Cannes 2023: crítica de «Extraña forma de vida», de Pedro Almodóvar (Special Screenings)
Un cowboy visita a un sheriff con el que tuvo una relación hace 25 años. ¿Pero viene a recuperar tiempo perdido o sus intenciones son otras? Pedro Pascal y Ethan Hawke protagonizan este corto de media hora del realizador español.
A tal punto serán varios los cortometrajes de autor que se ven este año en Cannes (además de este habrá uno de Pedro Costa y otro, póstumo, de Jean-Luc Godard) que el director del Festival, Thierry Fremaux, dijo al presentar a Pedro Almodóvar que podrían comenzar una sección dedicada especialmente a este tipo de material. Es que EXTRAÑA FORMA DE VIDA se dio en el marco de una charla con el realizador español, quien estuvo acompañado por Ethan Hawke, uno de los protagonistas del que es su primer western y su segundo film en inglés tras el corto que hizo en 2021 con Tilda Swinton, THE HUMAN VOICE.
Sin las características algo experimentales de aquel corto pandémico, STRANGE WAY OF LIFE apuesta al formato de western clásico, desde las imágenes, la estética, la música y hasta la tipografía de los títulos. No lo será –no hay muchos westerns que a los dos minutos de empezar tengan a un joven cantando en vivo un fado en portugués mientras un cowboy avanza a caballo por un pueblo–, pero la vestimenta (el corto es, a la vez, una suerte de publicidad de Yves Saint Laurent) la tiene. Es evidente que Almodóvar quiere dejar en claro que conoce también el paño, que ha visto las películas que hay que ver (los Ford, los Lang, los Budd Boetticher; básicamente, los de los años ’50 en Technicolor) y que esta haciendo su riff queer sobre esas formas.
Todo comienza cuando Silva (Pedro Pascal) llega al pueblo de Bitter Creek (se filmó en Almería, España) con la intención de visitar a Jake (Ethan Hawke), a quien no ve hace 25 años y que es hoy el sheriff de ese pueblo. El encuentro no es, claramente, el de un western clásico hollywoodense (no busquen escenas así con John Wayne, no las van a encontrar), ya que es evidente que lo de ellos fue más que una amistad y que pasaron un par de meses juntos e inolvidables en esa época. Desde entonces han hecho vidas aparte. Así que al rato de comer una especie de guiso juntos (Jake cocina muy bien), la cosa se vuelve más íntima y pasamos a los dos levantándose a la mañana siguiente de la misma cama y prestándose ropa interior.
En la conferencia Almodóvar habló de SECRETO EN LA MONTAÑA (en su momento se mencionó su nombre como posible director) pero lo cierto es que aquí, más que algún pequeño homenaje, lo que se propone es bastante distinto. Pronto se sabrá que las intenciones que Silva tiene para el reencuentro van un poco más allá de las carnales, nostálgicas o melancólicas (quiere proteger a alguien que el sheriff busca como sospechoso de un crimen), y hacia allí se dirigirá la película en lo más parecido que presenta a la acción. Habrá confesiones y flashbacks, disparos y fricciones, más música de Alberto Iglesias y la sensación, al terminar, que apenas vimos el primer acto de una película que podría seguir.
No será el caso. Almodóvar nos deja la perlita de una película posible –un western gay hecho y derecho y no una relectura moderna como la citada de Ang Lee o THE POWER OF THE DOG, de Jane Campion–, a dos estrellas del cine actual demostrando ser actores ideales para el género y también para esta versión queer, y un pequeño relato que puede ser visto como un homenaje elegante y cuidado a todas esas otras películas que Pedro vio en su infancia y que todavía no había sacado del cajón de los recuerdos.