BAFICI 2023/Estrenos: Crítica de “La sudestada”, de Daniel Casabé y Edgardo Dieleke
Un veterano detective privado es contratado por un hombre para que siga a su esposa que está teniendo comportamientos extraños en este policial negro argentino.
El detective privado, personaje clásico de la literatura policíaca mundial, tiene sus características particulares cuando se lo traslada al Río de la Plata. No es que todos los «sabuesos» de este tipo tengan que ser así, pero hay una particular tradición que indica que se trata de un hombre de mediana edad, solitario, de hábitos no del todo sanos –sea con la comida, con el alcohol o los cigarrillos– y con tendencia a ser enamoradizo, a enredarse o querer hacerlo con las mujeres que los contratan o las que tienen que encontrar. Se podrá decir que así son todos en todas partes, pero el detective porteño es un poco más gris que casi todos los demás.
Según la novela gráfica de Juan Sáenz Valiente que LA SUDESTADA adapta, Jorge Villafáñez (Juan Carrasco), a quien llaman directamente «Sabueso», es uno de esos tipos. El asunto que lo trae por acá comienza con la aparición en su vida de Ricardo Zelarrayán (no, no es el escritor renacido sino un personaje algo oscuro que encarna Edgardo Castro), un tipo convencido que su esposa Elvira (Katja Alemann) «anda en algo» y lo contrata para seguirla. Ex bailarina y coreógrafa, la tal Elvira tiende a tomarse una lancha al Tigre profundo y no se sabe muy bien qué hace allí. Ricardo supone que nada bueno.
Villafañez la seguirá, la espiará, se dejará enredar por su belleza, su elegancia y su misterio (digamos que ahí en el Tigre hace cosas entre llamativas y sugerentes) y a partir de un curioso accidente hará contacto con ella ahí, en medio de ese paraje perdido. Contar más allá que eso sería entrar en el terreno de los potenciales spoilers así que tendrán que descubrir qué sucede cuando ambos empiezan a conocerse un poco mejor. Otros dos personajes de importancia (relativa, pero importancia al fin) son Rubén y el «Finoli», dos amigos del Sabueso, que suman lo suyo a los giros narrativos. En medio de todo, la sudestada que da título a la película se viene con todo, el río crece y crece y parece asomarse algún tipo de peligro climático.
Casabé y Dieleke, que vienen de hacer películas un tanto más experimentales como LA FORMA EXACTA DE LAS ISLAS y que provienen del mundo académico, no trabajan el noir de un modo directo, adoptando mansamente los códigos del género y aplicándolos a la ciudad de Buenos Aires y sus alrededores sino que tratan de aportar algunos elementos distintivos, algunos de corte fantástico y otros que coquetean con lo documental. Es un riesgo que la película asume y que generará seguramente divisiones entre los espectadores que prefieren sus policiales más alineados a los códigos estandarizados y los que se sienten a gusto cuando los realizadores deciden escaparle a las normas.
Más allá de esas oposiciones entre «clásicos y modernos», LA SUDESTADA hace lo posible por esquivar esa grieta, montarse si se quiere con un pie en cada lado y tratar de ingresar en esa zona misteriosa y, si se quiere poética de la relación que se establece entre estos dos personajes, veteranos y dispuestos a dejarse llevar por, digamos, la magia de la situación. Con una tormenta que avanza literal pero también metafóricamente, quizás esta no sea otra cosa que la historia de un sacudón, de uno de esos momentos intensos que, insospechadamente, puede cambiar por completo la vida de una persona.