Estrenos: crítica de «Argylle: agente secreto», de Matthew Vaughn
Una escritora de novelas de espionaje se da cuenta que el mundo que describe en sus libros es muy parecido al real y se ve envuelta en peligrosas aventuras en esta comedia de acción del creador de «Kingsman», protagonizada por Bryce Dallas Howard, Sam Rockwell, Henry Cavill, Bryan Cranston y Dua Lipa. Estreno: 1 de febrero.
El director y productor de la saga KINGSMAN, Matthew Vaughn, agrega una nueva serie de películas de espías a su prontuario –perdón, filmografía– que bien podrían sumarse a aquellas tres. ARGYLLE, tal el título, es otra comedia de espionaje y acción que juega un poco a ser una parodia de todos los James Bond, Jason Bourne y similares que existen en el amplio espectro del cine. Si bien aparenta ser un film que se toma con humor los clichés de ese tipo de películas, luego de un tiempo termina cayendo en casi todos los recursos y también los vicios de esos films. Quiere ser tomada en serio y en broma al mismo tiempo. Y solo algunas pocas veces lo consigue.
La película empieza con una larga secuencia de acción que tiene lugar en una isla griega en la que conocemos a Argylle (Henry Cavill), un agente secreto que debe enfrentar a una serie de bellas mujeres espías lideradas por LaGrange (Dua Lipa), a la que tiene que perseguir por toda esa isla de ese modo estrepitoso y poco creíble de muchos films de ese género. Aquí, el cliché está lo suficientemente exagerado como para que se note cierto tono paródico (algunos diálogos, vestuarios, peinados, hazañas imposibles en la persecución y… John Cena), pero en realidad no hay tantas diferencias con cualquiera de las que se ven en el cine hoy, llenas de efectos digitales.
Pero el truco se revela rápido cuando nos damos cuenta que lo que hemos visto no es otra cosa que una puesta en escena imaginaria de una lectura que Elly Conway (Bryce Dallas Howard) está haciendo ante sus admiradores. La tal Elly es una escritora de best-sellers que está presentando a sus fans la cuarta entrega de «Argylle», una serie de novelas de espionaje que ella escribe y que la han consagrado en todo el mundo. Y si bien se comenta que hasta los espías verdaderos la admiran por lo bien que retrata ese mundo, lo cierto es que Elly no tiene ninguna experiencia en la materia. Vive en una casa frente a un lago, sola con su gato, y todo lo que escribe sale de su investigación online y de su imaginación. De hecho, teme volar y nunca se ha subido a un avión.
El problema que Elly tiene ahora es que no le encuentra el cierre a la quinta entrega de su saga. Su madre Ruth (la comediante Catherine O’Hara) ha leído una primera versión de la novela y no le gusta el final. Y como Elly no le encuentra la vuelta decide viajar en tren a encontrarse con ella y analizar posibles cierres para el libro. Una vez sentada en el tren se topa con un tal Aidan (Sam Rockwell), un hombre barbado y de pelo largo que justo lee una de sus novelas enfrente suyo. El tipo, cuando menos Elly lo espera, adivina que en el vagón vendrá un ataque contra ella y empieza a liquidar a los posibles asesinos como podría hacerlo Argylle. De hecho, cuando ella lo mira actuar tiene la sensación de estar viendo a su Argylle. Es decir, a Henry Cavill.
¿Qué es lo que está sucediendo? La única «revelación» que se puede hacer de una trama que tiene siete vueltas y cuatro de ellas de más –sí, es paródico, lo sé, pero igual– es que sus historias de ficción y la realidad del mundo de espionaje se mezclan de manera que la escritora desconocía. Dicho de otro modo: que existe en «el mundo real» una serie de situaciones entre agentes que responden al jefe de la llamada División (Bryan «Breaking Bad» Cranston) y otros que se enfrentan a ellos (Aidan parece ser uno de esos), en medio de una enredada serie de asuntos que involucran a un hacker y una serie de secretos encriptados por los que todos pelean. Y eso es muy parecido a lo que ella escribe en sus tramas. ¿Quién copia a quién?
Es así que durante un buen rato ARGYLLE contará la historia de una timorata escritora de historias de espías metida en medio de una verdadera, en la que la gente se dispara entre sí, se persigue en autos y lanchas, se lanzan desde azoteas de edificios y hasta se pisan las cabezas para cerciorarse que los otros están muertos. Y Elly, bueno, está espantada. Pero trata de sobrevivir junto a su gato y con la ayuda del tal Aidan. Pero en una película que se acerca a los 140 minutos de extensión, muchas cosas más sucederán de las que mejor enterarse al verla.
La película no solo aparenta ser la primera de una nueva saga sino que el propio Vaughn ya ha adelantado que será parte de un «multiverso» en el que, de algún modo, se las combinará con las tres películas de KINGSMAN, en lo que promete ser un festín para los fans de este director británico de la escuela de Guy Ritchie que ama los efectos digitales, las cámaras lentas, las persecuciones y los combates de todo tipo, siempre en un tono zumbón, supuestamente liviano y lúdico, sin hacerse problema alguno por la lógica y la plausibilidad.
Ese criterio amplio de lo que puede suceder en una película de género que por momentos parece de animación permite que uno las mire muchas veces más como un ballet un tanto lisérgico, una coreografía de a ratos delirante de peleas, y no mucho más que eso. El problema es que todo es tan pero tan digital, tan pero tan caprichoso, que es raro que se genere algún tipo de conexión con los personajes o con la historia. Uno ve ARGYLLE –casi todos los films de Vaughn, convengamos– del mismo modo que ve a un mago en algún evento, quizás asombrándose por un truco, sorprendiéndose por alguna inesperada vuelta de tuerca, pero agotándose bastante antes de que el hombre termine su acto.
Con un elenco de muy buenos actores en roles pequeños que le dan un plus a la película que de otro modo no tendría (además de los ya citados están Samuel L. Jackson, Richard E. Grant, Ariana DeBose, Sofia Boutella, Rob Delaney y otros), ARGYLLE, AGENTE SECRETO deja en evidencia las limitaciones de la idea de cine que tiene Vaughn, especialmente cuando ya lleva media docena de películas similares: ¿cuántas veces un mago nos mostrará versiones del mismo truco sin que nos agotemos? Cada uno tendrá su respuesta a esa pregunta. En mi caso, yo ya tuve suficiente.