Estrenos online: crítica de «Sharper: un plan perfecto», de Benjamin Caron (Apple TV+)

Estrenos online: crítica de «Sharper: un plan perfecto», de Benjamin Caron (Apple TV+)

Este policial se centra en un grupo de estafadores que intenta llevar a cabo una compleja trampa. Con Julianne Moore, Sebastian Stan y John Lithgow. En Apple TV+.

El con man, casi una institución del cine negro estadounidense, no es exactamente un clásico estafador. Si bien puede englobarse dentro de esa categoría, el con man es la persona que logra que uno, voluntariamente, le entregue sus dineros ya que te ha convencido, con sus diversos trucos, que con eso le salvarás la vida o, más que nada, que uno mismo hará un gran negocio. Como el personaje de Ricardo Darín en NUEVE REINAS –o Saul Goodman en algunas de sus aventuras–, esta clase de estafadores te venderán un Rolex falso por diez veces lo que vale y quizás nunca te des cuenta del engaño.

SHARPER: UN PLAN PERFECTO es una historia que transcurre en ese mundo. Un poco como THE GRIFTERS, de Stephen Frears (aquí se conoció, en 1990, como AMBICIONES PROHIBIDAS), la película de Caron se construye como una serie de elaboradas estafas que pueden o no estar conectadas entre sí. Es la clase de película en la que es muy difícil narrar lo que sucede, ni siquiera en su primera parte, ya que cada nuevo episodio (que lleva el nombre de uno de los protagonistas) está entrelazado con el anterior. Pero haremos la prueba de ponerlos en tema.

SHARPER arranca cuando una chica llamada Sandra (Briana Middleton) va a comprar un libro a una librería, discretamente seduce a Tom (Justice Smith), el dueño del local y, al buscar plata en la billetera para pagar, descubre que no le anda la tarjeta de crédito y no tiene efectivo. El tipo, fascinado con la chica, le dice que se lo lleve y le pague cuando pueda. Ella dice que no al principio, pero termina aceptando. No, ese no es el truco sino el principio de uno más grande, complejo y elaborado que tiene, en esa escena, uno de sus puntos importantes. Será mucho más el dinero que perderá Tom al caer en las trampas de Sandra, pero esto recién empieza.

Cada episodio irá presentando otro nuevo personaje de esa estructura criminal de la que Sandra es parte, en un sistema que va yendo por lo general cada vez más atrás en el tiempo. Estará Max (Sebastian Stan), quien «descubre» y contrata a Sandra, y con quien prueba que pueden hacer muy bien estas trampas y trucos. Y luego estará Madeline (Julianne Moore), quien aparece recién promediando la película, una mujer a punto de casarse con un empresario millonario (John Lithgow), que alguna relación con Max tiene. No hay mucho más para contar aquí, solo dejar constancia de lo más evidente: nada es del todo lo que parece.

SHARPER tiene un guión inteligente (de Brian Gatewood y Alessandro Tanaka), uno que parece sacado de los clásicos del cine negro clase B de los años ’50, con sus relaciones románticas teñidas de sospechas y trampas, con personajes que afectan todo el tiempo un interés que no tienen por otras personas y que en todo momento tienen otros planes en la cabeza. En cierto punto, es una película en la que casi todos los actores actúan dos papeles a la vez: lo que son y lo que muestran ser para quedarse, fundamentalmente, con el dinero de los otros.

Pero así como la película juega con los códigos del cine de estafadores, a la vez su sistema empieza a volverse un tanto predecible con el correr de los episodios. Si bien hay revelaciones y sorpresas que llaman la atención, hay un punto en el que esperar el truco se vuelve inevitable. Y, lo que es peor, también es llamativamente detectable. Lo dice alguien que, por más películas que haya visto del género, siempre se termina sorprendiendo por las trampas, trucos y giros de los guiones. Salvo uno, acá me vi venir todas y cada una de las vueltas de tuerca de la historia.

Eso, de todos modos, no le hace perder del todo su efectividad. Por más que sepamos hacia dónde va y, más o menos, qué rol tendrá cada personaje en este juego de póquer en el que uno nunca sabe quién miente y quién no, la intriga está bastante bien dosificada y el nivel de los actores disimula los por momentos previsibles giros de guión. Moore, Stan, Lithgow y Middleton –una revelación– se divierten con el juego en el que están metidos y sus personajes se vuelven, sino creíbles, por lo menos entretenidos de ver. Y Caron (con amplio pasado en series de TV como THE CROWN y ANDOR) no pierde el tiempo en tratar de reinventar la rueda.

Es un tipo de película que necesita de la suspensión de incredulidad del espectador. Si uno entra a SHARPER a portarse como un «verosimilista», preocupado por cosas que no deberían o no podrían suceder como suceden, se quedará afuera de la propuesta. Caron y el elenco nos piden entregarnos al juego y esa es la mejor manera de encarar la experiencia. Es cierto, no será un juego tan fascinante como parece en un principio, pero cumplirá la función de entretener a los espectadores por un par de horas. No hay un clásico del género aquí para descubrir. Solo un medianamente efectivo policial negro que permitirá, por una vez, que el espectador pueda deducir más o menos correctamente qué cuernos está pasando. Si yo pude, puede cualquiera…