Estrenos online: crítica de «Quiz Lady», de Jessica Yu (Star+)

Opuestas al punto del ridículo –en esas oposiciones que son excesivas hasta para los parámetros de las comedias–, Anne y Jenny son sin embargo hermanas. No se llevan bien, claro, y hace mucho que no se ven. En el racconto de la historia familiar que hace la película ni bien empieza, escuchamos a Jenny, la mayor de las dos, peleándose constantemente con sus padres, a sus padres peleándose entre sí y una cacofonía de ruidos e idiomas que desconcentra a la pequeña Anne. Es que en medio de todo ese caos la chiquita tiene que ver sí o sí un programa de TV de preguntas y respuestas. Es algo así como su bálsamo, su tabla de salvación, pero también su obsesión.

QUIZ LADY pasará rápidamente hasta el presente y veremos que todos los demás se fueron de la casa a hacer sus vidas –caóticas, previsiblemente– y que Anne (Akwafina) sigue frente a la TV, ya treintañera, mirando, ahora acompañada por un perro, el mismo programa que conduce desde siempre un tal Terry McTeer (Will Ferrell) y que se llama «Can’t Stop The Quiz«. Su postura física, la manera obsesiva y dedicada con la que ve el programa y se sabe las respuestas, indican que es lo único que le importa en la vida. Y al verla en su solitario cubículo laboral confirmamos esa impresión.

La situación se altera cuando la madre de ambas desaparece del geriátrico en el que está (es ludópata y se escapa para ir a casinos) y reaparece en su vida su hermana Jenny (Sandra Oh), que no tiene dinero y está viviendo en su auto. Agresiva, ruidosa y desbocada, Jenny se mete sin pedir permiso en la casa de Anne, desorganizando todo y alterando, con sus problemas, la vida de su aburrida y metódica hermana menor que lo único que quiere es ver su programa de preguntas y respuestas en paz.

Todo empeora cuando aparece un mafioso al que Jenny le debe dinero. Mucho. El tipo complica la vida de ambas y a Jenny se le ocurre que la única forma de escapar de la difícil situación en la que se metió es «usando» a Anne. ¿Cómo? Forzándola a ir a competir al programa en cuestión, sabiendo que tranquilamente puede ganar. El problema es que la fóbica y nerviosa Anne no quiere saber nada con el asunto. Y habrá que ver cómo se las arregla la agresiva hermana mayor para «convencer» a la más chica de salir de ese pozo en el que está metida y mostrar sus habilidades en la TV delante de todo el país.

QUIZ LADY toma las formas de una ampulosa comedia, por momentos más ampulosa de lo necesario. Eso se nota, especialmente, en la composición de Oh, que interpreta a Jenny como una mujer de cuarentaylargos que cree tener treinta menos y actúa como una adolescente caprichosa y agresiva. Entre ambas hay viejas peleas, reclamos, facturas por pasar, además de algunos problemas familiares que afectaron a las dos por igual. Y la película de a poco irá poniendo el eje en eso, llegando a la lógica y sensible conclusión de que se necesitan entre sí para sobrevivir y que hay lazos sólidos por debajo de las muy disímiles apariencias.

La intensidad de algunas escenas (hay una en la que Anne consume drogas sin querer y, bueno, casi todas las de Jenny) es por momentos un tanto excesiva, algo que se acrecienta aún más cuando el show de TV en cuestión pasa a ser parte del relato. Allí además está un tal Ron (Jason Schwartzmann, también pasado de rosca), un ganador serial que Anne odia, y su admirado Terry, con sus miles de moños y su tono entre amable y paternalista. A tal punto es frenético todo en el film de Jessica Yu que el personaje de Ferrell termina siendo uno de los más calmos y discretos de todos.

Cualquier comedia con el actor de ANCHORMAN ya de por sí tiene un punto de interés y Ferrell no decepciona. Y también aparece Tony Hale (VEEP) en un pequeño rol y el recién fallecido Paul Reubens en otro más pequeño aún. Pero lo central son Akwafina, Oh y la tensa química entre ambas. QUIZ SHOW es un film sobre hermanas, sobre dos mujeres de origen asiático que son muy distintas entre sí y que tienen que tratar de encontrar un punto en común entre «la calle y los libros» –o entre la fobia y el narcisismo– que las acerque cuando más lo necesitan. Eso sí: a la vista de todos y en el prime time televisivo.