Streaming: crítica de «Moonage Daydream», de Brett Morgen (HBO y HBO Max)
Este extraordinario y abrumador documental sobre David Bowie se apoya más que nada en imágenes inéditas, restaurados conciertos y entrevistas al músico británico. Estrena HBO el sábado 29 de abril a las 21. Disponible también en HBO Max.
Si había un artista que permitía, casi que pedía a gritos, una aproximación documental diferente a la media era David Bowie. Su manera de entender el concepto de verdad, realidad y autenticidad, de hecho, ponen en discusión el propio género del documental. Y, por otro lado, su deseo y necesidad permanente de salirse de la norma, de cambiar y experimentar no podía ser narrado de una manera tradicional y rudimentaria, de esas que combinan datos biográficos, archivos, entrevistas a expertos y análisis culturales variopintos.
Morgen lo sabía y se pasó cinco años, aparentemente, metiéndose en los archivos Bowie con el permiso de su familia y herederos. Y lo que logró acá es meritorio en muchos sentidos, más allá de algunas fallas. El primer logro, el más obvio, es haber restaurado y dado a conocer muchísimas filmaciones de Bowie, especialmente de los años ’70, en su mayoría shows en vivo y conciertos que se ven y se escuchan como si se hubieran filmado el año pasado. En ese sentido, MOONAGE DAYDREAM es una experiencia audiovisual impresionante.
El otro tiene que ver con haber evitado la biografía wikipédica (las tapas de discos, los años, las fechas y hasta las canciones más conocidas, al menos en sus versiones más escuchadas) y tratar de narrar la «experiencia Bowie» desde la propia presencia del artista: en vivo, en sus clips, filmado en distintos momentos de su vida y, especialmente, en las incontables entrevistas que dio. Todos lo saben pero este documental lo deja en evidencia: Bowie era un entrevistado de una lucidez impresionante, un tipo ingenioso, inteligente, culto, gracioso y capaz de entender y analizar su carrera como pocos pueden hacerlo o saben decirlo. No hacen falta «expertos». Bowie se cuenta a sí mismo mejor que nadie.
Es así como el director de KURT COBAIN: MONTAGE OF HECK –otro documental de rock que evitaba los clichés– transforma a su película sobre Bowie en una experiencia inmersiva, filosófico-musical, sobre el artista. Sus materiales parecen más de esos que uno se encuentra típicamente en libros sobre rock. Hay comentarios que el propio Bowie hace que podrían ser textos de autores tipo Greil Marcus o Simon Reynolds, especialmente por la manera en la que analiza su lugar en la historia del rock y sus cambiantes manifestaciones escénicas. A eso, el tipo le agrega lo que todos ya saben: grandes canciones y versiones en vivo impecables.
De hecho, la mayoría de las canciones de Bowie que se escuchan en el film son versiones en vivo. Y esa es otra gran idea. No se trata de un documental divulgativo sobre el artista. Morgen asume que los clásicos los escuchamos todos –o todos los que entran al cine– y lo que ofrece son demos, versiones en vivo y todo lo que solemos escuchar últimamente en esas ediciones aniversario expandidas de álbumes clásicos o, en el caso de Bowie, en sus recientes recopilatorios divididos en épocas de su carrera.
El único problema de MOONAGE DAYDREAM –que no es menor, lamentablemente– es que Morgen quiere meter demasiado y todo junto, que su intento de crear una «experiencia audiovisual» a veces se siente excesivamente recargado, como si no hubiera podido calibrar los tiempos y ritmos del relato. Entrevistas, canciones, imágenes (propias y de archivo) se cruzan, chocan, pelean por espacio y hasta por momentos abruman cuando deberían de vez en cuando «bajar un cambio» usando esas reflexiones de un modo más calmo. Acá la película se deja llevar por momentos por su propio ruido. Y si bien hay canciones e interpretaciones en vivo que se ven y escuchan completas (o casi), Morgen no parece tener la paciencia suficiente como para no interrumpir al mismo artista que está celebrando.
Todd Haynes también utilizó, en su documental sobre The Velvet Underground, modelos narrativos propios del cine experimental y no solo porque eran contemporáneos con la banda. Morgen maneja también esos recursos (sobreimpresiones, montajes rápidos abrumadores o asociativos de todo tipo), pero lo hace de un modo más acelerado y grandilocuente. Y si bien Bowie jugó a lo largo de su carrera con la idea de ser «una criatura espacial», por momentos la película vuelve demasiado literal ese asunto.
De todos modos, y más allá de ese ritmo atronador que tiene la propia factura del film, es imposible no caer rendido ante la grandeza de uno de los artistas claves del último medio siglo. MOONAGE DAYDREAM pone el eje en los ’70 y, tras los hits más comerciales de los ’80, pasa de manera bastante veloz el resto de su carrera (de otro modo, esto podría y quizás debería haber sido una serie), pero con eso alcanza y sobra para pintar muchas de las caras de un músico que, en menos de una década, tuvo más rostros y manejó más estilos que muchos músicos a lo largo de todas sus vidas.