Series: reseña de «Rabbit Hole: Juego de mentiras – Episodios 1/2», de Glenn Ficarra y John Requa (Paramount+)

Series: reseña de «Rabbit Hole: Juego de mentiras – Episodios 1/2», de Glenn Ficarra y John Requa (Paramount+)

En este thriller con toques de comedia la estrella de «24» es perseguida por una serie de crímenes que, supuestamente, no cometió. Con Kiefer Sutherland y Charles Dance. En Paramount+.

Nunca vi más que algunos episodios de 24. En aquella época no veía demasiadas series de televisión y ese ahora mítico show protagonizado por Kiefer Sutherland, con 24 episodios por temporada, requería un compromiso de tiempo importante. Pero su influencia se ha hecho sentir en los thrillers de investigación y policiales que ocupan buena parte de la narración serializada contemporánea. RABBIT HOLE es una de esas series y el hecho de que Sutherland sea el protagonista lo hace más obvio. En algún sentido es bastante distinta que 24, pero funciona a partir de algunas características similares. Especialmente la idea de la acción y el movimiento constante.

Sutherland aquí no es parte de la ley sino que se ubica del otro lado. Cuando comienza la serie, John Weir –así se llama el personaje– se dedica al espionaje corporativo. A partir de una serie de situaciones vamos deduciendo que es el jefe de un pequeño grupo que se dedica a espiar y a crear/inventar informaciones falsas para manipular negocios y hacer dinero para una u otra compañía, llevándose una buena tajada. Una inicial escena de seducción en un hotel (en la que conoceremos a la abogada Hailey, interpretada por Meta Golding, que tendrá un papel importante luego) devela su perspicacia, obsesión para los detalles (hay algún tipo de TOC dando vueltas por ahí) y supuesta inteligencia para manipular situaciones y lograr hacer subir o bajar acciones de empresas y otros negociados de ese tipo.

Las cosas se complican cuando, junto a su equipo, le encomiendan hacer un trabajo en apariencia simple. A las órdenes de una compañía que analiza datos online (un tema importante de la serie), Weir tiene que «conectar» a una importante empresa con el gobierno de forma espuria para hacerla caer en el mercado en favor de otra –la que les paga– y es algo que, en una veloz y efectiva escena, hace sin aparentes problemas. Pero cuando va a cobrar su dinero no solo se da cuenta que lo acusan en la TV de haber matado a Edward Homm (Rob Yang) –el empleado federal involucrado en la negociación– sino que ve al tipo que lo contrató tirarse de un balcón.

Sintiéndose perseguido, Weir empezará a escapar, topándose con más y más problemas –accidentes, explosiones, posibles muertes y así– a cada paso. Convencido que Hailey tiene algo que ver en el asunto, decide ir a buscarla y averiguar quién es y qué es lo que está sucediendo. Weir tiene la impresión que está siendo víctima del mismo tipo de operativos que él suele realizar y tiene que entender qué pasa, descubrir quién lo hace y evitar morir en el intento. En paralelo, la serie irá incorporando escenas de su difícil infancia, con un padre misterioso, intenso y algo violento con el que tenía una relación de amor/odio y que, a juzgar por algunas actitudes, se dedicaba también a algún tipo de trabajo peligroso.

Ese es el comienzo de lo que será una rápida y feroz combinación de fuga e investigación. Hay una escena, al principio del primer episodio, en la que el tipo se confiesa en una iglesia tres días después de lo sucedido, lo que da la impresión de que todo transcurrirá en poco tiempo. No tan poco como las 24 horas de la clásica serie, pero no mucho más que eso tampoco. A la vez, algunas revelaciones permitirán sospechar que quizás el propio Weir no esté diciendo toda la verdad acerca de quién es y qué sabe.

Creada por Glenn Ficarra y John Requa, dupla conocida por películas como UNA PAREJA DESPAREJA, LOCO Y ESTUPIDO AMOR, la filmada en Argentina FOCUS y guiones como los de BAD SANTA y la serie PATRIOT, se trata de un thriller que, como otros de los realizados por la dupla, tiene una llamativa dosis de humor. Como en aquella película protagonizada por Will Smith y Margot Robbie, los creadores de la serie tienen un indudable talento para conectar complejas tramas de espionaje con buenos diálogos y personajes que tienen más gracia y simpatía que los habituales en este tipo de thrillers de conspiración.

Con solo dos episodios vistos –los que se estrenan hoy en Paramount– es difícil saber hasta qué punto la serie mantendrá cierta lógica y la mínima plausibilidad que se le puede requerir a este tipo de thrillers que parecen inspirados en los clásicos hitchcockianos sobre hombres en fuga como es el caso de INTRIGA INTERNACIONAL, entre otros. Por ahora, a su manera, lo viene consiguiendo. Sutherland parece hecho a medida para este tipo de productos y aún cuando se nota el paso del tiempo respecto a su Jack Bauer de veinte años atrás, es bastante creíble haciendo ese tipo de personaje que piensa mientras se mueve, que constante y obsesivamente cranea próximos pasos y analiza resultados. En las escenas de acción mano a mano quizás haya que hacer un mayor esfuerzo para convencerse de que liquida fácilmente a gente más joven, pero se acepta dentro de los códigos de la propuesta.

Habrá otros personajes importantes (y muy buenos actores como Charles Dance, entre otros) pero sería casi spoiler decir quiénes son en la trama y qué hacen ahí. Su compañía más permanente es la de Hailey y entre ambos le dan un costado de curiosa comedia romántica que por momentos parece tener RABBIT HOLE, ya que la dupla tiene una forma de comunicarse y discutir mientras investigan, se fugan o pelean que remeda, en el formato y tono de sus diálogos, a las comedias de enredos clásicas. Probablemente ese humor se vaya perdiendo cuando crezca el peligro, pero hasta aquí es uno de los elementos que aportan bastante para que uno pueda tomarse esta seguramente enorme conspiración con una pizca de bienvenida ligereza.