el que más peso tiene en la historia– que estuvo en Afganistán y sufre de estrés postraumático. Y sí, sigue siendo una comedia.
Una de las decisiones que toma Jimmy para encauzar su vida, entretenerse o quizás solo por estar cansado de los plazos largos de la terapia clásica, es tomarse su trabajo de una forma un tanto peculiar. En lugar de esperar que los procesos y procedimientos de la terapia hagan sus efectos en sus pacientes, decide tomar el toro por las astas y convertirse ya no en un psicólogo de tipo conductista sino en una especie de amigo y consejero de ellos y ellas, alentándolos directamente a tomar ciertas decisiones y en muchos casos acompañándolos personalmente a llevarlas adelante. Algo que no funciona tan bien como parece –al menos, no de entrada– pero que genera varias situaciones graciosas.
La temporada le dará un lugar importante a la relación que tiene con Gaby –que es la única persona luminosa y optimista del grupo– y, en especial, a la más conflictiva que tiene con su hija, que lleva el duelo a su manera y que no tolera las actitudes ni la forma en la que su padre lidia con lo que sucedió. Y el otro eje fuerte lo llevará adelante Paul, un reconocido e inteligente psicólogo que es también un simpático gruñón como solo Harrison Ford puede interpretarlo. Además de sus idas y vueltas con Jimmy, el veterano Paul lidia con su enfermedad y con la complicada relación que tiene con su propia hija, con la que casi no se habla.
Si bien no será una serie recomendada por psicólogos (como pasó con los encargados de edificios al ver EL ENCARGADO, la serie con Guillermo Francella), la parte «terapeuta que cruza los límites» no es lo principal en SHRINKING. Salvo por el caso de Sean –paciente que se vuelve «amigo de la familia» y pasa a vivir en la casita del fondo de Jimmy–, los demás casos son apenas anecdóticos y sirven, más que nada, para ir mostrando los avances (y retrocesos) de Jimmy en su intención de salir del pozo depresivo en el que se encuentra. Todo esto, claro, contado en gran parte desde el humor y el absurdo, una combinación no tan diferente a la de TED LASSO en términos de ir y venir de momentos ridículos a otros emotivos.
Acá también todos los personajes parecen cruzarse todo el tiempo entre sí como si vivieran en un mismo edificio, esquema que los creadores (además de guionista, Goldstein es quien interpreta a Roy Kent en TED LASSO) aprovechan para ir tejiendo relaciones entre todos los secundarios: Gaby con Alice, Gaby con Liz, Liz con Alice, Alice con Paul, Alice con Sean, Sean con Gaby y así. A ellos hay que sumarles al amigo y abogado de Jimmy, Brian (Michael Urie), que también tiene sus traumas y temores familiares, los que se presentan con todo a la hora de decidirse a casarse con su novio.
Por momentos SHRINKING se vuelve un tanto reiterativa y simplona, una acumulación de momentos de comedia que no siempre funcionan y que parecen todo el tiempo buscar la cuerda emotiva fácil. En otros, las cosas parecen encaminarse y los episodios son más eficaces, especialmente cuando Segel –que es muy buen comediante físico– se enreda en situaciones que involucran algún tipo de caos alrededor suyo. Hay como una exagerada afectación por transformar todo en algún tipo de lección de vida que le da un carácter un tanto sentimental a la propuesta, pero como también sucede en TED LASSO el humor –a veces un tanto crudo y directo– la salva de caer en excesos.
Un innegable plus es tenerlo al actor de la saga Indiana Jones no solo haciendo televisión, sino una comedia, que es un género que ha hecho poco. Acá rescata su costado sarcástico y un tanto huraño de algunos de sus personajes clásicos, como el Han Solo de STAR WARS, para interpretar a un psicólogo veterano que, cada tanto, se da atracones de comida, alcohol y hasta algún que otro exceso con drogas. Si quieren ver al mítico Harrison Ford «fumado», SHRINKING es su serie. Sucede solo una vez en la vida y no hay que dejarlo pasar…