Cannes 2023: crítica de «Four Daughters» («Les filles d’Olfa»), de Kaouther Ben Hania (Competencia)
Una madre tunecina pierde a dos de sus cuatro hijas a manos de un grupo fundamentalista religioso. Y cuenta su historia en esta mezcla de documental y ficción. En competencia.
Quizás la película más compleja en términos de estructura formal de las vistas en competencia aquí, FOUR DAUGHTERS involucra una serie de capas que van del documental a la ficción, con los protagonistas de la historia real y los actores que los interpretan en una película sobre sus vidas intercalándose y relacionándose entre sí. En ese sentido, esta historia de una madre y sus cuatro hijas tunecinas cuyas vidas se vieron fuertemente afectadas por la aparición de ISIS, se parece a un detrás de escena de la preparación de una película, ya que gran parte de su metraje consiste en conversaciones entre las distintas personas involucradas en la producción hasta llegar al punto en el que las personas de la vida real les dicen a los actores que los interpretan cuando están haciendo bien las cosas y cuando no.
Original y por momentos llamativamente divertida para el complicado y difícil tema que trata, la nueva película de la directora de THE MAN WHO SOLD HIS SKIN tiene como su protagonista principal a Olfa Hamrouni, la madre de las cuatro hijas, dos de las cuales son parte de la película mientras que las dos mayores, como se dice misteriosamente en una de las tantas escenas espejadas que tiene el film, “fueron comidas por los lobos”. No se trata de algo literal, ya verán, pero la comparación tiene su lógica. A falta de estas dos hermanas ausentes, las mayores, dos actrices las interpretan aquí. Y su aparición en la película, cuando se ponen en contacto con sus “hermanas” y su “madre”, es la primera de las muchas escenas emotivas que hay aquí.
También estará Hend Sabri, famosa actriz local que interpretará a Olfa en las escenas en las que ella no se sienta capacitada para hacerlo (las hijas reales, muy espontáneas, no tienen ese problema o creen que no lo tendrán), habrá un actor haciendo diversos roles masculinos y la voz de la directora aparecerá, de vez en cuando, haciendo preguntas o debatiendo ciertos temas con las protagonistas de este duro film acerca del efecto del fundamentalismo religioso en la vida de una familia.
El tema no se inicia con la aparición de ISIS sino que ya es conflictivo de antes, forma parte de una sociedad como la tunecina que no es de las más religiosas dentro de los distintos países de la región. Eso ha generado divisiones entre Olfa y su familia (madre y hermana), ya desde antes de su casamiento, y es un tema que genera fricciones en el recambio generacional, ya que la que era hija entonces se ve ahora enfrentada a atravesar situaciones similares con sus propias hijas.
La violencia de género, acá, se vuelve un tema central. Lo mismo que la primavera democrática que comenzó en 2011 pero que terminó trayéndole al país, dicen las protagonistas, más problemas que beneficios. Más que nada porque eso habilitó la aparición de los grupos islámicos más extremistas de todso. Y esos grupos aparecieron en la vida de las inocentes e impresionables chicas, afectando para siempre su futuro.
FOUR DAUGHTERS va yendo a a través de la cronología de la historia usando de manera inteligente y efectiva los mecanismos previamente citados. Son pocas las reconstrucciones de escenas que no son interrumpidas o alteradas por algún evento “documental” (es curioso ver a Olfa mirando a Sabri hacer las cosas que ella hizo) pero son los propios acontecimientos que la familia tuvo que vivir los que logran atravesar las variadas capas de la enredada estructura del film y llegar al espectador desde la emoción más genuina y directa.
Ben Hania tomó varios recaudos a la hora de llevar al cine esta historia de la vida real tunecina que fue un importante tema mediático allí. Y esos propios recaudos, inteligentemente distribuidos a lo largo de su película, van generando que el espectador se conecte con sus protagonistas de una manera cercana. Una ficción hecha y derecha podría haber caído en incontables golpes bajos. Un documental tradicional podría haber sido hasta morboso. Este combo –que hace recordar a LOS RUBIOS, de Albertina Carri o a los documentales del estadounidense Robert Greene, como KATE PLAYS CHRISTINA– logra colocarse en el medio entre esos extremos. Y el resultado es muy bueno.