Series: reseña de «Succession – Temporada 4/Episodio 1», de Jesse Armstrong (HBO/HBO Max)
La última temporada de la serie sobre la familia que maneja un imperio mediático encuentra al padre más enfrentado que nunca con tres de sus hijos. Con Brian Cox, Jeremy Strong, Kieran Culkin y Sarah Snook. Desde el domingo 26, por HBO y HBO Max.
El combate siempre parece desigual. Por más caído que se lo vea, Logan Roy siempre tiene la última palabra, la carta ganadora, la que da el giro inesperado. Así sucedió al final de la temporada anterior (SPOILER de la T3) cuando parecía que sus tres hijos, unidos por una vez, lograban torcerle el brazo y no solo no pudieron sino que terminaron quedando afuera de todo. Así que al comenzar una nueva batalla, como la que se presagia tendrá lugar en el cuarto, uno entra al campo como sabiendo que el titán de los negocios seguramente ganará aún cuando no parezca capaz de hacerlo.
La última (última-última, aparentemente) temporada de SUCCESSION arranca un tiempo después del final de la anterior. Logan está a punto de vender su compañía a GoJo, el grupo tecnológico liderado por Lukas Matsson (Alexander Skarsgard) y se quedó con Tom (Matthew Macfadyen) como su principal aliado. Mientras festeja su cumpleaños («festeja» es una forma de decir, difícil sacarle la cara de tujes al hombre, especialmente cuando se sabe rodeado de chupamedias) y el primo Greg (Nicholas Braun) se manda otra de sus macanas al invitar a una desconocida a la fiesta como su cita –la chica no tiene mejor idea que pedirle a Logan una selfie–, los hermanos unidos parecen haber bajado un poco la guardia y están a punto de lanzar una web periodística que parece poca cosa en relación a los tamaños y billones con los que se maneja su padre.
Pero casi de casualidad una oportunidad de hacer negocios más grande aparecerá –ya verán quieness están involucrados; son viejos conocidos– y le será difícil al trío negarse a entrar allí, por más que esté un poco por fuera de sus reales posibilidades económicas y que papá Logan también la quiera. En el fondo, lo hace notar el cada vez más ácido Roman (Kieran Culkin), lo que quieren es enfrentar otra vez a la bestia y ganarle, aunque sea, un set en el partido de tenis medio perdido que son sus vidas. ¿Podrán?
Siendo la temporada final uno puede pensar que quizás las cosas cambien pero es difícil apostar contra la bestia, por más que se lo vea un tanto solo y frustrado. A tal punto es así que su forma de escapar de su propio cumpleaños es ir a comer con su guardia de seguridad y «usarlo» como amigo de turno para despejar sus propias dudas y miedos existenciales. De hecho, la reaparición de sus hijos en la pelea podría darle otra vida. ¿Necesita ganarles está batalla también? Probablemente no pero, ¿por qué no hacerlo?
Connor (Alan Ruck) es el único de los hermanos que sigue al lado de su padre, pero ni él está preocupado por su puesto ni a Logan le importa lo que Connor haga o deje de hacer. Metido en su campaña presidencial que aparenta ser bastante absurda (tiene que invertir millones, le dicen, para mantener el 1% de intención de voto que tiene según las encuestas), al tipo no lo tolera ni su pareja, que sigue junto a él por, bueno, ya se imaginan porqué.
La cuarta temporada de SUCCESSION no arranca con fuegos de artificio sino con la precisión que acostumbra para combinar el arte de la negociación comercial y el de la dramática comedia humana que la rodea. Por debajo de los billones de dólares que se tiran hay resentimientos varios y disputas de todo tipo. Lo principal pasa por ahora por Shiv (Sarah Snook), quien tiene dos objetivos en danza, ya que hay que sumar su revancha con su marido, que todavía no es ex del todo (están separados pero no divorciados) pero parece estar encaminado a serlo. Una escena sobre el final del primer episodio entre ambos deja en claro las otras cosas que pasan en medio de la batalla: allí se nota el carácter emocional de la disputa entre ambos, el dolor que conlleva la traición de Tom. Todas las batallas de SUCCESSION son, en el fondo, revanchas por asuntos pendientes.
El humor habitual de la serie sigue en pie y pasa fundamentalmente por Roman y Greg, uno desde la más rabiosa ironía y el otro desde su incorregible torpeza. Después de los devastadores eventos del fin de la temporada pasada –con confesión incluida– Kendall (Jeremy Strong) todavía no ha aparecido en toda su dimensión, pero ya se lo nota más activo y recuperado de lo que estaba entonces. Si a eso de le suma un comentario a último momento de Logan (ya verán acerca de qué) estamos a las puertas de otra fascinante temporada del otro juego de tronos que tiene HBO. Acá, para ganar, no hacen falta dragones lanzando fuego. El poder se consigue operando en los pasillos, levantando el teléfono en el momento justo y haciendo promesas que nadie sabe si puede cumplir.