Series: crítica de «La historia de Brooke Shields», de Lana Wilson (Star+)
Este documental de dos episodios cuenta la vida de la actriz y modelo centrándose especialmente en su infancia y adolescencia en la que actuó en películas e hizo publicidades hoy consideradas problemáticas por su temática sexual. En Star+.
Los documentales sobre las dificultades en las vidas de celebridades generan una extraña dualidad. Por un lado, hay algo de absurdo en ver lo problemáticas que pueden ser las vidas de personas que parecen tener una cómoda existencia, y en escuchar sus algo prefabricadas –y maquilladas para la ocasión– confesiones de problemas y sufrimientos. Por otro lado, es fascinante. Así como la televisión ha vivido de meter a los espectadores en las vidas privadas de los «ricos y famosos», las plataformas de streaming han reconvertido ese modelo hoy un tanto anticuado en lo que podríamos llamar el «documental confesional», en el que las propias celebridades cuentan sus vidas a partir de lo que podríamos llamar «superación de situaciones traumáticas».
PRETTY BABY: BROOKE SHIELDS (tal es su título original) tiene todo eso y algo más. Especialmente para los que tenemos una cierta edad y algo de memoria, este documental es un viaje en el tiempo a una época muy distinta a esta –finales de los ’70 y principios los ’80– en la que la relación entre la sexualidad y la cultura era bastante diferente a la actual. Shields estuvo en el medio de varias situaciones que hoy parecen llamativas y casi incomprensibles pero que en ese momento eran consideradas normales. Si a uno no le preocupa demasiado la vida de Shields, esta breve serie (son dos episodios de poco más de una hora por lo que casi podríamos calificarla como, ejem, una película) sirve como una muestra de esos cambios a lo largo de casi medio siglo.
Cualquier persona que vea hoy las publicidades y las películas que la bonita niña que era Shields hacía en los ’70 y principios de los ’80 podría no entender cómo alguien podía llevar a su hija a hacer ese tipo de papeles y avisos. No solo eso, sino a preguntarse también qué pasaba culturalmente entonces como para que ese tipo de cosas sean aceptadas y aceptables. Sería muy largo hacer aquí un análisis de cómo cambió la relación entre la sexualidad y el cine, la publicidad, la TV y la cultura en general, pero solo con ver algunas imágenes y escuchar ciertas entrevistas es evidente que nada es como era entonces. Para bien, en muchos sentidos. En otros, la discusión no está del todo cerrada.
Llevada por su particular madre –que no era ambiciosa en un sentido estricto sino un personaje entre necesitado, problemático y afectuoso a la que Brooke recuerda, especialmente en esa época, con cariño–, la niña ya de pequeña empezó a aparecer en fotos y películas publicitarias que hoy se ven excesivamente sugestivas y «provocadoras». Estamos hablando de una nena de menos de diez años a la que sacaban fotos o filmaban de maneras por lo menos discutibles. Transformada en una estrella que recorría todos los programas de televisión, Brooke se convirtió en algo así como una niña sex symbol. Y lo más raro –visto desde hoy– es que no parecía sorpresivo para nada.
Su madre Teri armó la carrera de Brooke a partir de eso y allí sí las cosas se volvieron un poco más risky. Películas como PRETTY BABY, de Louis Malle, en la que interpretó a una niña-prostituta y tuvo algunas escenas eróticas filmadas a los diez años, se ven hoy con cierta extrañeza. Para algunos todo puede ser shockeante, pero la película –que no está nada mal– fue al Festival de Cannes y transformó a Brooke en una estrella. El documental muestra la controversia que generó en los Estados Unidos y la defensa que madre e hija hacían de haber aceptado trabajar en ella. Desde hoy, Shields mira todo con distancia pero no juzga. Y eso es acaso lo más interesante que el documental tiene para ofrecer: un punto de vista que es crítico pero no acusatorio.
Salvo por algunas situaciones, Brooke no se torna tampoco en víctima, huye de ese rol lo más que puede y no culpa tampoco a su madre, más allá de que evidentemente hubo allí algunas situaciones complicadas. La serie mira a la cultura de la época con cierta molestia pero entiende que las protagonistas eran una madre y una hija que intentaban sobrevivir económicamente aprovechando ese mismo sistema. Si eso es ceder a las presiones del «patriarcado» o una muestra de «empoderamiento femenino» es una discusión para otro ámbito o momento, si bien la serie deja en claro que en las redes sociales hoy existe una problemática bastante similar.
Existirán otras películas en las que se explotará su sexualidad aún siendo menor de edad (dos éxitos de principios de los ’80 como LA LAGUNA AZUL y AMOR ETERNO) que provocarán más debates y controversias, pero no conviene adelantar mucho más acerca de la vida de Shields para los que no conocen su carrera o quizás escuchan ahora hablar de ella por primera vez. Muchas otras celebridades se cruzarán en su vida de distintos modos (Michael Jackson, Tom Cruise, el tenista Andre Agassi y otros), hará famosas publicidades, programas de TV y vivirá una serie de situaciones personales traumáticas, algunas de las cuales son conocidas mientras que otras se revelan en este documental.
Convencional por donde se lo mire pero con muchísimo y casi desconocido material de la época (las presentaciones televisivas de Brooke y su madre, los detrás de escenas de películas y publicidades, home movies, etcétera, son fascinantes), el documental es muy interesante en su primera hora, en la cual la vida personal de la actriz se cruza directamente con un tema clave que conecta aquella época con esta. En su segunda mitad –más allá de una compleja situación personal que ya verán cuál es–, la película bordea la autobiografía más típica acerca de una celebridad, con las idas y vueltas personales y laborales de su vida.
Filmado desde su punto de vista y con su consentimiento, no verán aquí opiniones que contradigan lo que ella u otros entrevistados (la actriz de OZARK, Laura Linney, es amiga de Shields desde la escuela primaria) cuentan acerca de la historia. Este tipo de documentales funcionan así, mezclando algo de vanity project cinematográfico con lo que solía ser una clásica autobiografía literaria. Y no tiene sentido pedirle otra cosa. Uno puede entrar a conocer la vida de Shields y finalmente terminar pensando más en cómo cambió el mundo en los últimos 50 años que en los detalles de su experiencia. Y ese es el valor principal que este film (o esta serie) tiene.