BAFICI 2023: crítica de «El hincha», de Renzo Cozza (Competencia Argentina)

Más que una combinación entre documental y ficción, la opera prima de Cozza, conocido como actor de varios cortos y largos del cine independiente local, es una película que apila capas de ficción diferentes con una base, si se quiere, documental. Cozza es heredero de una larga tradición riverplatense, con familiares que fueron directivos y hasta presidentes de River Plate a lo largo de los años hasta llegar a su hermano Stéfano, convertido en el vicepresidente más joven de la historia del club hace muy poco. 

Renzo fue a la escuela en el club, su familia vive pendiente de lo que pasa en el Monumental (hay ataques cardíacos en los clásicos y hasta alguno que no pudo soportarlos y falleció) pero a él no parece interesarle demasiado mucho todo eso. Ayuda a su hermano como una especie de modoso cadete cuando necesita dinero, pero su mundo es otro: el arte, el cine, el teatro, la literatura. Digamos que look y personalidad de hincha fanático futbolero tradicional no tiene, aunque consigue imitar más o menos bien el relato de un gol del “Tecla” Farías contra Banfield.

Pero quizás, en una existencia paralela que se propone imaginar, Renzo puede ser –o podría haber sido– eso. EL HINCHA es una comedia ligera que parece cabalgar entre dos ficciones paralelas. Una en la que el Renzo actor y director prepara una película en la que se imagina a sí mismo entrenando, con novia y metido en las típicas convenciones de una persona que vive pendiente del fútbol. En ella es un tipo un tanto recio y seguro de sí mismo. Y la otra, la que quizás sea más cercana a la realidad: la de Renzo con una pareja masculina (el actor/director Vladimir Durán), un chico miedoso, inseguro e hipocondríaco que aprende con dificultad a manejar y vive pensando que su pareja lo abandonará.

En esos mundos paralelos y ligeramente antagónicos se moverá EL HINCHA, una película que hace algunos cuestionamientos respecto a ciertos preconceptos ligados a la masculinidad, al fútbol y a los códigos y actitudes que ese tipo de pasiones supuestamente representan. En una extraordinaria escena “musical” que tiene lugar sobre el final, Cozza desafía esos prejuicios mientras corre y baila por las calles de Núñez vistiendo la clásica camiseta de River Plate. Quizás el fútbol, finalmente, no sea otra cosa que una complicada coreografía que cada uno baila como sabe, puede y quiere.