Series: crítica de «John Lennon: Asesinato sin juicio» («John Lennon: Murder Without a Trial»), de Nick Holt y Rob Coldstream (Apple TV+)

Series: crítica de «John Lennon: Asesinato sin juicio» («John Lennon: Murder Without a Trial»), de Nick Holt y Rob Coldstream (Apple TV+)

Esta serie documental de tres episodios se centra en el asesinato del ex Beatle y de los pasos posteriores investigando al culpable, Mark David Chapman. Desde el 6 de diciembre, por Apple TV+.

Muchas veces es el material de archivo, más que la forma de encararlo, lo que vale en un documental. En la serie JOHN LENNON: MURDER WITHOUT A TRIAL –de vuelta, tres episodios de casi 40 minutos que tranquilamente podrían ser una sola película– es tan fascinante ver lo que se filmó a lo largo de los días posteriores al asesinato del ex Beatle en el edificio Dakota de Nueva York, 43 años atrás, que es eso lo que lleva al espectador a seguir viéndolo, por encima de la bastante absurda decisión de querer hacer con el material una especie de true crime en donde no hay para hacerlo.

Convengamos que no hay mucho misterio en la muerte de Lennon. Un enajenado llamado Mark David Chapman lo espero en la puerta del edificio y le estampó cinco disparos, matándolo casi al instante. Como mucho, lo que se puede hacer aquí es tratar de entender quién era Chapman y qué pasaba por su cabeza a la hora de cometer uno de los atentados más atroces y dolorosos de la historia, pero de allí irse a teorías conspirativas es un poco mucho. En realidad, los documentalistas también lo saben y lo que hacen en MURDER WITHOUT A TRIAL es vender un producto que en realidad es otra cosa.

El primer episodio está enfocado en los momentos previos al crimen, en el que oímos a Lennon dar su última entrevista (la periodista que lo entrevistó da su emotivo testimonio), ir a una jornada de grabación de DOUBLE FANTASY al estudio y nos enteramos, por testimonios de los que trabajaban entonces en la puerta del Dakota, que entre la gente que usualmente rondaba la zona –Lennon vivía allí con Yoko Ono y su hijo Sean– había un tipo regordete y un tanto extraño que hacía preguntas, se quedaba ahí con un libro bajo el brazo y no se iba.

Lennon había vuelto a grabar tras varios años de silencio y su actividad era bastante constante, entrando y saliendo del lugar, para el deleite de sus fans. Pero al volver de grabar se topó con Chapman y el resto es historia. Contado por los que trabajaban allí, testigos y taxistas que lo llevaron o pasaron por el lugar, el hecho fue conmocionante. Luego, como suele pasar, el circo. Y la serie mostrará, con testimonios de varios policías y enfermeras que participaron de los hechos, cómo fueron las horas posteriores, con las corridas al hospital, las improvisadas conversaciones con la prensa, el «espionaje» de información, los presentadores de noticieros conmovidos al dar la noticia y la desesperación de Yoko.

Rápidamente la serie mostrará a Ringo Starr ahí –el tipo va al Dakota y genera un caos– y a Paul McCartney, en Londres, respondiendo preguntas a periodistas de una manera tal que parece entre despreocupado y, bueno, quizás un poco ido o conmocionado. Ese lado del documental se completará con eventos conocidos: el dolor de la gente, la vigilia silenciosa en el Central Park, otros testimonios y así. Pero lo principal pasará por meterse en la mente de Chapman y en la elección de sus abogados como modo de defensa.

El título de la serie viene a cuento de que, por motivos que quizás no convenga adelantar, no hubo un juicio completo por el crimen. No es nada raro lo que sucedió –pasa siempre en estos casos–, pero todo se resolvió rápidamente. Las dudas que se ponen en juego vienen por otro lado. Las que lo llevan al true crime son un tanto banales e intentan conectar a Chapman con la persecución sufrida por Lennon, como pacifista, en los tiempos de Richard Nixon, casi una década antes de lo que pasó aquí. Se pueden tejer muchas teorías, pero pensar que a John lo mató el FBI o la CIA algo así como hipnotizando a Chapman es un poco mucho.

Más rico es el estudio del intento de su defensa de presentarlo como «mentalmente insano» (para evitar la cárcel e ir a un hospital psiquiátrico), de las jugadas de sus abogados y de la rara historia de un tipo que creía que matando a Lennon la gente… leería la novela de J.D. Salinger THE CATCHER IN THE RYE (traducida al español como EL GUARDIAN SOBRE EL CENTENO y EL CAZADOR OCULTO). Y si bien es poco lo que se analiza del libro, más allá de que inspiró supuestamente al que intentó matar a Ronald Reagan en 1981 y él sí logró una «condena por insano», hay un hilo para seguir ahí. Hay otras posibilidades ligadas a la lógica de su decisión –una devoción transformada en odio a Lennon por diversos motivos, algunos de ellos religiosos– que también apuntan a una posible explicación. De hecho, esa terminó siendo la explicación oficial.

La investigación acerca de la vida de Chapman revela algunos datos más que entonces podían ser curiosos pero hoy, con la avalancha de atentados cometidos por este tipo de personajes en apariencia retraídos, son moneda corriente hasta para el estudio psicológico. Me refiero al tipo que siente que nadie le presta atención, que el mundo no advierte su talento y que encuentra en estos actos horrendos una forma de hacerse «famoso». Si se siguen sus pasos previos no hay dudas de la lógica que lo inspira. Cualquier otro análisis es, simplemente, un juego de guión. Y después está el riesgo que estas series corren al prestar atención a criminales de este tipo. En los papeles no debería ser un impedimento para hacerlas, pero en la realidad absurda que vivimos cualquier cosa puede prestarse a la locura de gente que cree que puede conseguir fama gratis haciendo algo similar.

Son las entrevistas actuales y las de la época, además de las imágenes de los canales de noticias de entonces, las que le dan fuerza a la serie. Como referencia: fue algo tan shockeante que aún los que éramos niños en 1980 y conocíamos algo pero no mucho de Lennon o de los Beatles, recordamos dónde estábamos en ese momento. Ver en detalle esos momentos, duros pero reveladores, dan cuenta de lo absurdo de una situación totalmente evitable que habla más de la problemática cultura de los Estados Unidos –con las armas, pero no solo con eso– que de la vida de Lennon en sí.