Estrenos online: crítica de «El poder de los centavos» («Dumb Money»), de Craig Gillespie (HBO Max)

Estrenos online: crítica de «El poder de los centavos» («Dumb Money»), de Craig Gillespie (HBO Max)

El Caso GameStop, una apasionante batalla entre pequeños inversores y grandes capitalistas de fondos de inversión, es recreado en esta comedia del director de «Yo, Tonya». Disponible en HBO Max.

En plena pandemia, un llamativo movimiento de los mercados financieros de los Estados Unidos sacudió a Wall Street y llegó a los programas de noticias que no cubren habitualmente ese tipo de información. Conocido como el Caso GameStop, tenía una particularidad que lo hacía atractivo: era un caso que enfrentaba a decenas de miles de pequeños inversores que habían puesto su dinero en acciones de esa cadena minorista de videojuegos y grandes hedge funds que habían apostado por lo contrario, por hacer caer los valores de mercado de esa misma compañía. Una batalla entre Goliath y miles de «Davides» que tenía su costado, si se quiere, bizarro.

El realizador de CRUELLA y YO, TONYA cuenta la particular historia de una manera menos absurda de lo que el trailer de la propia película hacía prever. Sí, es una comedia con ribetes un tanto ridículos pero, en lo central, es una historia centrada en una pulseada por dinero entre dos tipos de inversores: los ya instalados, billonarios, que apuestan a lo grande y los que se manejan mediante videos de YouTube, redes sociales como Reddit y otras aplicaciones especializadas en la compraventa de acciones y otras inversiones. A los que apuestan sus pequeños ahorros –que tienen o que consiguen endeudándose– Wall Street los conoce con el título original de la película, «dumb money» («el dinero de los tontos» o de los «giles», sería una lógica traducción) y lo que Gillespie cuenta aquí es una especie de historia de revancha.

Basada en el libro THE ANTISOCIAL NETWORK, rápidamente escrito por Ben Mezrich (la historia sucedió a principios de 2021, el libro se publicó en septiembre de ese año y para octubre de 2022 ya se estaba filmando), la película toma como protagonista a Keith Gill (Paul Dano), un joven padre de familia que es analista financiero pero tiene un trabajo que no lo satisface. Como hobbie paralelo tiene un canal de YouTube en el que recomienda inversiones –su nombre ahí es «Roaring Kitty», ya que el tipo tiene una obsesión con los gatos–, pero no mucha gente parece prestarle atención. De hecho, la mayoría de los que comentan sus live feeds lo hacen para burlarse de su look.

El tipo tiene una obsesión con GameStop, una empresa de venta de videojuegos físicos –hay tiendas en los shoppings– que está en decadencia en función del crecimiento de la venta online. No voy a explicar aquí cómo funciona el tipo de inversión llamado «posición corta» ya que a duras penas lo entiendo, pero lo cierto es que los hedge funds apostaban a eso con GameStop: hacer mucho dinero con la caída de sus acciones. Keith pensaba distinto y empezó a comprar acciones de esa compañía, a recomendarla en sus videos y posteos en reddit, y pronto se convirtió en un fenómeno online, con miles y miles de personas haciendo subir el precio de esas acciones logrando, a la vez, ganar mucho dinero y hacerle perder billones a los grandes capitalistas.

La película trabaja sobre varias subtramas que se tocan a partir de las idas y vueltas de la inversión. Como en LA GRAN ESTAFA, de Andy McKay, los detalles pueden ser complicado de entender, pero el interés pasa por cada una de las historias que se cuentan en paralelo. Keith lidia con las dudas de su esposa (Shailene Woodley), los celos de su hermano (Pete Davidson) y los miedos de sus padres (Kate Burton y Clancy Brown), que no entienden bien qué es lo que hace y qué riesgos conlleva.

Del lado de enfrente están los millonarios que han apostado lo opuesto a Keith, tipos como Gabe Plotkin (Seth Rogen), Steve Cohen (Vincent D’Onofrio), Ken Griffin (Nick Offerman) y Vlad Tenev (Sebastian Stan), los primeros tres líderes reales de fondos de distintos tamaños (la película nos muestra, al presentarlos, cuánto dinero tiene cada uno, y en todos los casos son cientos o miles de millones) y, en el caso del último, es el que inventó la aplicación en la que los «giles» hacen sus compras y ventas.

En un film con muchísimos actores de renombre hay que agregarle además a los pequeños inversores que se entusiasman, temen, dudan y arriesgan su dinero siguiendo los consejos de Keith. Una enfermera en plena época dura del COVID (America Ferrera), dos amigas/pareja de una universidad (Myha’la Herrold y Talia Ryder), un empleado de GameStop (Anthony Ramos) y otros, cuyas fortunas no superan los cientos de dólares. Bah, en muchos casos sus saldos son en negativo. Ellos se juegan a partir del entusiasmo de Keith, y el grupo crece y crece en cantidad de gente convirtiéndolo todo en una especie de lucha de clases entre inversores.

En el medio otras fuerzas entrarán en el juego y todo se desencadenará a lo largo de unos intensos días en los que los grandes jugadores pueden perder billones de dólares mientras los pequeños llegan a cifras para ellos inimaginables. En el medio estará Keith tratando de lidiar con todas las presiones que se juntan, las propias, las de sus seguidores, las de los medios, las de los grandes inversores que presionan y las de la política, cuyos miembros intentan entender si hay algo ilegal en todo este asunto y ver qué hacen al respecto.

Gillespie mezcla a verdaderos conductores de televisión y a políticos con los actores que interpretan a los reales personajes de la historia y va tensando un relato entretenido, simpático, que no toma los riesgos creativos de aquella película de McKay –ni tampoco los de anteriores films de Gillespie– sino que funciona como una mirada crítica pero amable de un mundo que parece surgido de EL LOBO DE WALL STREET, uno en el que todo se mide por quién puede hacer alguna diferencia de dinero en el plazo más corto posible. Como los que empujan y hacen bajar el precio del dólar en tan solo unos días aquí en Argentina (situación en algún sentido comparable), la medida del éxito pasa por salvarse milagrosamente con alguna inversión. En la película, al menos, es a costa de los millones de los grandes fondos de inversión y no con el dinero de la gente.