Estrenos online: crítica de «The Stroll», de Kristen Lovell y Zackary Drucker (HBO Max)

Estrenos online: crítica de «The Stroll», de Kristen Lovell y Zackary Drucker (HBO Max)

Este documental revisita las décadas de fines del siglo XX en las que un sector de Manhattan conocido como el Meatpacking District era el lugar en el que mujeres trans vivían y trabajaban como prostitutas. Premiado en el Festival de Sundance, se estrena el 21 de junio por HBO Max.

La historia de THE STROLL puede contarse de varias maneras y distintos ángulos. En el caso de este documental la elección ha sido la ideal. Por un lado, contarla desde adentro, ya que la codirectora del film, Kristen Lovell, fue una de las protagonistas de la historia y es la encargada de entrevistar a las otras que, como ella, fueron parte de ella. Y, por otro, transmitir una sensación concreta de tiempo y lugar. El documental podrá centrarse en las historias de supervivencia de mujeres trans que, en los años ’80 y ’90, se prostituían en el llamado Meatpacking District de Nueva York, pero también es importante que el espacio físico donde la acción transcurría cobre vida. No solo porque vuelve específica a la historia sino porque la transformación de ese lugar es también relevante para lo que se cuenta.

THE STROLL –premiado en la competencia de documentales del Festival de Sundance 2023– saca su nombre de esas cuadras al extremo Oeste de la Calle 14 de Manhattan donde las mujeres trans en esas décadas «hacían la calle», recorrían un barrio entonces considerado entre los peores de la ciudad, zona de distribución de carnes y otros alimentos, un lugar con un fuerte aroma y de los menos deseables para vivir. Eso, claro, era entonces. Hoy es un barrio hipster, con el High Line reemplazando una vía de metro abandonada, hoteles de lujo, bares y tiendas de grandes marcas. En esas décadas nada tenía que ver con lo que es ahora. Era la zona donde las entonces llamadas simplemente travestis trabajaban con los clientes de los autos que pasaban y, en algunos casos, hasta vivían.

La película recuerda la época, los personajes y las historias. A partir de testimonios, anécdotas y escenas animadas, THE STROLL transmite desde adentro lo que era la vida de las mujeres trans –en su mayoría negras o latinas– en esas décadas, una etapa que se extendió hasta la caída, en 2001, de las Torres Gemelas, y que nunca recuperó ese decadente brillo que tuvo antes de los alcaldes Rudolph Giuliani y Michael Bloomberg, que vinieron a «limpiar» la zona y a «relanzarla» comercialmente (gentrificarla) en la segunda mitad de los ’90 y después del 9/11.

Lovell conversa sin tapujos con muchas de las protagonistas de la época porque ella también fue parte de ese recorrido y han compartido muchas noches e historias juntas. En esas conversaciones, mujeres trans que hoy pasan los 50, 60 años –una edad que entonces consideraban impensada ya que en esa época pocas llegaban a pasar los 40 y hoy todas recuerdan decenas de chicas que murieron– rememoran tanto anécdotas específicas como los comportamientos de clientes, vecinos y de la policía que, hipócritamente, consumían sus servicios y luego hacían todo lo posible para «sacarlas» de las calles y «limpiar» el barrio.

Protagonistas de la historia como Ceyenne, Egyptt o Lady P., entre otras, hablan de las experiencias difíciles que atravesaron con sus familias, los problemas que tenían con gays y lesbianas que no las veían como parte de su movimiento, de sus diferentes y difíciles pasos por la cárcel, pero recuerdan a la vez con una mezcla de nostalgia y dolor los años pasados en esas frías calles, las que recorrían mínimamente vestidas y corriendo altísimos riesgos solo para poder sobrevivir mínimamente en lo económico. Muchas de ellas vivían como homeless, creando hasta pequeños refugios de supervivencia callejera, en barrios que hoy están repletos de bares, tiendas y paseos costeros.

Es una historia de sufrimiento pero también de amistad, compañerismo y resiliencia, esa palabra tan usada hoy que acá cobra su verdadero sentido: el de sobrevivir a una enorme serie de dificultades y seguir peleándola contra todo. Pero no es solo tragedia lo que narra THE STROLL ya que a la vez las protagonistas recuerdan muchísimos momentos alegres, extravagantes y de ayuda mutua. Todo eso, que existió a fines del siglo XX, desapareció con el atentado, la represión, la gentrificación, la llegada de internet y la posibilidad de pasar a trabajar de esa manera. Ese conjunto de hechos hizo que «el paseo» como tal desapareciera. Luego apareció el cambio en las actitudes sociales y mediáticas respecto a las personas trans, quienes actualmente reciben –en Nueva York al menos– un trato muchísimo más digno que el de entonces, gracias también a décadas de militancia y resistencia.

Entre las historias y los recorridos, entre las anécdotas y las emociones de las protagonistas, THE STROLL es también la historia de una ciudad que era vital, compleja y problemática, intensa y atrapante y que hoy se ha convertido en un parque de diversiones de sí misma. Nadie duda que el Chelsea Market es bonito y el High Line es un paseo simpático para recorrer, pero al verlos es imposible no pensar que son la versión turística y desabrida de un sector de la ciudad que entonces era real –duro también, claro, pero auténtico– y servía de cobijo a historias de vida como las que se cuentan aquí. Hoy son lugares en los que sacar selfies y de los que llevarse un souvenir para regalárselo a algún amigo o pariente. Y no mucho más.