Cannes 2023: crítica de «If Only I Could Hibernate», de Zoljargal Purevdash (Un Certain Regard)

Ulzii está superado por la cantidad de asuntos con los que tiene que lidiar. Muchos, demasiados, para un chico que no es más que un adolescente. Va a la escuela secundaria, donde pone empeño extra en aprobar exámenes de física y poder participar en una competencia nacional que puede darle una beca para universidades en el extranjero. A la vez tiene que trabajar en ilegales podas de árboles para generar ingresos, ocuparse de muchas de las cosas de su casa ya que su madre, alcohólica, no tiene trabajo (o solo algunas «changas»), y así y todo no les alcanza ni para la comida ni, a veces, para pagar la luz. Tiene dos hermanos pequeños a los que hay que dar de comer y abrigar cuando el frío arrecia. Y en medio de todo ese caos, su madre decide irse.

En este drama de Mongolia cuya sinopsis podría hacer pensar en un clásico cuento de esfuerzo y sacrificio frente a la adversidad, las cosas son un poco más ásperas que lo habitual. La familia de Ulzii vive en un sector de bajos recursos de la ciudad y cree que volviendo al campo podrán vivir mejor. Su intención es llevarse a toda la familia pero Ulzii quiere quedarse a dar el examen y los hermanos se quedan con él. ¿Cómo hará el chico para sostener el endeble andamiaje familiar y, a la vez, poder superar esa serie de exámenes de Física si tiene que hacer esfuerzos sobrehumanos para no quedarse dormido en clase?

IF I COULD ONLY HIBERNATE es una frase que dice el pequeño hermano de Ulzii luego de salir de una fuerte gripe causada por el frío que hay dentro de la casa. Es que de todos los problemas que tienen ese es, sino el peor, el que más les dificulta la supervivencia. Y Ulzii en un momento flaquea y cree que quizás no tiene sentido esforzarse por ir a la escuela y presentarse en el examen. Pero es la única opción para salir de esa difícil situación. O al menos es lo que él cree y lo que su profesor le dice todo el tiempo.

La película de Purevdash es un drama humano eficaz, seco y ligeramente emotivo. No propone desde lo formal o lo narrativo nada nuevo: es un cuento tradicional, cuya estructura es similar a la de muchos films centrados en jóvenes de familias de bajos recursos que deben decidir entre el trabajo o el estudio. Ulzii no tiene tiempo para divertirse: una chica le manda un mensaje de texto con una invitación pero él no responde y sus amigos apenas pueden ofrecerle algún mínimo momento de descontrol mientras bailan y beben. Pero no más que eso. Lo demás es todo esfuerzo y sacrificio. Es un adulto en el cuerpo de un chico.

Los logros del director, que hace aquí su opera prima tras varios cortos premiados, pasan por lo que evita: darle excesiva trascendencia a las competiciones o convertir los hechos en una pequeña épica de la superación a través del esfuerzo personal, algo que seguramente sucedería se se hiciera alguna remake estadounidense de su trama. El sacrificio de Ulzii puede ser importante, pero las cosas no se cambian solamente de esa manera. Para ser el país próspero que los organizadores de la competencia venden hacen falta cambios mucho más profundos.