Series: crítica de «The Changeling», de Kelly Marcel (Apple TV+)

Series: crítica de «The Changeling», de Kelly Marcel (Apple TV+)

Tras tener un bebé, una mujer sufre depresión posparto y desaparece en Nueva York. Su marido se meterá en extraños submundos tratando de encontrarla. Esta serie de ocho episodios, basada en la novela homónima de Víctor LaValle, se verá desde el 8 de septiembre en Apple TV+.

Las metáforas y simbolismos que pueden llegar a funcionar en cierta literatura que va del realismo al fantástico y que coquetea con el realismo mágico ha tenido siempre un duro trabajo a la hora de ser adaptada a formatos audiovisuales. Es que la propia característica del cine dificulta esas combinaciones porque las hace literales. En un cuento de hadas o una fábula literaria, digamos, uno puede imaginar ciertas «cosas imposibles» de la manera en la que uno prefiera o pueda hacerlo. En el cine o las series alguien toma esa decisión por uno. Y normalmente el problema es que es muy complejo hacer coincidir imaginaciones. Especialmente cuando lo que ofrece la pantalla no emociona ni convence. Uno puede aceptar otras formas de visualizar ciertos temas e ideas siempre y cuando la propuesta sea rica, creativa, que tenga lugar para cierta magia. Pero cuando la tiene a cuentagotas, la sensación es de incomprensión o hasta fastidio.

La particular complicación de THE CHANGELING, la serie de Apple TV+ basada en la novela homónima de Victor LaValle, es que tiene que hacer una transición entre dos –o hasta tres– mundos y universos diferentes, arrancando por algo que se acerca al realismo para pasar, bueno, a algo más parecido a un oscuro cuento de hadas con criaturas míticas, escenarios imposibles y otras yerbas. Quizás, a lo largo de varias temporadas, esa transición podría haber sido mejor llevada –uno piensa en cómo empezó LOST y lo que era en su última etapa y parecen dos series distintas–, pero en apenas ocho episodios se trata de un viaje un tanto brusco, una especie de drama romántico entre una pareja afroamericana de Nueva York que en un momento se convierte en una fantasía propia de Terry Gilliam.

Los tres primeros episodios son los mejores de la serie. Allí se cuenta la relación entre Apollo Kagwa (el omnipresente LaKeith Stanfield, de ATLANTA) y la que luego será su mujer, Emma Valentine (Clark Backo). Tras una intensa «persecución» romántica –él va a la biblioteca en la que ella trabaja y la invita a salir constantemente, ambos aman los libros–, tienen una cita, salen, se mudan juntos y finalmente tienen un hijo de una manera un tanto extraña y enervante, en medio de un viaje en subte, sin ayuda de nada ni de nadie.

Ambos tienen, además, pasados complicados que irán cobrando mayor peso con el correr de los episodios, pero en esa etapa lo principal pasa por la depresión posparto de Emma, quien luego de tener al bebé (lo llama «bebé», nunca por su nombre) entra en crisis y empieza a convencerse no solo que no es su hijo sino que no es un ser humano sino… algo más. Si a eso se le suma que recibe curiosos mensajes telefónicos que desaparecen así como llegan, su marido pronto la está tomando por trastornada y haciéndose cargo del niño.

Pero quizás las cosas sean un tanto más complicadas de lo que parecen. En un momento tenso entre ellos Emma tomará una decisión misteriosa: desaparecerá y dará la impresión que hizo algo terrible con su hijo. Apollo empezará a buscarla, desesperadamente, pero no habrá forma de encontrarla. Y aquí empezarán a pesar algunas cosas esbozadas en los primeros episodios (y en los nombres de los protagonistas): se irán abriendo las puertas a un mundo paralelo, a una Nueva York secreta y escondida en el que las cosas funcionan de otra manera y en la que, bueno, ya verán…

En el medio aparecen otros personajes inquietantes. El intenso cantante de la banda Future Islands, Samuel T. Herring, se luce interpretando a William Wheeler, un hombre que se une a Apollo ya que busca a su propia esposa e hija que desaparecieron. El tiene más información que el perdido protagonista y lo va conduciendo hacia extraños destinos pero quizás sus intenciones no sean las que presenta. Y habrá muchos más personajes en ese viaje propio de la mitología –los changelings son, según antiguas tradiciones europeas, niños que fueron cambiados por otros, con algún tipo de deformidad– que va yendo cada vez más lejos en ese underground en el que las cosas son distintas. Y cuando uno cree que se acomodó en ese otro mundo THE CHANGELING va un par de pasos más allá todavía.

Narrada en buena parte con una voz en off de su propio autor que trata de dar un marco literario a la historia y traducir sus temas, la serie va perdiendo su lógica y su peso con el paso de los episodios. Lo que era un drama denso sobre las dificultades de una pareja tras el nacimiento de un bebé –y, llegado el caso, cómo la historia de cada uno de ellos repercute en esa situación– se convierte en un cambalache de referencias fantásticas y folclóricas afrolatinas –brasileñas, africanas, vudú–, nórdicas y de la propia historia estadounidense, especialmente la vinculada al racismo. Todo esto, además, dentro de una estructura narrativa que pone el eje en el feminismo y en cómo, históricamente, los hombres han supuesto que las mujeres tienen que ser madres perfectas, sin colaborar demasiado en el asunto.

Lo que para el quinto episodio se va volviendo difícil, para los dos últimos es imposible –el sexto, que funciona como flashback para entender ciertos datos, funciona mejor; el séptimo es una rareza un tanto incomprensible– y THE CHALENGING termina probando ser un desafío demasiado complejo para adaptar al audiovisual. No leí la premiada novela en la que se basa, pero uno imagina que ese realismo mágico y esa fábula urbana pueden funcionar mejor desde las páginas. En el guión de Kelly Marcel y la realización de Melina Matsoukas (directora de QUEEN & SLIM), la lógica se va perdiendo de a poco y sobre el final uno no termina por entender cómo todo llegó a dónde llegó.