Estrenos: crítica de «Asteroid City», de Wes Anderson
Una reunión de jóvenes fanáticos de la astronomía y sus padres en un pequeño pueblo ubicado en medio del desierto, en el que hay un enorme cráter creado por un meteorito, es el centro de la acción de este extravagante relato del director de «Moonrise Kingdom».
Se sabe que la cinefilia se divide entre los fanáticos de Wes Anderson y a los que su cine les resulta insoportable, más apto para parodias de TikTok o falsos trailers hechos con Inteligencia Artificial que para tomárselo en serio. Estamos, también, los que tratamos de ubicarnos en una zona intermedia, aceptando su estilo y tratando de valorar sus resultados, película a película. Se trata de un grupo que raramente se pone de acuerdo y quizás eso vuelva a suceder con ASTEROID CITY, quizás el film más wesandersoniano de todos los del director, uno que amarán sus fans, odiarán sus detractores y nos dejarán a todos los demás en extremo confundidos.
Mi sensación, a partir de un primer visionado de una película extraordinariamente compleja desde lo formal y complicada desde lo narrativo, es que no funciona del todo bien. Que la precisión de su sistema ha llegado a un nivel tal de prolijidad y especificidad que no parece haber nada que se asemeje a la vida real detrás de el teatro de marionetas en el que se ha convertido su cine. Su anterior película, THE FRENCH DISPATCH, era también así, pero por algún motivo –quizás mi nostalgia por cierto periodismo de la época analógica o por la reinvención coqueta de un mundo real– me fascinó. Aquí sentí todo el tiempo que estaba viendo a un grupo de amigos, actores famosos todos ellos, juntarse en un estudio y entretenerse jugando una suerte de función teatral para ellos mismos. ASTEROID CITY ya no es un film para fans de Wes Anderson, sino uno para los que trabajan en su película, casi como si fuera la más elaborada home movie de la historia del cine.
El edificio en el que se arma ASTEROID CITY tiene como piso un escenario teatral, en el que un maestro de ceremonias va presentando los distintos actos como si se tratara de partes de una obra para ser grabada y exhibida por TV que allí se va a representar. Y a juzgar por la manera en la que Anderson coloca la cámara, a modo de plano general desde un proscenio, bien podría serlo. De hecho, la escenografía de esa pequeña ciudad en la que se desarrolla la acción es la más claramente falsa de todo su cine, una especie de ciudad a lo TRUMAN SHOW que existe en una pecera dentro de esa otra pecera que es la habitual del cine del director de RUSHMORE.
¿De qué va la película? En los años ’50 hay una reunión de especialistas en fenómenos astronómicos ya que en ese pueblo hay un cráter creado por un meteorito que es una atracción turística y no solo para seres humanos. A la vez, de lejos, se ven ensayos y pruebas nucleares. Aquí hay unos cuartos de hotel, un restaurante, algunos negocios y los eventos en los que se estudian las temáticas en cuestión. Pero, más allá de algunas situaciones y «encuentros cercanos» en los que buena parte del casting se junta, la mayor parte del tiempo seguimos a los personajes por separado, viviendo cada uno diferentes situaciones.
Jason Schwartzman es lo más parecido a un protagonista, un hombre cuyo auto se queda allí y que viaja con su hijo adolescente y tres hijas más chicas a dejar las cenizas de su esposa, que acaba de morir. Es la parte más emotiva y que vuelve, episódicamente, sumándole luego a otros personajes, especialmente a Tom Hanks, como el padre de la esposa fallecida, y Scarlett Johansson como «la vecinita de enfrente» del hotel, una sufrida actriz que ensaya y con la que Schwartzman parece conectarse.
La reunión específica de los Junior Stargazers –niños entusiastas de la astronomía que vienen con sus padres– está liderada por una obviamente excéntrica doctora interpretada por Tilda Swinton y allí aparecen en breves o aún más breves roles actores como Matt Dillon, Steve Carell, Jeffrey Wright, Rupert Friend, Hope Davis, Maya Hawke, Margot Robbie y Liev Schreiber, entre otros. Y en cada nuevo acto de la obra (que pasa de su plano cinematográfico a uno más teatral/televisivo) se van sumando nuevos, empezando por el presentador (Bryan Cranston), siguiendo por quien escribe lo que supuestamente vemos (Edward Norton) y con apariciones posteriores de Adrien Brody, Willem Dafoe, Hong Chau y otros amigos de la casa.
Habrá alienígenas, robos de asteroides, cuarentenas y un tupperware con un rol importante y todos los movimientos de cámara ya parodiados de Wes uno tras otro, siempre con los grados justos, los ejes adecuados, la distancia correcta. Diorama, tableaux en movimiento, kabuki americano, teatro de marionetas: llámenlo como quieran. Es innegable que todo es muy creativo, ingenioso, por momentos divertido y muy elaborado, pero te deja frío y con la sensación de estar viendo algún tipo de lenguaje artístico que no es del todo cine y no es del todo teatro. Es Wes Anderson puro, más que nunca, en su propio planeta. Hermético y fascinante, fastidioso y lúdico, complejo y banal al mismo tiempo. Tómelo, déjelo o trate de desmenuzarlo, que quizás sea lo mejor que se puede hacer con películas como ASTEROID CITY.
El bueno de Wes tiene chapa suficiente como para hacer lo que quiere. Y no lo puedo criticar por eso. Pero la verdad es que -mas alla de que los Wes´s fans disfrutamos de todo lo que nos propone- estas peliculas tan corales/atomizadas pierden fuerza y sustento. Extraño aquellas peliculas redondas (¿clásicas?) donde toda su locura creativa confluia en una sola historia (Rushmore, Los Tenembaum, Moonrise Kingdom, Hotel Budapest) y Wes daba cátedra de cómo enriquecer un relato a fuerza de estilo, ideas y giros inesperados. Igualmente lo quiero en mi equipo. Si.
Pocos directores tiene la capacidad de convocar elencos de primer nivel para experimentos cinematográficos que quizás no sean un buen negocio económico
Uno de ellos es WES ANDERSON (Houston, Texas, EE. UU, n. 1969) que filmó películas muy buenas como EL GRAN HOTEL BUDAPEST o ISLA DE PERROS y otras más irregulares como LOS EXCÉNTRICOS TENEMAUM y LA CRÓNICA FRANCESA.
Ahora se lanza a un nuevo experimento con ASTEROID CITY filmada parte en blanco y negro y parte en color, una distinción que no es caprichosa porque el blanco y negro lo utiliza para mostrar el proceso de creación de una obra de teatro ambientada en el desierto de Texas (cuna de donde proviene ANDERSON), mientras que el color es para el desarrollo de la obra misma, todo al servicio del juego de la fantasía y de la actuación
¿De qué trata la obra? Ambientada en el año 1955, en un país militarista que no se contenta con liderar el mundo, sino que además quiere conquistar el espacio, un grupo de colegiales y padres se reúnen en el poblado de ASTEROID CITY, de menos de 100 habitantes, para un concurso escolar donde habrá una premiación vinculada a innovaciones y observaciones astronómicas. A ese congreso asiste un invitado sorpresa que es un alienígena que desciende de una nave espacial y se roba un asteroide. A partir de allí las Fuerzas Armadas imponen una cuarentena más que absurda que lleva a una acumulación de situaciones delirantes.
La película está muy bien filmada con situaciones que transitan el desfiladero del ridículo que, esta vez, ANDERSON logra sortear con elegancia contando, valga la redundancia, con una constelación de estrellas del cine norteamericano en el elenco.
Sin ser una obra maestra es una de las mejores películas de este talentoso director (8/10)