Festival de Venecia 2023: crítica de «L’avanposto» («The Outpost»), de Edoardo Morabito (Giornate degli Autori)
Un escocés que vive en la Amazonia tratando de proteger la región de la destrucción tiene una idea que parece imposible: reunir a Pink Floyd para que den un concierto en medio de la selva.
Este breve documental combina un tema acuciante con un personaje curioso con una idea aún más delirante aún. Cuando lo toma el documentalista –los años no son muy claros, todo parece prepandémico–, Christopher Clark es un escocés radicado hace décadas en un pueblo en medio de la Amazonia dedicado a salvar la selva de su extinción y del desastre ecológico. Todo un personaje –políglota, parlanchín, imparable–, Chris tiene una idea: conseguir reunir a Pink Floyd para hacer un concierto allí, en una explanada en medio de la selva, con el objetivo de llamar la atención y juntar dinero para salvar el Amazonas.
Parece un desafío absurdo, pero si uno le cree a Clark –un tipo británico que viene de familia de buena posición económica y que dice haber conocido a David Gilmour en los años ’80– quizás pueda seguirle el tren. El no para: graba videos para «David», para «Roger» (Waters), a quien quiere convencer de reunirse con sus viejos compañeros con quienes ni se habla, y hasta empieza a probar otras posibilidades: quizás Peter Gabriel, o Phil Collins, tal vez Bianca Jagger o Jerry Hall puedan ayudarlo a contactar a, bueno, ya saben…
Hay algo de quijotesco en el recorrido de Chris, que no da el brazo a torcer ante nada. Uno se va dando cuenta de a poco que lo suyo pasa por otro lado y que bordea el exceso de imaginación o el delirio. Alrededor suyo la foresta se incendia, el pueblo en el que vive no pasa por buenos momentos, no hay recursos para apagar los fuegos y a uno le queda claro que lo del concierto entra en la zona de lo delirante. Y cuando Chris explica cosas de las instalaciones y la «hotelería» para los invitados la cosa ya toma ribetes fantásticos.
Si bien la realización es un tanto casual y desorganizada –la voz en off de Morabito en tono coloquial tampoco ayuda demasiado, pero funciona para ir sumando dudas sobre la sanidad mental del tal Chris–, el personaje es extraordinario, tragicómico en el sentido real de la palabra; uno que la película mira con una mezcla de cariño, admiración y ningún tipo de condescendencia. A su modo herzoguiano, este escocés loco quiere arreglar el planeta y si hay que ir al lado oscuro de la luna para hacerlo, él hará todo lo posible para llegar hasta ahí. Y, si puede, regresar.