Estrenos: crítica de «Barbie», de Greta Gerwig
Tras un inesperado dilema existencial, la muñeca Barbie descubre que el mundo es un lugar más complejo de lo que creía en esta encantadora e inteligente fantasía pop protagonizada por Margot Robbie y Ryan Gosling.
Imaginemos una TOY STORY atravesada por la estética de EL MAGO DE OZ, los libros de teoría cinematográfica feminista de Laura Mulvey y los universos formales de Jacques Demy o Stanley Donen y recién empezaríamos a acercarnos a la posmoderna, intrincada y feliz combinación que propone Greta Gerwig en BARBIE, una ambiciosa y muy entretenida comedia que toma más riesgos de lo imaginado pero que nunca deja de lado su ambición de ser algo así como una gran fiesta pop. Es una película que pide a gritos ser un musical, pero el mercado no da para tanto. Es más fácil que las familias acepten las complejas discusiones que Gerwig habilita sobre la ambigua relación entre hombres y mujeres en las distintas etapas y concepciones del feminismo que una película entera en la que la gente diga las cosas cantando. Pero el espíritu es el del musical filmado en estudios, esas películas que funcionan en el más enrarecido de los universos en los que la fantasía más pura de algún modo se mezcla con la cruda realidad.
BARBIE es una película muy accesible y divertida, aunque quizás los chicos más chicos se pierdan de captar buena parte de las referencias y los análisis que su protagonista, una vez que entra en crisis, hace respecto al lugar que ocupa en el mundo. De vuelta, como en el clásico de Pixar, la película tiene todo para existir en ambos niveles a la vez. En este caso, como un entretenido objeto de consumo para toda la familia y como una tesis sobre el rol de los íconos de la cultura pop en la formación de valores en niños y niñas. Todd Haynes, que hizo aquella controversial película sobre Karen Carpenter usando muñecas Barbies, estaría orgulloso. No solo eso, se sentiría reivindicado.
Los colores, la música y la fantasía invitan a un universo familiar y accesible. Y por un rato todo parece que será así. Pero la ilusión dura poco. En el mundo que plantea la película, las Barbie –como las Amazonas de WONDER WOMAN— viven en un mundo aparte, Barbie Land, una especie de paraíso feminista en el que las mujeres mandan, ocupan todos los roles políticos, sociales y culturales importantes, y los Ken son algo así como niños bobos que las miran y admiran sin saber hacer realmente nada. La empresa Mattel (a la que se nombra y se critica bastante) ha ido cambiando a lo largo de su historia y hoy hay Barbies de todo tipo, role models para casi cualquier idea (y forma) de mujer. Salvo algunas. Las raras, por ejemplo. O las embarazadas. O las, digamos, complicadas.
La Barbie Estereotípica (se la denomina así y es la que encarna Margot Robbie, que parece haber nacido para hacer este papel) es una más de esas Barbies maravillosas y encantadoras que viven en ese mundo feliz e ideal en la que ninguna nunca cuestiona ni se cuestiona nada. Hasta que un día, aparentemente de la nada, a esta Barbie se le ocurra preguntarle a las otras si alguna vez piensan en la muerte. Si bien trata de disimularlo, el shock es brutal. La chica empieza a perder la sonrisa, las cosas cotidianas le salen mal –se descubre además con algunos problemas en los pies y hasta con, ay, celulitis– y entra en tal crisis que las otras la mandan a ser «revisada» por Weird Barbie (Kate McKinnon), quien le dice que seguramente su dueña está teniendo esos pensamientos y sensaciones en el mundo real, y que para resolverlos debe ir hacia allí, buscarla y ver cuáles son.
Y Barbie se sube a los distintos modos de transporte –de pura cepa wesandersoniana— que la llevan de Barbie Land al mundo real sin saber que el enamoradizo Ken (un perfecto Ryan Gosling en la que quizás sea la mejor interpretación de su carrera) se coló en su coche. Una vez en California se dan cuenta, básicamente, que el mundo real no solo no tiene nada que ver con el que ellos viven, sino que todo es exactamente al revés. Los hombres controlan todo, las mujeres son allí como los Ken de Barbie Land y existe algo llamado «patriarcado» que, para Ken, es toda una revelación. A la par de ese choque cultural, Barbie trata de encontrar a la niña que, ella imagina, la hizo entrar en crisis. Mientras tanto, los ejecutivos de Mattel (todos hombres, liderados por Will Ferrell) tratan de capturar a Barbie antes de que las cosas se compliquen más.
POSIBLE SPOILER ALERT
Todo esto, previsiblemente, generará una serie de cambios en los personajes que la película irá develando de un modo ingenioso, especialmente cuando les toque volver a Barbie Land y se den cuenta que las cosas son distintas. De a poco, la película pasará a habilitar una serie de polémicas y cuestiones que tienen que ver con la relación entre los hombres y las mujeres (sobre el patriarcado, los caballos y Stallone) y con una mirada sobre la mujer que trata de ir más allá de las respuestas más obvias. Las Barbie han sido, en sus cambiantes versiones, modelos a seguir que suelen ser demasiado perfectos, que no admiten lugar para miedos, dudas y crisis. No hay, digamos, una Barbie Confundida entre los productos de la empresa y esa idealización –sea desde lo físico, como fue la Barbie original, o las que vinieron después– suele dejar afuera a la mayoría de las niñas. Y no solo las niñas.
La película nunca pierde de vista el humor, abundan los momentos musicales (hay uno, extraordinario, que hacen los Ken) y está llena de graciosas referencias verbales (cinéfilas, musicales, artísticas) que seguramente serán captadas más por los adultos que por los niños. En medio de todo eso Gerwig encuentra unos momentos para dejar en claro algunas ideas sobre los temas mencionados. Un encendido discurso de América Ferrera (que encarna a una de las humanas que jugaba con Barbies y que hoy trabaja en Mattel) seguramente generará aplausos en la sala –no solo de las mujeres– y algunos momentos emotivos sobre el final llevarán a muchas a las lágrimas.
Curiosamente BARBIE se ocupa bastante de Ken y no solo en función de lo que le sucede a la protagonista sino más bien a la hora de entender su rol en estos cambios culturales. Es que tras «descubrir» el patriarcado, digamos, el tontuelo muñeco se empodera y quiere replicar en Barbie Land –de maneras muy graciosas, digamoslo– lo que pasa en el mundo real. Y si bien esa no es una opción posible para Barbie, el tipo tampoco quiere volver al rol de «tonto sex symbol» que tenía antes de estos giros, lo cual genera una serie de conflictos y malos entendidos.
FIN DEL SPOILER ALERT
Por momentos BARBIE carga con demasiadas temáticas a la vez: tiene que tener algo para decir sobre esos muñecxs «diferentes» –como Allan, encarnado por Michael Cera, o la citada Weird Barbie, ambos en plan LGBT–, sobre cuestiones raciales, las ligadas al aspecto físico o hasta sobre la comercialización de estos productos en el mundo real, poniendo a Mattel en el centro de sus críticas, por más que el film en sí sea una gran promoción de los objetos de consumo que ellos mismos venden. Es mucho para una sola película, pero Gerwig demuestra por lo general estar a la altura de sus ambiciones. Creó una película amable y entretenida pero que a la vez se permite trabajar sobre temas adultos con ingenio, madurez e inteligencia. Tiene, además, una de las mejores líneas de cierre de los últimos tiempos, una que seguramente quedará en la historia del cine como aquella de «Nadie es perfecto», del clásico UNA EVA Y DOS ADANES. Es graciosa, es ingeniosa y dice muchas más cosas que lo que parece.
En la educación convencional durante décadas la creación y comercialización de juguetes han practicado la discriminación. A los nenes se le asignaron los juegos más creativos que despiertan la imaginación (autos, trenes, aviones, naves espaciales, instrumentos de medicina) mientras que a las nenas les tocó el mundo doméstico con cocinitas, equipos de cosmética y muñecas.
La muñeca BARBIE fue creada en 1959 por la empresaria RUTH HANDLER (1916-2002) quien terminó siendo procesada por evasión fiscal. En la película aparece hacia el final un personaje que es la creadora de la muñeca dedicada a su hija Bárbara y hace referencia a esta situación.
Al inicio aparece el colorido mundo de BARBIE-LAND en un verdadero festival visual donde la protagonista (gran actuación de MARGOT ROBBIE) es poco menos que una reina que tiene un aspirante a novio un hombre asexuado que se llama KEN (buena actuación de RYAN GOSLING)
A los pocos minutos aparece un elemento disruptivo cuando BARBIE comienza a pensar en la muerte, descubre que, al no usar zapatos con tacos, tiene pie plano y empieza a tener celulitis como si fuera una mujer real. Allí concurre a ver a una muñeca rara que le dice que hay una discontinuidad originada en el mundo real que provocó esos cambios y debe ir a Los Ángeles a buscar el origen de sus problemas. En ese viaje se colará KEN y la llegada al mundo real será muy abrupta para ambos porque BARBIE sufrirá la discriminación que sufren las mujeres mientras que KEN, resentido porque BARBIE no lo acepta como novio, se volverá misógino y machista.
No conviene decir más porque se instala en la película una batalla de sexos que combina fantasía y realidad, así como reflexiones sobre los derechos de la mujer en el marco del capitalismo.
El mayor mérito de los guionistas NOAH BAUMBACH y la también directora GRETA GERWIG es que bajo un formato aparentemente convencional con toques de comedia y números musicales se salen del molde e intentan profundizar sobre cómo pueden convivir los sueños y la realidad
Para aquellos que por prejuicios deciden no ver esta película por ser una superproducción norteamericana lamentablemente se perderán de ver una excelente película, muy sólida en la parte técnica, muy divertida y con no pocas reflexiones y debates (9/10)
Cómo andás, Diego? Tanto tiempo. Muy buena reseña. Fui a ver Barbie, no me gustó. Tal vez porque siempre me sentí alejado del “Mundo Barbie”: mi hija –a la que le encantó la peli- pasó de largo (era, sí, de las princesas de Disney). No lo sé. Tal vez nunca me interesaron las parodias de trazo grueso y las superproducciones. No me emocionó la estética y el mensaje no me aportó nada nuevo. (En otro sentido, me ocurrió algo parecido con “Argentina 1985 y la extraña categoría de “película necesaria”). Adoro a Greta Gerwig como actriz (Francis Ha!!!!) y como directora (sobre todo Lady Bird), y su composición y mirada en esas películas me parecieron plenas de sutilezas. Dicen más y mejor sobre los cambios de paradigmas de género que Barbie. Eso que en una época se llamaba “mundo femenino”. Tal vez tenía demasiadas expectativas ante “la nueva de Greta” y del guión compartido con su marido Noah Baumbach, otro que me gusta. En fin, también me expulsó el marketing del “rosa”. Todo demasiado oportunista. Prefiero al final una superproducción cualquiera, sin pretensiones, una de Batman, qué sé yo. Me parece más honesta «intelectualmente». Hay una nota de Jorge Alemán que habla de cómo el capitalismo se mimetiza en las causas nobles para seguir vendiendo. Las muñecas volvieron a ser furor. Bingo. Pero es otro tema. Me limito a decir lo que opinó un crítico español, con humildad: “Simplemente no está hecha para mí”. A mi hija y sus amigas les encantó. Ah, la frase final de la película es genial. Ahí se ve la hilacha de vieja gran Greta. Abrazo.