Estrenos online: crítica de «Pintemos» («Paint»), de Brit McAdams (Flow)
Esta comedia protagonizada por Owen Wilson retrata a un famoso pero mediocre pintor de éxito televisivo que entra en crisis cuando aparece una posible reemplazante.
El tono que maneja PAINT es tan particular, tan curioso, que uno nunca sabe si tomarlo como paródico o no. Este retrato de un personaje inspirado en uno real, que fue famoso durante décadas con un programa de la televisión pública local de Vermont en el que pintaba cuadros en vivo, está en ese límite en el que uno no sabe si va en plan comedia franca o no. Es que el propio personaje –o el modo de interpretarlo de Owen Wilson– está en ese límite imposible entre el objeto de burla y ese tipo de criatura un tanto extravagante que muchas películas terminan homenajeando a la vez que un poco se ríen de él.
Claramente es más esto último porque PINTEMOS lo considera un personaje bizarro pero a la vez se compadece de su situación, del modo que lo han hecho películas como ED WOOD, por ejemplo, entre muchas otras sobre artistas que se creen talentosos cuando en realidad están muy lejos de serlo. Pero el guionista y director no llega a esos niveles de sutileza a la hora de retratarlo, por lo que la película se queda un poco a mitad de camino entre otras (mejores) películas posibles.
Carl Nagle (inspirado en un tal Bob Ross, que tenía un similar programa y hasta un look parecido) es muy famoso en la zona de Vermont, especialmente entre los mayores de 65 –es un ídolo en los geriátricos– gracias a un programa de TV que lleva más de 20 años en el aire y en el que el tipo pinta cuadros en vivo y enseña a hacerlo. Sus pinturas son de paisajes y, convengamos, bastante mediocres. No solo eso, tiende a pintar versiones muy parecidas del mismo cuadro una y otra vez.
Pero su éxito está ligado también a su personaje. Con un «afro» en el pelo que, como muchas otras cosas –incluyendo la van que maneja, el tono medio fumado que tiene y su onda «seductor sensible» de viejo hippie–, le quedó pegado de los años ’70, Carl es amado en el pueblo. Los vecinos lo adoran y es una leyenda del lugar. Lo más extraño de todo es que las mujeres parecen derretirse ante su presencia y el hombre, cómo decirlo, se aprovecha del asunto.
A lo largo del film lo que veremos es cómo le pega la llegada de Ambrosia (Ciara Renée), una chica joven, negra y lesbiana que viene a ocupar el horario posterior al suyo y que, además, es más original y creativa a la hora de pintar. Al principio Carl lo toma con calma, pero cuando ella empieza a crecer en popularidad y él a quedar como una reliquia del pasado, el hombre empieza a fastidiarse. A eso se le suma que la productora del show, Katherine (Michaela Watkins), que supo ser pareja suya y a la que aún quiere, empieza a sentirse atraída por la recién llegada.
Esa cadena de conflictos –al que se le suma el hecho de que no ser respetado como pintor como para que sus cuadros sean puestos en el museo de la ciudad– va a dar pie a una serie de pasos de comedia, que no funcionan tan bien en los hechos como seguramente lo hacen en los papeles. Carl es un personaje tierno y un poco patético que se ha dejado llevar por su propio personaje y la inminencia de una posible «fecha de vencimiento» lo enfrenta a su propia vida y circunstancias.
Lo que la película no logra en cuanto a humor lo obtiene a partir de una cierta candidez que transforma a Nargle en una especie de Mr. Rogers de las artes plásticas, aunque con aristas bastante más problemáticas que aquel célebre conductor de programas de TV para niños. Sí, es egocéntrico, usa a las mujeres, pinta bastante mal y bordea lo patético pero –o al menos eso intenta probar la película– lograba entretener y ser parte de las vidas de muchas personas de su generación o mayores a los que, de algún modo, fue inspirando.
PAINT es una película cálida pero fallida, con ideas e intenciones inteligentes pero que –quizás por ser una opera prima– se topa con bastantes problemas a la hora de tornarlas efectivas desde la pantalla. Algunos simpáticos detalles en su última parte elevan un punto la ironía de todo el recorrido, pero no creo que sea suficiente. Wilson y un personaje de esas características merecían una película un poco mejor.