Estrenos: crítica de «Vera», de Tizza Covi y Rainer Frimmel
Ficción con elementos documentales, la película de los directores de «La Pivellina» se centra en la figura de Vera Gemma, una actriz y celebridad italiana que es además hija del legendario Giuliano Gemma.
El mundo del espectáculo, de la cultura de las celebridades, tiene zonas y espacios muy curiosos, muchos de ellos desconocidos. Y esto no surgió en esta década, con la aparición de las redes sociales, youtubers, influencers, etcétera, sino que –quizás en menor medida– estuvo siempre ahí. Y en Italia el asunto puede alcanzar ribetes por momentos delirantes. Digamos que la cultura mediática italiana, especialmente la ligada a la televisión, tiene niveles de delirio, por no decir ridículo, que convierte a la de casi cualquier otro país en algo pudoroso y medido.
Vera, la protagonista de esta fascinante ficción con elementos documentales, es uno de estos personajes que circulan por los márgenes de ese ambiente. Tiene un agente, la invitan a fiestas, sonríe para las fotos indicadas, pero luego se aburre o nadie le presta atención y se va sola a beber algo a un barcito triste a punto de cerrar. De una edad incierta por la cantidad de cirugías estéticas que tiene en el rostro y en el cuerpo, Vera parece ser uno de esos personajes laterales del mundo del espectáculo. De hecho, ni siquiera la chica que atiende el bar sabe quién es.
Su verdadera «identidad» aparece en una sesión de casting para una película de época a la que se presenta. El director, al verla con sus cirugías y el look un tanto rimbombante con el que llega, le explica condescendientemente que no le sirve para el papel que vino a buscar. Tras una breve conversación sobre anteriores películas de ese director, Vera demuestra saber mucho de cine. Y pronto queda claro el motivo: Vera Gemma es la hija de Giuliano Gemma, gran estrella del cine italiano y mundial gracias a su aparición en decenas de los llamados spaghetti westerns, haciendo en algunos de ellos su famoso personaje «Ringo». El director en cuestión se sorprende, le dice que admiraba mucho a su padre –que falleció en 2013– y termina sacándose una selfie con la mujer. Pero del papel, nada.
La vida de la Vera Gemma real puede tener sus diferencias con la que interpreta aquí o no. No lo sabemos y quizás no sea lo importante. La mujer vive en una casa elegante aunque un tanto venida a menos y sigue teniendo un chofer llamado Walter (Walter Saabel), fiel acompañante, que trabajaba para su padre. En medio de lo que parece ser un estado depresivo, ambos se topan con una sorpresa cuando el auto en el que viajan se lleva por delante a un niño llamado Manuel (Sebastian Dascalu). Su padre Daniel (Daniel de Palma) hace un escándalo, lo llevan a un hospital para curarlo y Vera se siente tan responsable que empieza a frecuentar su casa y a hacerse amiga de ambos. Pero su chofer sospecha de que hay algo no del todo honesto ahí, que el accidente pudo haber sido «plantado» y que el interés de Daniel por ella es puramente económico.
Ese disparador sirve para enfrentar al mundo de fantasía en el que «vive» Vera con algo así como «el mundo real». ¿Pero es este realmente uno más honesto que el otro? ¿O funciona con similares mentiras, trucos y trampas? A lo largo de este breve film de los directores de LA PIVELLINA iremos viendo las idas y vueltas de esa relación, mientras Vera se junta con otras celebridades amigas en situaciones similares a la suya (una de ellas es Asia Argento, que si bien es mucho más famosa, conecta por el lado de su padre también célebre), con su hermana Giuli (Giuli Gemma) y sigue tratando de encontrarle un sentido o una nueva marcha a su vida.
Un viaje a un cementerio romano junto a Asia en el que visitan la tumba de Wolfgang Goethe y ven que en su lápida figura como «el hijo de Goethe» deja en claro la búsqueda de la película. Tratar de darle cuerpo, personalidad y voz a una persona que ha vivido toda su vida a la sombra de una celebridad, algo que por momentos parece más un castigo que otra cosa. Para cineastas del «híbrido» como Covi y Frimmel, realizadores a los que le gusta husmear en el cruce entre realidad y representación, y que construyeron un universo en los márgenes de la cultura del espectáculo (muchos de sus films son sobre artistas de circo), VERA es una muestra más de su capacidad de observación y de empatía, una lección de cómo acercarse a este tipo de personajes «curiosos» desde el cariño y no desde la condescendencia.