Estrenos: crítica de «La mansión embrujada» («Haunted Mansion»), de Justin Simien

Estrenos: crítica de «La mansión embrujada» («Haunted Mansion»), de Justin Simien

por - cine, Críticas, Estrenos
25 Jul, 2023 07:17 | Sin comentarios

Esta comedia de terror se apoya en un juego del parque de diversiones de Disney para crear una trama de misterio en torno a una casa habitada por fantasmas. Con Lakeith Stanfield, Rosario Dawson, Owen Wilson, Tiffany Haddish, Danny DeVito, Jared Leto y Jamie Lee Curtis.

Me fue imposible evitar pensar en BARBIE una y otra vez mientras veía LA MANSION EMBRUJADA. Ambas son películas concebidas a partir de productos que no son cinematográficos, sino estrictamente comerciales: una famosa muñeca en el caso de BARBIE, y una atracción del parque de diversiones de Disney, en la película que nos toca hoy en suerte. Ambas son IPs reconocibles, es decir, marcas o propiedades intelectuales que ya tienen un conocimiento previo por parte de la audiencia potencial. Además, en ambos casos, hay un objetivo comercial que va más allá del cine: vender más muñecas en uno, y atraer más visitantes al juego en cuestión en el otro.

Sin embargo, la diferencia entre ambas es abismal, absurda, casi radical. En la exitosa película estrenada la semana pasada, Greta Gerwig se tomó el trabajo de desarmar y rearmar el mundo de la mítica muñeca para entregar una película creativa y con peso propio, un exitoso triunfo de marketing respaldado por un innegable talento artístico. En cambio, en LA MANSION EMBRUJADA probablemente hubo un equipo de ejecutivos de Disney que puso todas las historias, personajes y locaciones de la atracción turística en un programa de Inteligencia Artificial y obtuvo algo a lo que es difícil llamar cine. Es otra cosa a la que no sé bien qué nombre ponerle.

Es por eso que, cada vez que se le hacen críticas a BARBIE en las que se cuestiona tal o cual cosa, hace falta recordar qué tipo de película podría haber sido. Para aquellos que no saben a qué me refiero, LA MANSION EMBRUJADA está aquí para refrescarles la memoria acerca de lo que puede ser una película realizada solo para obtener ganancias sin proponer ni una sola idea a lo largo de sus interminables dos horas. No es la única ni la primera mala película de este tipo; de hecho, salvo excepciones, la mayoría de las películas hechas como derivados de productos, marcas o atracciones de parques de diversiones son flojas o impresentables, pero el contraste con una película exitosa como BARBIE, con tan solo una semana de diferencia, es atroz.

No hay mucho para decir de LA MANSION EMBRUJADA. Es un vacío absoluto de todo: de ritmo cinematográfico, de humor, de ingenio, de guión, de personajes, de efectos especiales. La frase «la nada misma» quizás se haya inventado para películas como esta. La promesa inicial que presenta su muy buen elenco (Lakeith Stanfield, Rosario Dawson, Owen Wilson, Tiffany Haddish, Danny DeVito, Jamie Lee Curtis y Jared Leto, otros) se desvanece rápidamente luego de un par de escenas iniciales más o menos realistas que transcurren en Nueva Orleans y en la que vemos a Ben (Stanfield, de ATLANTA y JUDAS Y EL MESIAS NEGRO) enamorarse de una chica y, años después, encontrarlo borracho y deprimido luego de perderla. El hombre, sobra decirlo, no cree en fantasmas ni en nada sobrenatural…

Por otro lado, una madre viuda (Dawson) y su hijo se mudarán a la casa embrujada en cuestión, pero rápidamente querrán escapar de algo siniestro que, evidentemente, hay en el lugar. Sin embargo, se verán forzados a volver, y con ellos aparecerán una espiritista (Haddish), un profesor (DeVito), un cura bastante impresentable (Wilson) y otros actores reconocidos en personajes que no conviene adelantar por si se da el milagro de que uno se interese sinceramente en lo que sucede. A partir de ahí, será un continuo circular de fantasmas que no asustan a nadie (creo que ni a los niños más pequeños), mientras los humanos se enredan en misterios y problemas, uno menos interesante que el anterior.

La película jamás funciona –creo que tiene una sola broma que hace reír en 123 minutos y un solo efecto ingenioso con el espacio físico–, no asusta, casi nunca entretiene y no produce más que un interminable tedio. Los actores son todos notables, pero los principales (Stanfield, Dawson, Wilson) son demasiado «cool» para el tono ampuloso y más grotesco que una película así podría necesitar, al menos, para funcionar dentro de sus limitados parámetros. En ese sentido, la siempre excesiva Haddish y los veteranos DeVito y Curtis funcionan mejor. Son actores que saben que, en casos como estos en los que están rodeados de tanto vacío, lo único que les queda es robar cámara y comerse la pantalla. Pero ni eso alcanza.

En algún punto de la larga preparación de esta película, que comenzó a planearse en 2010 –ya hubo una en 2003 protagonizada por Eddie Murphy, que fue un fracaso– se barajó el nombre de Guillermo del Toro como potencial director. Jamás sabremos qué hubiera hecho el gran realizador mexicano a partir de este mundo y de estos personajes. Es que la empresa eligió ir por el lado del piloto automático y se perdió la posibilidad de hacer algo seguramente mucho más interesante que esto. Hoy sus ejecutivos deben mirar a sus vecinos de BARBIE festejando y preguntándose en qué momento equivocaron el camino.