Series: reseña de «The Mandalorian: Temporada 3 – Episodios 1/2», de Jon Favreau (Disney+)

Series: reseña de «The Mandalorian: Temporada 3 – Episodios 1/2», de Jon Favreau (Disney+)

La tercera temporada de la serie que es parte de la saga «Star Wars» regresa, al menos inicialmente, con un tono más infantil que las anteriores. Por Disney+.

Hay una línea fina, a veces casi indistinguible, entre un relato de acción y aventuras para todo público y uno que está más dedicado y decidido a capturar a un público infantil. Tengo la impresión, a lo largo de estas tres temporadas, que THE MANDALORIAN fue recorriendo el camino que va del primero al segundo. Siempre fue accesible, clásico, lleno de grandes eventos, escenas de acción y algunas más íntimas, pero con el correr de los episodios fue, por un lado, tomando una mayor conexión con la saga STAR WARS en general y volviéndose, a falta de un mejor término, una serie para chicos.

No hay nada malo en esto, solo que lo que se produce es una relación un tanto diferente, las expectativas cambian. ¿Cuáles son esas diferencias y en qué se notan? El éxito de Baby Yoda AKA Grogu, imagino, debe haber sido el puntapié a ese giro. Quizás los estudios de audiencia a Disney le dan más virados a una edad cada vez menor y es por eso que, especialmente en esta temporada, la serie parece decidida a mostrar reacciones, planos cortos y sonidos que Grogu hace ante casi cualquier circunstancia, una especie de Efecto Kuleshov generado a partir de conectar la cara del pequeño Yoda reaccionando ante casi todo.

Si a eso se le suma que cada vez más la serie consiste en Mando (Pedro Pascal o algunos de sus dobles de cuerpo, quienes en esta temporada por primera vez aparecen en los créditos) como casi el único actor humano ante una galería de criaturas diversas y droids de todo tipo hablando en sus lenguajes que, convengamos, también tienen algo de baby talk, por momentos THE MANDALORIAN coquetea con ser lo más parecido que el universo STAR WARS tiene a los TELETUBBIES.

Es un riesgo el que los creadores corren al jugarse tanto hacia ese territorio. En términos personales, recién promediando el segundo episodio, cuando Mando se mete en el medio de una serie de peligrosas y complicadas circunstancias en el planeta Mandalore mientras trata de recuperar su «buen nombre» dentro de una comunidad que lo ha exiliado, entendí que todavía había algo para mí –quiero decir, para un espectador adulto– en esta historia. Aparece allí cierta violencia y oscuridad, y por más que algunas de esas cosas se mezclen con contraplanos a Grogu, de ese modo la serie mantiene un balance que da en el blanco, al menos dentro del concepto «para toda la familia» que tenía de entrada.

Más allá de cierta infantilización del tono –que también se ve en las constantes explicaciones narrativas y en el personaje de Pelli Moto (Amy Sedaris) y en todos sus ayudantes–, THE MANDALORIAN procede de manera similar a las temporadas anteriores, yendo de un lugar a otro, en constante movimiento, solo que incorporando algunos de los sucesos de la fallida serie EL LIBRO DE BOBA FETT, en la que la dupla participaba y, de paso, deshaciendo parte de lo hecho al final de la Temporada 2.

Luego de una suerte de recorrido inicial para poner personajes y universo al día (justificando en el camino la ausencia de la actriz Gina Carano, que fue despedida del show), la trama lleva a Din/Mando a ese planeta de origen que hoy es un basural de lo que alguna vez supo ser. Tendrá, ahora sí, algún acompañante humano que lo ayude en la tarea (no spoilearé quién, aunque los que conocen algo del asunto lo imaginarán) y lo que parece ser una serie de desafíos un tanto más densos.

En lo personal, el mundo de las criaturas no humanas de STAR WARS es el que menos me interesa. Más allá de los personajes clásicos (R2D2, C3PO, Chewbacca y alguno más), el variopinto y «multicultural» universo de criaturitas de la saga me da un poco igual. Mi impresión es que, en el fondo, la saga es un recorrido humano, una serie de pruebas a superar y desafíos a resolver por parte de una serie de personajes, y ese tipo de «bichitos» deberían servir como breves apariciones, distracciones y relevos cómicos ocasionales. Cuando se les da más y más peso, la potencia de la película o serie corre riesgo de perderse en una juguetería un tanto anodina que funcionará muy bien a la hora de vender productos y regalos pero que no construyen demasiado como drama.

El ejemplo más claro es EL REGRESO DEL JEDI (1983), la tercera parte de la trilogía original y la más floja de las tres, plagada de criaturitas de todo tipo y más efectos especiales que otra cosa. Esta es, también, la tercera parte (en este caso temporada) de THE MANDALORIAN. Y por momentos tengo la sensación que, haciendo un paralelo con las originales STAR WARS, puede ir camino a convertirse en algo similar a EL REGRESO… Pero apenas van dos episodios y todo puede cambiar.