Cannes 2023: crítica de «Monster», de Hirokazu Kore-eda (Competencia)
Este drama del realizador japonés reitera, a modo de «Rashomon», varias veces una etapa de la vida de un niño para entender qué es lo que lo hace sentir como un monstruo.
El japonés Kore-eda, tras algunos años un tanto inconsistentes respecto a su cine, atraviesa una interesante etapa creativa, la que le permitió ganar aquí con SHOPLIFTERS y que incluye su reciente BROKER, filmada en Corea. A MONSTER, la primera película de la competencia este año, habrá que anotarla como una de las posibles candidatas ya que este complejo y emotivo drama centrado en un niño que atraviesa una conflictiva etapa en su vida tiene los mejores elementos de su cine sumados a algunos desafíos formales nuevos que no había intentado hasta el momento.
MONSTER parece, de entrada, contar la historia de la relación entre una madre viuda y su hijo de unos diez años. Saori (Ando Sakura) es la madre en cuestión, joven, amable, intensa, con una curiosa personalidad y muy dedicada a su hijo, Minato (Kurokawa Soya). Pero el chico empieza a tener problemas en la escuela, dificultades que le generan extraños planteos, súbitas desapariciones y llevan a Saori a tener que ir al colegio a averiguar qué está pasando.
Es que Minato llega un día haciendo preguntas sobre si se puede tener un cerebro de cerdo en el cuerpo de un hombre, se tira del auto en movimiento, desaparece súbitamente y tiene actitudes extrañas. Pronto le dice a su madre que su profesor de educación física le ha dicho, agresivamente, que él es algo así como un monstruo. Eso lleva a Saori a ir a la escuela, reclamarle a la directora Fushimi (Tanaka Yuko) –que recién regresa al colegio tras una aparente larga ausencia– y haciendo que el profesor en cuestión, Hori (Nagayama Eita), pida disculpas a la familia y al niño. Pero las cosas no se calman ya que en medio de una tormenta violentísima que lleva a todo el mundo a encerrarse en sus casas, Minato desaparece y su madre no lo encuentra por ningún lado.
Una manera sencilla de resumir lo que sucede después sería utilizar la referencia de uno de los grandes clásicos del cine mundial, más específicamente japonés. Me refiero a RASHOMON, de Akira Kurosawa. Lo que hará de aquí en adelante el guión de Sakamoto Yuji es volver, con algunas diferencias, a revisitar esa etapa en la vida de Minato a través de los distintos personajes involucrados en la historia, lo que hará que lo que vimos hasta ese momento haya sido apenas un boceto de lo que en realidad estaba sucediendo.
Si la película mostró en su primera parte la historia contada desde la perspectiva de la madre, luego pasará por el profesor de educación física, un poco de la directora de la escuela, dejando para el final un importante personaje que conoceremos luego (un niño llamado Yori) y el del propio protagonista. No es estrictamente un ida y vuelta de la misma historia –hay cosas que se repiten, otras que no y, fundamentalmente, aparecen muchas nuevas– sino que la idea es ir de a poco abriendo el panorama para ir entendiendo qué es lo que le pasó y le pasa a Minato y porqué actúa cómo actúa.
Revelar mucho más sería entrar en terrenos de potenciales spoilers ya que en cada etapa el eje va cambiando y lo que uno cree que sucede tras ver una de ellas pasa a alterarse bastante radicalmente al incorporarse a la trama nuevos elementos. Los temas son los de siempre y tienen que ver con las familias rotas, las pérdidas, la amistad, el deseo, la solidaridad, los silencios y los secretos y las mentiras con los que se manejan casi todos para evitar la presión social y la mirada réproba de los otros. Un elemento importante acá también será el bullying escolar y cómo eso genera actitudes y comportamientos de los niños que los llevan a meterse en más y más problemas.
Por momentos Kore-eda coquetea con un acercamiento al realismo mágico (hay escenas que bien podrían salir de una película de Hayao Miyazaki), pero se frena antes de hacerlo. Lo que conecta a los personajes y a la historia de Minato es esa sensación de soledad e incomprensión que tienen todos y la idea de que les conviene seguir manteniendo las apariencias de modo hipócrita antes que confesar lo que sienten y lo que a cada uno le pasa por temor a cualquier tipo de juicio, mirada reprobatoria o condena social.
En ese sentido, MONSTER se atraviesa con la incomodidad de un niño que no sabe cómo reaccionar ante las cosas que le suceden –que no necesariamente son las que parecen– y con el misterio de no saber cómo entender del todo la manera de relacionarse con un mundo. ¿Qué hace que uno se pueda sentir como un monstruo? Con música de Ryuchi Sakamoto –lo último que hizo antes de morir–, MONSTER es una muy buena y emotiva película que deja en claro que Kore-eda atraviesa un muy buen momento en su carrera. A los 60 años se ha convertido en un nombre ineludible del cine japonés y mundial.
También parece tener puntos en contacto con Close, de Lucas Dhont.