Estrenos online: crítica de «Cómo tener sexo», de Molly Manning Walker (MUBI)

Estrenos online: crítica de «Cómo tener sexo», de Molly Manning Walker (MUBI)

Esta opera prima británica, premiada en Cannes, se centra en las complicadas experiencias de una adolescente de vacaciones con sus amigas en una isla griega. Se estrena en MUBI el 29 de diciembre.

Las vacaciones europeas de los británicos tienen ese queseyo. Lo vimos, en su versión melancólica, en la reciente AFTERSUN. Y aquí regresa, en su más clásico esquema 24 Hours Party People, siguiendo unas vacaciones en la isla griega de Creta de tres amigas que acaban de terminar la escuela (rondan los 16, 17 años) y esperan los resultados de un examen para saber sus posibilidades de entrar a la universidad. Intensas, con ganas de beberse hasta las cloacas, excesivas y –al principio al menos– bastante irritantes, las tres amigas llegan con las ganas y la actitud como para llevarse el mundo por delante. 

No son las únicas en ese plan, claro. Toda la ciudad de Malia, donde paran, parece ocupada por manadas de adolescentes y jóvenes británicos que descienden sobre los hoteles de la ciudad y la toman prácticamente por asalto mientras bailan y beben y convierten al lugar en una suerte de caos permanente, un club nocturno al aire libre. Las chicas quieren beber, bailar, coger y volver al mismo ciclo cada día. Pero tienen mucha menos experiencia de lo que parecen. Especialmente Tara (Mia McKenna-Bruce), que no ha debutado sexualmente, asunto a lo que quiere dar fin. Sus amigas Skye (Lara Peake) y Em (Enva Lewis), en tanto, se manejan con mayor seguridad. En apariencia al menos.

Es Tara la que empieza conectándose con un trío de amigos que están en el cuarto contiguo al suyo, a un balcón de distancia. Allí se pone a hablar con Badger (Shaun Thomas), primero, que está junto a Paddy (Samuel Bottomley) y Paige (Laura Ambler), un grupo que parece hecho a medida para ellas: dos chicos heterosexuales y una chica gay, como Em. Todos con similares objetivos. Ya armados como grupo siguen de fiesta hasta que, en medio de una noche caótica, Tara no vuelve a dormir. A partir de eso –incluyendo un breve flashback–, la película seguirá a la chica lidiando con las consecuencias de lo que le sucedió e intentando ver cómo continuar.

COMO TENER SEXO, título que tiene un sentido irónicamente didáctico en el contexto, lidia más que nada con zonas confusas ligadas al consentimiento, a la manera en la que hay una gama de grises en lo relacionado con el sexo, que tienen más que ver con las sensaciones encontradas, los miedos, la agresión pasiva y la presión de los pares. A eso se le suma la indefinición respecto al futuro y a la sensación de que ese verano, que podía haber sido un gran recuerdo, posiblemente termine convertido en un trauma.

En su opera prima, Manning Walker demuestra una enorme destreza visual, creando un clima muy realista a la hora de pintar esa suerte de bacanal adolescente –la versión inglesa del Spring Break, digamos– en la que cada día se empieza sin saber ni dónde ni cómo se termina. La fiesta, sin embargo, se acaba de un momento a otro para Tara, quien luego de su experiencia, no puede volver a conectar con el espíritu caótico que la rodea. Se ve obligada a seguir aunque no tiene ganas y ni siquiera puede contarle a sus amigas lo que le pasó ni lo que siente.

En donde la realizadora falla es en la caracterización de los otros personajes, a los que parece dividir entre “buenos” y “malos”, comprensivos y egoístas, sensibles o hipócritas, perdiendo ahí la sutileza para lidiar con los grises y ambigüedades de las personas. Sin spoilear, digamos que algunos de los que la rodean a Tara son menos amables y generosos de lo que parecen, mientras que con otros pasa exactamente al revés. Por otro lado estará en cada espectador ver cómo se relaciona con algunas situaciones en las que la mirada de la película está al borde de pasarse de moralista o de victimizar en exceso a su protagonista.

Más allá de esas definiciones un tanto simplistas –en ese sentido AFTERSUN es mucho más sutil–, HOW TO HAVE SEX crece a partir de la excelente actuación de McKenna-Bruce, en cuyo rostro se reflejan los cambios que atraviesa Tara, pasando del espíritu festivo del comienzo (la chica literalmente bebe de una copa del tamaño de un bol de cocina grande) a la introspección y tristeza, más que nada, de los días siguientes. La adolescencia está llena de experiencias duras, difíciles y complicadas. Y esta intensa película trata de reflejarlas en todas sus dolorosas ambigüedades.