Cannes 2023/Series: reseña de «The Idol – Episodios 1/2», de Sam Levinson (HBO y Max)
Esta serie del creador de «Euphoria» se centra en la relación entre una diva de la música pop y un misterioso empresario y productor. Con Lily-Rose Depp y The Weeknd. Estreno: 4 de junio.
Es curioso el caso. Ya a esta altura es más que evidente, a juzgar solo por las redes sociales, que la recepción de THE IDOL no ha sido demasiado buena por parte de la crítica angloparlante. Lo nuevo del creador de EUPHORIA ha sido criticado por sexista o se han recordado sus aparentemente variados problemas durante el rodaje. A mí me ha sucedido lo contrario: EUPHORIA me irrita y fastidia mientras que THE IDOL –o al menos los dos episodios que se proyectaron aquí– me parece bastante más entretenida y simpática. Trataré de analizar los motivos.
La serie, que empezó teniendo como realizadora a Amy Seimetz y, por lo que se cuenta, tras una serie de problemas pasó a manos de Levinson (el hijo de Barry Levinson) que la filmó en gran parte de vuelta desde cero, no apuesta a nada parecido a una pintura más o menos realista de «gente común» a la que sí apuesta, de una manera seria y supuestamente grave, la serie protagonizada por Zendaya. THE IDOL es kitsch y no pretende ser otra cosa, una fantasía que tiene algunos pocos puntos de contacto con la realidad. Y si es excesiva y zarpada es porque juega en ese mundo de fantasías, en la vida íntima y los problemas de una estrella pop que, como Britney o Madonna, se conoce con un solo nombre: Jocelyn.
Y eso justifica en buena medida los modos excesivos que tiene. Algo similar pasa por su franqueza sexual. La serie que protagonizan Abel «The Weeknd» Tesfaye y Lily-Rose Depp está claramente inspirada en películas eróticas propias del cine de los ’80 y ’90, desde 9 SEMANAS Y MEDIA a ATRACCION FATAL pasando por la línea Sharon Stone –a la que la serie directamente homenajea– y films suyos como BAJOS INSTINTOS, entre varios otros, muchos de ellos escritos por Joe Eszterhas. De todas ellas acaso en la que más se apoya es en SHOWGIRLS, de Paul Verhoeven, otra película criticada desde cierta forma puritana de entender la corrección política y a la vez celebrada como ejercicio camp.
No soy un gran defensor del pequeño Levinson ni como creador ni como supuesto «visionario», pero THE IDOL tiene una propuesta entretenida, pasada de rosca, un tanto bizarra y bastante intensa que tiene que ver con un imaginario que hoy parece retro y hasta está mal visto. Me refiero a esos films en los que el sexo se mostraba, el erotismo era parte importante de la trama (el padre de Sam dirigió aquella película con Michael Douglas y Demi Moore llamada ACOSO SEXUAL sin ir más lejos) y sí, en cierto modo había planos bastante «gratuitos» de gente semidesnuda. Nos guste o no, la sensualidad y el erotismo son centrales al consumo audiovisual (la pornografía se apoya en versiones más directas de eso mismo) y hoy en día se ha vuelto imposible jugar en la ficción con eso sin meterse en problemas.
Los responsables de THE IDOL saben que, al hacerlo, ingresan en un territorio áspero pero, en definitiva, lo importante es que los actores hayan sido cuidados y sus decisiones respetadas durante el rodaje. Si la hija de Johnny Depp quiere salir medio desnuda casi toda la serie, mientras lo haya decidido ella misma, no entiendo cuál es el problema. No creo que sea una serie recalcitrante ni machista. Tampoco, es cierto, es una historia de empoderamiento femenino. Ni una cosa ni la otra: es una serie jugada, entretenida, por momentos un poco desaforada (el mundo de Levinson es un poco así) y, al menos hasta ahora, oscuramente divertida.
La trama arranca más o menos así: Jocelyn (Depp) es una estrella pop muy famosa que está intentando regresar tras un período crítico personal y de salud que la tuvo alejada por un tiempo de discos y giras. La vemos practicar coreografías con intensidad mientras su equipo de managers, publicistas y asistentes (allí se lucen Rachel Sennott y una brutal Jane Adams) piensa estrategias, lidia con problemas y arma sus pasos siguientes. Jocelyn está muy comprometida en lo que hace y todos piensan que la nueva canción que lanzará será un éxito.
Una noche la chica sale con su asistente y amiga Leia (Sennott, de SHIVA BABY) y en un club conoce a Tedros (Tesfaye), un seductor empresario que la envuelve y conquista veloz y llamativamente. Pronto el tipo, cual Charles Manson o Phil Spector, se está metiendo en su vida, modificando su canción (es muy buena la alteración que hace de su próximo single inspirándose en los aullidos sexy de «Love to Love You, Baby«, de Donna Summer), colando gente suya en su caserón y disputándose a la diva ante su fiel equipo que no sabe bien quién es él, qué hace ahí y porque Jocelyn le da tanto lugar.
Eso, al menos hasta el momento, es lo que plantea THE IDOL. Depp va y viene con poquísima ropa todo el rato, hay varias escenas de sexo un poco ásperas y la coreografía que ensaya pasa de sensual a dolorosa en un par de segundos. Nada que los espectadores de tanto cine erótico de los ’90 no haya visto (aprovecho para recomendar un podcast muy bueno sobre ese subgénero, en inglés, que encuentran por acá), pero que hoy parece escandalizar a algunos que, como dirían en el barrio, «se han vuelto más papistas que el Papa».
Las noticias ligadas a los problemas de rodaje seguramente afectaron la recepción de esta serie en la que también actúan Troye Sivan, Jennie Kim (de la banda de K-Pop Blackpink), Dan Levy, Eli Roth, Moses Sumney, Hank Azaria, Hari Nef y otros. Y es injusto que así sea. Más allá de que no es nada saludable que hayan despedido a Seimetz –una gran directora con un punto de vista que seguramente hubiese sido distinto, como se puede apreciar en la serie THE GIRLFRIEND EXPERIENCE, que ella codirigió–, lo que aquí se juzga es el producto estrenado, no su historia ni sus problemas de producción.
Y lo que se ve de THE IDOL no está mal. Es campy, es pop, es entretenida. No dice nada que no sepamos sobre el caos en el que viven las estrellas pop de hoy, es cierto, pero lo que muestra es por momentos inquietante. Más que nada la manera en la que presenta a esas estrellas como marionetas de distintos tipos de personajes que las presionan, con diferentes modos y planes, para hacer las cosas tal como ellos quieren. La protagonista de la serie puede no tener en claro quienes son los que tienen las mejores intenciones para ella, pero lo que es evidente es que casi nunca le dejan tomar sus propias decisiones.
Visto hasta el tercero. Lars von Trier y Ruben Östlund están deseando ver el cuarto.