Series: reseña de «Grease: The Rise of the Pink Ladies – Episodios 1/2», de Annabel Oakes (Paramount+)

Series: reseña de «Grease: The Rise of the Pink Ladies – Episodios 1/2», de Annabel Oakes (Paramount+)

Esta comedia musical funciona como precuela de la película de 1979 y se centra en las historias de cuatro chicas que van a la escuela secundaria en 1954. En Paramount+.

El valor de las llamadas IP (siglas en inglés de Propiedad Intelectual) se ha vuelto incalculable. En un mercado de series saturado de productos y más productos, una de las pocas formas de establecerse, de ofrecer algo reconocible y quizás recordable, parece ser beber de materiales previamente conocidos, seguir utilizando (por no usar una palabra un poco más mordaz) historias o al menos títulos que tienen cierta fama. Así nos topamos hoy con series que remedan desde MENTIRAS VERDADERAS a ENTREVISTA CON UN VAMPIRO pasando por la inminente ATRACCION FATAL, UN EQUIPO MUY ESPECIAL o hasta una rareza como GIGOLO AMERICANO, entre muchas otras. Con un producto como GREASE, que empezó como musical en Broadway, se hizo famoso con una película de 1979 y luego tuvo secuelas y shows en vivo, era cuestión de tiempo hasta que llegara la serie de streaming.

Y aquí está GREASE: THE RISE OF THE PINK LADIES, que no es ni una adaptación de la película al formato serial sino una precuela que transcurre cuatro años antes en el mismo colegio de la original pero con personajes completamente diferentes (o casi completamente) y manteniendo el formato comedia musical. Además de esas, la diferencia principal tiene que ver con una relectura de época: la nueva GREASE (o VASELINA, como se la estrena y conoce en otros países de América Latina) tiene como protagonistas fundamentales a las chicas de la escuela Rydell, centrándose específicamente en los grupos que podríamos ahora denominar como minoritarios. Podrá estar ambientada en 1954 y tener canciones que combinan, un tanto forzadamente, esa época con algo más reciente, pero su guión está hecho post #MeToo.

Sus dos primeros episodios –los que estrena Paramount+ el viernes 7 de abril– conservan el tono, los colores, el movimiento y el espíritu de la película aunque pronto esa conexión empieza a desvanecerse. Si bien los personajes (y las actrices que las interpretan) son en su mayoría carismáticos, las canciones no son particularmente memorables y los conflictos y situaciones parecen telegrafiados de antemano. Todo lo que parece que va a pasar, pasa. Ese problema, que es uno que suelen tener los productos hechos para ser «políticamente correctos», se refleja de entrada en cada escena, secuencia, situación y personaje de esta cándida, simpática pero no particularmente interesante serie.

Las protagonistas son cuatro chicas que, para el cierre del segundo episodio, habrán conformado el grupito que da título a la serie: las Pink Ladies o Damas Rosadas. La protagonista principal es Jane (Marisa Davila), una chica que viene de Nueva York, se engancha en una relación con Buddy (Jason Schmidt), la estrella popular de fútbol americano del colegio, pero luego se desengaña cuando él y sus amigos hacen correr el rumor que ella es «una chica fácil». Todo esto sucede cuando Jane y Buddy, además, están por participar de una elección escolar.

Jane empieza a conectar con otras chicas que, por distintos motivos, son o se sienten marginadas en la Rydell High School. Ellas son Olivia (Cheyenne Isabel Wells), una chica latina sexy que ha tenido alguna situación problemática con un profesor; Cynthia (Ari Notartomaso), a la que le gusta estar con el grupito de varones con chaquetas de cuero del colegio (sí, los «Greasers» que por ahora tienen un rol secundario) y la que seguramente no tardará en tener su episodio de coming out sexual; y Nancy (Tricia Fukuhara), una chica asiática que solo parece pendiente de diseñar ropa y no tiene ningún interés en las fiestas o rumores sexuales que circulan por el colegio.

Son esos rumores, sutiles marginaciones y algunas situaciones un tanto más incómodas (ya en el segundo episodio se toca el tema del date rape cuando a las chicas les agregan algo en sus bebidas) las que van uniendo a las Pink Ladies detrás del proyecto, si se quiere, político que comanda Jane. Es que en su discurso como inusual candidata la chica asegura que en la escuela son más los alumnos que son como ellas y sueña con que se unan a su causa frente a los chicos y las chicas populares (y rubios) que solo hacen promesas huecas y conservadoras.

Todo esto funciona, además, como excusa para una serie de canciones que ponen en juego estos mismos temas. Y, lamentablemente, tras la versión inicial, modificada en su letra, del tema principal de GREASE, las demás canciones no están a la altura de las clásicas. No solo por su poco feliz mezcla de estilos del rock y el pop de los ’50 con modos de bailar y cantar (y producción) más actuales sino porque, básicamente, no son melodías demasiado recordables.

Por más esfuerzo y energía que el joven elenco le ponga a todo lo que se le cruza por delante (la docena de casi ignotos actores, cantantes y bailarines que la protagonizan dejan, por usar una frase deportiva, «todo en la cancha»), VASELINA: EL ORIGEN DE LAS DAMAS ROSADAS no termina por convencer. Su mirada doblemente retro a la época (son los 2020 mirando a los 1950 partiendo de un musical creado originalmente en los 1970) es más que forzada, su humor pocas veces logra el efecto deseado y, en el mejor de los casos, uno puede verla como un colorido y amable ejercicio de nostalgia teñido de la citada corrección política.

Habrá algunos guiños a las canciones, a las coreografías y a los personajes que interpretarían John Travolta, Olivia Newton-John y compañía en la película de 1979, pero este enésimo remedo derivado de HIGH SCHOOL MUSICAL –que, a su vez, deriva de la original GREASE, que deriva de incontables comedias musicales de escuela secundaria de los años ’50 y así– no puede evitar sentirse como otro caso de aprovechamiento al máximo de la famosa «Propiedad Intelectual».