Estrenos online: crítica de «Cementerio de animales: el origen», de Lindsey Anderson Beer (Paramount+)

Estrenos online: crítica de «Cementerio de animales: el origen», de Lindsey Anderson Beer (Paramount+)

Esta precuela de la remake de «Cementerio de animales» transcurre en 1969 y se centra en el extraño regreso de un soldado de la Guerra de Vietnam. Con David Duchovny, Henry Thomas, Pam Grier y Samantha Mathis. Desde el 20 de octubre, por Paramount+.

Mucho antes de que un candidato a presidente de la Argentina clonara a sus perros existió CEMENTERIO DE ANIMALES. Primero, en 1983, como novela de Stephen King. Luego, en 1989, como una muy exitosa adaptación al cine dirigida por Mary Lambert, que tuvo una secuela en 1992 y una remake en 2019. A partir de esta remake –que fue más exitosa de lo que muchos esperaban– es que surge EL ORIGEN, la temida precuela, esa película que intenta crear una mitología respecto al tema y lograr que la saga se extienda en el tiempo… o hasta que a los espectadores se les agote la paciencia.

A juzgar por su tímida salida directo al streaming y por las malas críticas que tuvo en los Estados Unidos quizás no tengamos que ver decenas de versiones de esta historia. Es que, convengamos, una vez explicitado el sistema y la lógica que hay por detrás de ese misterioso cementerio en el que se pueden hacer revivir, en principio, mascotas muertas (no será solo eso, como saben), es difícil encontrarle giros lo suficientemente interesantes para eternizar el formato. O, si los hay, no aparecen en esta película.

Lo que hay aquí son dos tiempos distintos en la narración. Un origen-origen, siglos atrás, en lo que será el pueblo de Ludlow (Maine), que va a explicar el supuesto inicio de este fenómeno, algo que se verá en un momento a modo de flashback. Y la instancia en la que esta película transcurre, que es en 1969 y en el mismo y moribundo pueblo, solo que durante la Guerra de Vietnam, Todo empieza en el cementerio en cuestión, donde se deja entrever que algo «extraño» está haciendo Bill Batterman (David Duchovny), el padre de Timmy (Jack Mulhern), que acaba de volver de esa guerra. Digamos que lo de «volver», como lo tiene claro el perro de la familia, es una forma de decir.

El protagonista será Jud Crandall (Jackson White), la versión joven del personaje que interpreta John Lithgow en la remake de 2019. Cincuenta años antes, Jud y su novia Norma (Natalie Alyn Lind) eran dos jóvenes que soñaban con irse de Ludlow y unirse al llamado Cuerpo de Paz, entidad que «promueve la paz y la amistad mundial», algo más cercano a sus intereses. Sus padres (Henry Thomas y Samantha Mathis, dos estrellas del cine de los ’80 y ’90) están encantados con la idea de que Jud se vaya, más que nada para que evite un posible llamado al frente de batalla. Pero parece que los animales de la zona no tanto. Y cuando intentan salir, se les complica. Y deben quedarse.

Allí, junto a otros amigos de la infancia –los hermanos Manny (Forrest Goodluck) y Donna (Isabella Star LaBlanc)– intentarán ver al huraño Timmy, pero es claro que el joven que volvió ya no es el mismo. Y no es solo una metáfora. Actúa extraño, amenazante y se comporta como un zombie con arranques violentos. Y todo esto, que bien podría funcionar de un modo realista (muchos soldados deben haber vuelto de Vietnam convertidos en otras personas tras sus experiencias allí), no está del todo aprovechado en una película que termina sacándose todos sus prolegómenos de encima muy rápidamente para pasar a la acción y a los ataques brutales.

Tomando en cuenta que CEMENTERIO DE ANIMALES: EL ORIGEN dura poco más de 80 minutos y que los veteranos actores nombrados –a los que hay que sumarle a Pam Grier– tienen roles entre desdibujados y menores, parece evidente que es una película muy cortada o rearmada en sala de montaje. Tiene su clima, de entrada, y Timmy es un personaje potencialmente amenazante, pero hay muchas subtramas que se dejan en el camino –ligadas a la infancia de los amigos y a su relación–, la acción nunca cobra un peso real y hasta la lógica espacio-temporal es sumamente confusa.

Es una película que presenta una potencial serie de ideas para seguir –el flashback al siglo XVIII en donde todo esto empieza, la relación que todo eso tiene con los pueblos originarios de los que Manny y Donna son descendientes y la propia oscuridad nunca del todo explorada del personaje de Duchovny– pero que las deja todas por ahí, entre abandonadas y resueltas en un par de segundos. Y eso que había terreno para explorar. En Argentina, de hecho, ahora recién estamos empezando con perros que «renacen». Habrá que ver cómo sigue después la historia. ¿Habrá que preguntarle a Stephen King?