Estrenos: crítica de «Milagro», de Bogdan George Apetri

Estrenos: crítica de «Milagro», de Bogdan George Apetri

por - cine, Críticas, Estrenos
11 Oct, 2023 04:02 | Sin comentarios

Este drama policial rumano cuenta la historia de una novicia que se escapa de un convento y un detective que investiga qué sucedió con ella. Estreno en cines: 12 de octubre.

Una película bastante más extraña y cambiante de lo que parece cuando se plantea su problema central, MILAGRO conserva buena parte de las características formales y estilísticas ya a esta altura clásicas del cine rumano contemporáneo pero las va girando, de a poco, hacia zonas un tanto menos «realistas» de lo que parece en un principio. Es un film claramente dividido en dos partes –uno hasta podría decir que tres– y tiene a dos protagonistas totalmente distintos. La primera, una joven novicia que vive en un convento. El segundo, un investigador de la policía. Los dos están ligados a un mismo caso pero desde perspectivas y tiempos diferentes.

Cristina (Ioana Bugarin) es una joven de 19 años que está en un convento, cambiándose para salir del lugar. No está abandonando la diócesis ni fugándose de allí sino yendo a un médico en secreto porque, iremos sabiendo de a poco, la chica está embarazada, algo que nadie debería saber en el convento en cuestión. Con la ayuda de una monja amiga, Cristina sale, se toma un auto, viaja un largo rato conversando con el chofer y con un médico, se cambia a ropas civiles y entra al hospital. Da la impresión de que quienes la llevan no saben, en concreto, a qué está yendo al lugar. O se hacen los que no saben…

Al salir del lugar Cristina no encuentra a su chofer –o ex profeso lo abandona, porque no le caía nada simpático– y elige un taxi al azar para que la lleve de regreso con las monjas. El viaje será calmo y plácido ya que el conductor parece más amable y agradable. En un momento la chica le pide parar para volverse a poner la vestimenta religiosa, el tipo la lleva a un lugar un poco más escondido de lo previsto y allá empiezan los problemas. Que son serios y que no divulgaremos por un tema de spoiler. La cámara filma todo de lejos, haciendo un giro de 360 grados, pero deja el sonido de lo que pasa en primer plano. Y es una sensación cruenta y desagradable.

Tras ese hecho –ya casi promedia la película– todo gira. De ahí en adelante MILAGRO tendrá como protagonista a Marius (Emanuel Parvu), un detective de la policía que está investigando eso que sucedió allí. Le cuesta, de todos modos, conseguir testimonios, ya que las mujeres del convento parecen guardar un voto de silencio aún en circunstancias así. Es que, quizás, lo de la salida por el embarazo no queda muy bien en «los papeles» o tal vez porque piensan algo aún más oscuro, pero lo cierto es que casi nadie colabora. Tampoco logra mucho con la gente del hospital en el que Cristina estaba.

La investigación tendrá –otra vez en el clásico estilo rumano– desvíos curiosos, peleas entre policías y escenas que dan profundidad y complejidad a los personajes por más alejadas que estén de la resolución más específica y directa del caso. Muchas de ellas, también, narradas en complejos planos secuencia. Quizás un espectador que espera un policial tradicional se decepcione, pero la búsqueda de respuestas que emprende Mariu tiene algo más cercano al cine del turco Nuri Bilge Ceylan: un auto, una ruta, gente que habla de otras cosas, hasta que de a poco el asunto va quedando frente a nuestras narices.

Y de allí en adelante MILAGRO –película realizada como parte de una trilogía por el director– propondrá otras sorpresas narrativas que será mejor dejar a criterio del espectador su análisis. Son decisiones arriesgadas, extrañas, fuera del contexto más o menos realista que tenía la película hasta el momento y que parece dar a entender el motivo de su título. Es una zona border la que trabaja Apetri acá, especialmente en función del tipo de acto criminal que da pie a la historia y en relación a una persistente discusión entre algunos personajes acerca de temas religiosos. Pero, más allá de gustos, lo que es innegable es que se trata de una serie de decisiones narrativas inusuales que, al menos, obligan al espectador a reordenar en su cabeza lo que parecía una película relativamente previsible en su desarrollo.

El tema de la fe es importante porque tanto el detective como las monjas lo tienen entre sus preocupaciones, de manera generalmente opuesta. La narración, que parece seguir una línea racional (digamos, más cercana a la del detective), toma unas tangentes y ofrece una serie de escenas que siguen una lógica distinta, entre lo místico y lo pesadillesco. Ese «todo vale» resulta fascinante y obliga al espectador a tratar de resolver algo que se parece a un rompecabezas narrativo y conceptual. Pero quizás no sea otra cosa que un capricho extravagante de un director que no tiene muy claro hacia dónde llevar su historia.