BAFICI 2023: crítica de «The New Greatness Case», de Anna Shishova (Competencia Internacional)
Este documental ganador de la Competencia Internacional del BAFICI se centra en un grupo de jóvenes perseguidos y encarcelados por el gobierno ruso en 2018.
Ganadora del Gran Premio del Jurado de la Competencia Internacional del BAFICI –premio que incluye a todos los largos y los cortos seleccionados, por lo que se lo considera el galardón principal más allá de que su nombre se presta a confusión–, THE NEW GREATNESS CASE aparece como película finlandesa pero es en realidad un documental ruso, centrado en la situación política que se vive en ese país bajo el gobierno de Vladimir Putin y poniendo el eje, específicamente, en un caso concreto: la persecución y encarcelamiento, en 2018, de un grupo de jóvenes que supuestamente militaban contra del gobierno y que se hacían llamar «New Greatness».
Lo de «supuestamente» viene a cuento de la propia lógica del caso. Con escenas filmadas en la clandestinidad, en los juicios, en las manifestaciones, en la casa de una de las integrantes de ese grupo (Anna Pavlikova, cuya situación es la central aquí, la que organiza el relato), el documental arranca con los jóvenes apenas salidos de la adolescencia que ya están recibiendo condenas por su actuación «subversiva» contra el gobierno. De a poco la voz en off de la realizadora nos irá contando los inicios del caso y mostrando imágenes de cámaras de seguridad o instaladas por la FSB, el Servicio de Seguridad Ruso.
En un clima de represión a cualquier tipo de manifestación crítica al gobierno, los «New Greatness» no son otra cosa que un grupo de amigos –la mayoría se conoció por las redes– que se juntan a hablar de cultura, política, ecología y de sus vidas y problemas. Críticos del gobierno, sí, pero muy pero muy lejos de poder considerarse un grupo terrorista, los jóvenes se reúnen a conversar y rápidamente son infiltrados por agentes del gobierno que no sólo instalan cámaras para seguir sus charlas sino que, integrándose al grupo, los empujan a manifestar su furia contra Putin. Como una suerte de profecía auto-cumplida, esos mismos infiltrados los denuncian, las autoridades los detienen y encierran. Como suele suceder en estos casos, un par de confesiones forzadas a los golpes a algunos de ellos terminarán por hacerlos quedar como culpables a los ojos de todos gracias a la difusión de los medios oficiales.
Pero THE NEW GREATNESS CASE, además de contar el caso en sí, se dedica a los intentos de la familia de Anna –su madre Julia, fundamentalmente– para liberarla de una inicial condena a prisión que podría extenderse de 15 a 20 años. Con manifestaciones, huelgas de hambre, haciéndose presente en los juzgados y comunicándose públicamente cómo y dónde puede, va tratando de mejorar la situación de su hija, que encima atraviesa problemas de salud estando detenida. Y el grueso del film pasará por ver qué es lo que pueden hacer ante un sistema mucho más poderoso que no les da lugar, los condena, margina y los coloca en la categoría de enemigos públicos.
Los hechos del documental son previos a la pandemia y, aún más, a la guerra con Ucrania, pero dejan en claro la existencia de un importante descontento social y especialmente juvenil contra el gobierno de Putin, en paralelo a una creciente represión. Con material inédito grabado en secreto y con el lógico nervio formal de ese tipo de captura de imágenes, el documental de Shishova es una muestra bastante evidente de las violaciones de los derechos humanos en un gobierno que funciona prácticamente como una dictadura convencional. Más allá de debates o puntos de vista, lo que THE NEW GREATNESS CASE deja en claro es el control casi absoluto del discurso público por parte del gobierno y los denodados esfuerzos de dar a conocer su punto de vista de aquellos que se oponen y que no tienen medios a su disposición. Y los enormes riesgos –de vida o muerte, literalmente– que corren al hacerlo.