Series: crítica de «Planners», de Bárbara Diez y Daniel Barone (Star+)

Series: crítica de «Planners», de Bárbara Diez y Daniel Barone (Star+)

La serie protagonizada por Celeste Cid se centra en una mujer recién divorciada que arma una empresa de planificación de eventos sociales que compite contra la de su ex marido. En Star+.

En un mundo lujoso, de una Buenos Aires y alrededores que existen solo para unos pocos –pero mucho en algunas series–, con casas de espectacular diseño en barrios privados, con gente que siempre está perfectamente vestida y maquillada, con enormes caserones de campo, caballerizas y autos de última gama, existe PLANNERS, una serie aspiracional, tan prolija y elegante como un tanto anodina. Una comedia dramática con formato de aviso publicitario de ocho episodios –podría ser de turismo, de una bodega, de algún nuevo modelo de coche, de una marca trendy de ropa, de perfumes– que funciona más que nada gracias al talento, el carisma y, sí, la belleza de Celeste Cid, PLANNERS es, más que cualquier otra cosa, una serie que acerca el modelo de producción de las plataformas a lo que antes solía llamarse televisión.

Con todos sus episodios dirigidos por Daniel Barone y con fotografía de Sol Lopatín (de gran carrera internacional como DF), PLANNERS es como un Polka Premium, como la versión para clientes Platinum de las teleseries que salían por TV abierta unas décadas atrás. ¿Eso está mal? No necesariamente, pero no aporta demasiado a la idea de crear un modelo diferente y más amplio propio de estos tiempos de streaming. Sí, es más franca en algunas cosas (sexo, drogas, etcétera) y se coloca con lógica intuición en el segmento «serie sobre empoderamiento femenino», pero en lo central no es muy distinta a esos productos televisivos que bordean con la telenovela. ¿Un modelo hollywoodense para comparar? Las producciones de Reese Witherspoon, tipo BIG LITTLE LIES y compañía.

Cid interpreta a Malena Carregal, que se acaba de separar de su marido, Marcos Gutiérrez (Gonzalo Valenzuela) después de casi dos décadas de estar casada con él. Marcos tiene una empresa de eventos en la que ella trabaja –y es muy reconocida, la top en lo suyo–, pero la separación lleva a que él se quede con la compañía y ella con la casa. Es así que, de un día para otro, Malena se queda sin trabajo, un tanto se deprime (siempre con una buena bodega para ahogar sus penas y media docena de ambientes para desplazarse y desplomarse) y con el hijo de ambos, de unos 16/17 años, a cargo.

Pero las cosas empiezan a cambiar, de a poco, cuando Malena se reencuentra con una vieja amiga, Cali Portman (Leticia Siciliani), que a fuerza de entusiasmo y ganas la obliga a salir del bajón, le consigue algunos clientes y la convence de armar su propia empresa, a la cual a su modo se asocia. Bajo su fachada optimista y liviana, Cali tiene sus propios inconvenientes familiares –su ¿ex? pareja, encarnada por Martín Slipak, es por lo menos impresentable si no peor– y esa será, digamos, una de las tramas secundarias de la serie.

Lo central en la vida de Malena pasará por la formación de la empresa que llevará su nombre y que funciona en el amplio living de su casa, la aparición de Andy Garrison (Guillermo Pfenning) como un «ambientador» en principio un tanto hosco y creído que se une a su agencia, las dificultades con su ex (personales y comerciales) y las circunstancias específicas de cada evento que organizan, una más complicada que la otra, desde la presentación de un vodka ruso hasta una boda plagada de problemas pasando por un particular velorio, entre otros.

El formato de dividir muchos de los episodios en función de eventos permite la aparición de actores invitados (Claudio Rissi, Laila Maltz, Nicolás Pauls) que se juntan a un elenco más o menos estable que integran Marcos Montes –como el mejor amigo de Malena, que se debate entre seguir con Marcos o irse con ella–, Luz Palazón y el recientemente fallecido Claudio Da Passano –como sus padres, separados también–, Matías Recalt como su hijo Javi –que empieza a enamorarse de una empleada de su madre– y Camila Peralta (CAMBIO, CAMBIO) como Clara, su hermana menor, también con sus asuntos.

Sus breves episodios funcionan con cierta coherencia interna, tienen algunos momentos humorísticos graciosos y un par de observaciones y detalles inteligentes. Es que la serie se basa en parte en la vida de Diez, una conocida event plannercélebre también por otros asuntos de su vida personal— y se nota que está contada por gente que conoce el paño de la planificación de eventos sociales y lo que eso conlleva, pero hay algo que bordea lo obsceno en su falta absoluta de contacto con la realidad. Nadie le pide a PLANNERS que sea una serie realista ni que hable de los problemas sociales de la gran mayoría de la gente, pero no parece haber muchas diferencias entre el mundo que ahí se muestra y un episodio de «vidas de ricos y famosos». Más allá de que sea discretamente entretenida, la serie tiene la liviandad de un aviso de perfumes, la elegancia de un día en una estancia de lujo y el drama de, bueno, una telenovela de la noche en versión VIP.