Series: crítica de «Pequeñas cosas hermosas», de Liz Tigelaar (Star+)

Series: crítica de «Pequeñas cosas hermosas», de Liz Tigelaar (Star+)

Una escritora que se acerca a los 50 años, frustrada con su vida y su carrera, consigue trabajo respondiendo correos personales para una revista y, en el proceso, repasa sus experiencias. Con Kathryn Hahn, por Star+.

Construida como guión a partir de una serie de elegantes y literarias columnas de auto-ayuda escritas por Cheryl Strayed bajo el seudónimo «Sugar» y publicadas luego en el libro titulado como la serie, TINY BEAUTIFUL THINGS es un elaborado artefacto dramático que, la mayor parte del tiempo, funciona muy bien, disimulando la compleja construcción que la sostiene y manteniendo una serie de arcos narrativos que le dan una lógica y, si se quiere, una coherencia interna. Todo, es cierto, se apoya en pilares clásicos y tradicionales (la palabra «amor» es central a toda la propuesta), pero salvo cuando la propia serie se toma demasiado en serio la parte «auto-ayuda» de las columnas, la propuesta funciona. Y, sobre todo, emociona.

Al principio todo parece bastante áspero y hasta incómodo. Kathryn Hahn interpreta a Clare Pierce con una energía neurótica que es tan desgastante para el espectador como debe haber sido para ella como actriz. Clare no tiene paz. Su marido la echó de la casa familiar cuando ella decidió darle a Lucas, su hermano menor, buena parte del dinero ahorrado para pagar la universidad de su hija adolescente (el mítico «college fund») y después de un tiempo a Clare no le quedó otra que dormir en el cuarto de una de las residentes del geriátrico en el que trabaja, a escondidas. Algo que, obviamente, no terminará bien.

Sin casa y acaso sin trabajo, odiada por su marido Danny (Quentin Plair) y por Rae (Tanzyn Crawford), su hija adolescente en cuya vida se mete y entorpece, Clare tiene otra situación traumática que la atormenta aún más: la muerte de su madre, Frankie. Si bien sucedió hace décadas, cuando ella iba a la universidad (Clare tiene 49 años ahora), no ha podido superarlo. No solo porque fue un cáncer fulminante sino porque la amaba profundamente y siente que le quedaron cuentas pendientes ahí. Interpretada por Merritt Wever, Frankie es una mujer cálida y amorosa con sus hijos, de los que se ocupa sola ya que el padre no está en el mapa. Por suerte, aparentemente.

La muerte de Frankie fue una especie de catalizador que rompió la vida de Clare en mil pedazos y de allí en adelante no ha logrado nunca hacer pie del todo en ninguna situación. Además de una clásica fuga para adelante repleta de sexo y drogas, fundamentalmente lo que se le frustró fue su carrera como escritora, ya que nunca pudo terminar la novela que le fue encargada luego de recibir un premio, décadas atrás. En su desesperada situación actual un viejo amigo le tira una línea de salvación ofreciéndole escribir columnas tipo «consultorio personal» en una publicación online. No hay dinero de por medio pero, desde la oscuridad de un seudónimo, Clare contestará a los lectores sus preguntas más íntimas y personales. Y lo hará preguntándoselas –y, en los hechos, tratando de respondérselas– a sí misma.

Esa estructura narrativa –cada episodio se organiza, más o menos, en función de un tema generado por una de estas cartas– es la que conduce los ocho episodios de alrededor de media hora que tiene PEQUEÑAS COSAS HERMOSAS. Es un artefacto narrativo utilizado muchas veces pero que funciona bastante bien, permitiendo que la serie vaya y venga por distintos temas mientras que a la vez la historia avanza en el tiempo presente. Pero lo que Tigelaar y su equipo de guionistas (y directores y editores) han creado es algo bastante más complejo y elaborado que requiere alguna explicación y que es, para mí al menos, el punto más delicado de la serie.

TINY BEAUTIFUL THINGS (título que no por casualidad suena parecido a LITTLE FIRES EVERYWHERE o BIG LITTLE LIES, ya que buena parte del equipo creativo viene de esas series, especialmente la acá productora Reese Whiterspoon, quien también protagonizó ALMA SALVAJE, película basada en una novela de Strayed) va y viene del presente al pasado todo el tiempo. No solo a modo de flashbacks sino muchas veces cruzando escenas como si sucedieran en el mismo momento. No es un recurso del género fantástico (hay algunas escenas de sueños pero son pocas) sino una manera de mostrar cómo los temas que trata en sus columnas repercuten a lo largo de su vida y cómo ciertos traumas de entonces siguen siendo angustiantes en el presente.

Se trata de una serie que trata de ser, como tanta novela de autor estadounidense de «mediana edad», divertida, inteligente, emotiva, irónica y, si se quiere, refinada. Y por lo general lo logra, gracias a la nerviosa y por momentos desgarradora actuación de Hahn, a perlitas reflexivas que el guión va encontrando y con las que muchas personas en sus cuarentas (especialmente mujeres) se podrán identificar, y a la manera en la que logra introducir ese contenido «literario» (sí, tiene mucha voz en off) de un modo audiovisual que es lírico pero usualmente no recargado.

Hay momentos, sin embargo, en los que la compleja arquitectura de la serie se desarma un poco, especialmente cuando los cruces temporales se vuelven demasiado reiterados y metafóricos, o cuando la serie intenta ponerse «poética» de un modo un tanto banal (sí, hay caballos blancos). Pero aún en esos momentos PEQUEÑAS COSAS… no pierde del todo la línea. Es que los personajes están muy bien construidos –el de Clare, más que nada, pero también su familia, su mejor amiga Amy (Michaela Watkins) y otros secundarios–, tienen mucho humor y se sienten tan reales que pueden soportar esos momentos en los que Tigelaar se pone un tanto pomposa a la hora de machacar al espectador con una idea.

Clare es un personaje reconocible. Contradictorio, áspero, de esas personas que se complican la vida y complican las de los demás la mayor parte de las veces sin poder evitarlo, aún a sabiendas de lo que están causando. Puede resultar para algunos un personaje un tanto irritante y hasta agresivo, pero es eso lo que también permite que la serie no se ponga excesivamente melodramática. TINY BEAUTIFUL THINGS intenta ser una serie sobre segundas (más bien terceras o cuartas) oportunidades en la vida de una persona que cree que ya no tendrá más y también una historia sobre la posibilidad de salvar todo aquello (esas «pequeñas cosas bellas») que uno pueda salvar en este mundo.