FICIC 2023: crítica de «Poeta» («Akyn»), de Darezhan Omirbayev
En un viaje de trabajo un poeta kazajo se plantea si tiene sentido la poesía en un mundo globalizado y tecnológico como el contemporáneo. Película de apertura del FICIC 2023.
El reclamo puede ser viejo, parecer hasta trillado, pero el realizador kazajo encuentra la manera de volverlo, sino urgente, al menos relevante. La pregunta es clara: ¿hay lugar para la poesía en la vida moderna? ¿Existe el tiempo, el espacio y la circunstancia para dedicarle a ese arte en medio de ofertas de cientos de canales, de smartphones de propósitos múltiples y de una obsesión casi monotemática por el dinero? Uno casi que podría responder la pregunta con un «no» o un «muy poco» sin verla, pero AKYN intenta ir un poco más allá, adentrándose en la historia de un joven que insiste en seguir probando suerte con el olvidado o despreciado arte de escribir poesías.
La película arranca de un modo casi radical, con un debate entre media docena de compañeros de oficina hablando del tema, curiosamente todos sentados detrás de enormes computadoras. Hay una nostalgia por un arte perdido, parece, pero cuando una bonita secretaria entra a dejar algún papel todos dejan lo que están hablando y se dedican a mirarla, en silencio. Quizás lo poético pase allí por otro lado, quién sabe, pero lo cierto es que Didar (Yerdos Kanayev), el más joven del grupo y el que menos habla, observa lo que se dice. ¿Desaparecerán culturas enteras, hasta idiomas, si se deja por completo la poesía? ¿Terminará el mundo entero hablando solo en inglés y parte de una cultura falsamente «globalizada»?
No es necesariamente nostalgia lo que busca Ormibayev. Queda claro –en algunas historias del pasado que resuenan en el presente respecto a los que hoy son conocidos como «poetas nacionales»– que la ignorancia y la brutalidad contra ellos siempre estuvo ahí, que no es algo nuevo. Pero el recorrido personal del protagonista servirá para ver qué cosas se mantienen vivas y qué se han perdido en esta carrera para alejarse de la poesía, o de una mirada poética del mundo. Y así, mientras en etapas se cuenta la historia de Makhambet Otemisuly –siglos atrás ignorado, brutalizado y hoy celebrado–, POETA sigue las experiencias y viajes de Didar, el que no parece terminar de resignarse.
La película lo mostrará, a veces solo y en otras junto a su pareja, escuchar una oferta de escribir las memorias de una suerte de empresario (el dinero no vendría mal, pero…), visitar a amigos de la universidad que dejaron la literatura y hoy ganan mucha plata (mucha más que él) con restaurantes de moda, lo llevará a un shopping donde querer escuchar una conversación sobre poesía se vuelve una tarea imposible, lo conducirá a una conferencia donde hay muchísima menos gente que lo que se espera (aunque pese los pocos presentes de todos modos se produce una grata sorpresa) y lo llevará de viaje en un tren en el que Ormibayev intentará dotar a su película de la forma más natural y mundana de la poesía audiovisual.
Si el tema sigue siendo central en la cultura de Kazajistán, las películas del director de THE ROAD y STUDENT –su film más conocido, que es de 2012 y también su último largo de ficción hasta este, que debutó en la Berlinale 2022– deben sumarse a la memoria cultural y artística del país. En su cine la poesía aparece en el primer plano y sigue con nosotros mucho después de que termina el último.