Series: reseña de «Succession Ep. 4.3: Connor’s Wedding», de Jesse Armstrong y Mark Mylod (HBO, HBO Max)

Series: reseña de «Succession Ep. 4.3: Connor’s Wedding», de Jesse Armstrong y Mark Mylod (HBO, HBO Max)

Este episodio extraordinario y clave en la historia de la saga familiar cambia el futuro de los personajes de una manera sorpresiva. Crítica CON SPOILERS.

Esta es una reseña con SPOILERS. No hay otra manera de hacerla.

Hay ciertos episodios de televisión que pasan a la historia por distintos motivos. La mayoría de ellos lo hacen por asuntos estrictamente narrativos: algo importante, clave, radical o inimaginable sucedió en ellos y quedan para siempre en la memoria. Otros, los menos, lo hacen por asuntos más puramente formales: algunas escenas, secuencias, imágenes, un desafío técnico o una resolución narrativa inteligente o sorprendente que impacta. Pero pocos, poquísimos, lo hacen por las dos cosas. Tendría que buscar en la memoria pero solo se me ocurren algunos episodios de SOPRANOS, THE WIRE, MAD MEN o BREAKING BAD como ejemplos de series que lograron contar algo fuerte y, a la vez, tomaron para hacerlo serios riesgos formales. Y no solo eso, sino que a partir de esa propuesta, lograr conmover, emocionar hasta las lágrimas.

Seguramente se hablará por mucho tiempo de este episodio de la mejor serie de los últimos años. En principio, por su sorpresivo y central hecho: la muerte de Logan Roy, el patriarca de la familia, el personaje más fascinante, más odiado que amado pero siempre excepcional, que interpretó Brian Cox. Si bien se sabía que esta era la última temporada de la serie y que la muerte del veterano empresario era una clara posibilidad nadie se lo esperaba en un tercer episodio sobre un total de diez. A esa sorpresa hay que agregarle otra, que tiene aún más que ver con el modo de contarlo: su muerte sucede prácticamente fuera de campo y a pocos minutos de comenzado el episodio.

Jesse Armstrong y su equipo claramente pensaron mucho en cómo narrar este momento inevitable de SUCCESSION y de todas las opciones eligieron la más arriesgada. Cuando los hijos de Logan, en medio del barco en el que está teniendo lugar la boda de Connor, el mayor de ellos, se enteran de la muerte (o la casi segura muerte) de su padre lo hacen por teléfono, a partir del relato en vivo de Tom desde el avión en el que Logan y su equipo están viajando a hacer sus negocios en Suecia. Si bien se intenta crear algún tipo de suspenso respecto a su supervivencia, uno tiene bastante en claro que no hay mucho para hacer de entrada.

Mark Mylod, su director, no muestra en ningún momento qué es lo que pasó con Logan mientras, supuestamente, se descompone en el baño del avión y hay que franquear la puerta para sacarlo y hacerle una media hora que se narra prácticamente en tiempo real de CPR. Las propias compresiones son mostradas de lejos y fuera de foco, de una manera que congenia hábilmente pudor con suspenso. La cámara parece siempre estar en el lugar adecuado, lejos de cualquier exceso de morbo, con un respeto inusual para este tipo de productos. SUCCESSION podrá tener mucho de comedia pero Armstrong tiene muy en claro que con ciertas cosas no se juegan.

Y así es como el episodio se divide en tres grandes bloques con dos momentos fuertes elididos, sacados del recorrido temporal o visual. Así como nos enteramos de la muerte o la casi segura muerte de Logan (al principio da la impresión que puede salvarse) con el asunto ya casi cocinado, luego del tiempo dedicado al hecho en sí, Mylod da otro salto temporal que evita también mostrar las conclusiones, el operativo médico y todas las decisiones que se toman desde que el avión aterriza, por un lado, y desde que los hijos dejan el barco para ir a su encuentro. Así, la tensión aparente acerca de cómo comunicar la muerte a los medios (y quién lo redacta y lo hace) y el temor por la reacción de los mercados pasa velozmente, como corresponde a las sensaciones iniciales que se tienen en un suceso de tal sorpresa y magnitud. Nadie está todavía preparado para esas cosas.

De todos modos, lo central del episodio está en su largo bloque central en el que Roman, Kendall, Siobhan y Connor se van enterando vía llamado telefónico de Tom de lo que está sucediendo en el avión, casi un drama en tiempo real con cuatro hermanos shockeados tratando de entender qué es lo que está sucediendo en ese lugar. No hay video, ni tiempo de últimas palabras del fallecido, nada de eso. Apenas las cosas que los tres balbucean al teléfono que Tom pone en el oído de un Logan que, claramente, ya no escucha lo que le están diciendo. Son despedidas al aire, quebradas, entrecortadas, nerviosas e incrédulas de tres adultos (Connor participa bastante menos) que, de un momento a otro, viraron de rivales con su padre por el trono familiar a niños asustados y aturdidos que no entiende qué es lo que está sucediendo.

Esa serie de escenas son una pieza maestra de actuación, con los tres hermanos imposibilitados de expresar qué les pasa, abrazándose y agrediéndose, tratando de saber detalles y, de a poco, dándose cuenta que no hay más nada que hacer. Media hora de logística emocional que conmueve profundamente ya que, más allá que hayamos visto el bestial trato que se dan entre todos ellos (especialmente del padre hacia sus hijos), las primales sensaciones de un evento de este tipo superan cualquier tipo de dificultad momentánea. En las confusas palabras de los hijos al teléfono queda claro que, por más que quieran hablarle de lo que ha estado pasando, pronto se quedan en silencio, sin saber qué agregar, balbuceando como chicos.

Ya habrá tiempo de analizar las consecuencias empresariales de lo que vimos. La temprana muerte hace suponer que sucederán muchas cosas de aquí hasta el final y que todo lo demás que les pasa a los personajes –compras y ventas de empresas, posiciones de poder, tensiones internas, cotizaciones en el mercado, etcétera– empezará a tallar de ahora en adelante. En este episodio, en medio de una boda que ya era bastante rara aún antes de suceder (sí, da la impresión que Connor se casó igual), SUCCESSION lidió con la muerte de uno de los grandes personajes de la historia de la televisión y lo hizo de una manera única: sutil, inteligente, pudorosa, lejos de cualquier morbo o exhibicionismo y, más que cualquier otra cosa, logrando conmover a todos los que hemos estado siguiendo esta historia y a estos complicados personajes desde hace ya varios años.